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CAPÍTULO CIEN
VIVIR
—¿DIOSES?—Cuestionó la mujer Riddle, manteniendo la espada Blair aferrada en su mano, acercándola cada vez más a aquel cuerpo de su hijo.—Debes estar bromeando. ¿Los Blair venimos de los Dioses?
—¿Cómo explicarías tanto poder y belleza?—Preguntó aquel ser, con una sonrisa burlesca.—¿Cómo explicarías la sanación de nuestro poder, el control y que cada criatura se someta ante nosotros? Ellos sienten nuestra aura, ellos reconocen lo que tenemos dentro.—Fue honesto, siendo atentamente escuchado por cada persona dentro de la habitación.—No solo eres una Reina, Scarlett, también eres una Diosa y aunque la familia e historia te lo hayan ocultado, negado e intentado evadir, no debes olvidarlo.
—No me interesa si soy o no una Diosa, me interesa lo que le has hecho a mi hijo e intentas seguir haciéndole.—Musitó, bastante molesta.—¿Estás del lado de Yaliy?
—Estoy del lado de Ares.—Corrigió este, con una sonrisa.—El lado ganador, siempre será el de Ares. Cómo bien debes de saber, él ya ha elegido.
—¿Qué?—Cuestionó, frunciendo sus cejas al haber escuchado aquello.—¿Ares ya eligió a quien seguirá?
—A quién asesinará.—Dijo, ladeando su cabeza y manteniendo aquella bella sonrisa llena de ironía que estaba cansando a la Reina.
La mujer de ojos esmeraldas observó un pequeño destello en los ojos de aquel ser, observando cómo su aura parecía debilitarse con el paso de los segundos. Así que, observando una última oportunidad para decir algo, solo dijo:—Ten dulces sueños.
Entonces, le dedicó una sonrisa a tal hombre, alzando la espada y enterrándola en su estómago de una manera totalmente brusca. Cerró los ojos con fuerza, intentando no sacarla del cuerpo de su hijo al saber que, quiera o no, lo estaba lastimando. Apretó su agarre en la espada Blair, escuchando los jadeos de los amigos de Ares y sintiendo la presión de este. Abrió los ojos, observando la sangre inundarse en la espada, comenzando a salir de su sistema.
—¡Ares!—Exclamaron algunos de sus amigos, sorprendidos ante ello.
Los ojos de Ares regresaron a la normalidad, colocando estos encima de aquella mujer que le había dado la vida, mientras que llevaba sus manos a la espada, dejándose caer en la pared en la que estaba recargado, de una manera tan lenta que cada persona presente podía observar el dolor que sentía.—¿Scar... qué hiciste?
—Yo no soy capaz de perdonar a quien hiere a mi hijo.—Dijo esta, sin observar a su mellizo al ser quien había hablado, prestando su total atención a aquel adolescente que sangraba, con la espada Blair enterrada en él.—... aunque yo deba hacerlo, así tenga que ir a quitarle la maldita corona a Igoret, siempre lo regresaré.—Observó la sangre caer de este, comenzando a notar la sangre escapar de su boca y nariz, aunque era mucho más oscura de lo normal.—Su bienestar, es nuestra prioridad.
