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CAPÍTULO TREINTA Y TRES
REGRESÓ
EL CIELO ESTABA NUBLADO, provocando que el día pareciera mucho más que triste. La mañana siguiente a la llegada del príncipe Ares, la pandilla de plata se había puesto al día con lo que había pasado en aquellas dos semanas en las que uno de sus integrantes no había estado en el grupo. Mientras que él chico Riddle les comentaba sobre algo del dolor que había sentido en su canalización, después de haberles contado lo que pasó en la estación el primero de septiembre, se dedicó a escuchar lo que sus amigos tenían que decir.
Maxwell le había comentado que normalmente hablaba con Megan Combs, la linda morena de Ravenclaw con la que al parecer estaba manteniendo una buena amistad y que, claramente, a Theodore Montague parecía no agradarle.
—Tiene algo que no me gusta.—Dijo este, mientras se cruzaba de brazos al ver cómo Megan saludaba a Maxwell de camino a su mesa.
Ares sabía que su amigo de ojos grises y cabellos oscuros sentía muchas cosas por Maxwell, quién al parecer era ciego al no notarlo. Pensaba, sinceramente, que con el tiempo las cosas se aclararían entre ellos, llevando un conteo de las veces en las que él hijo de los Montague se había molestado por cada niña que se acercaba a su grupo de amigos, de cada niña que estaba con Maxwell. No tenía que ser la persona más inteligente para saberlo: Theodore Montague gustaba de Maxwell Fallen.
Aquella confesión, más teoría que nada, lo llevaba a pensar si alguien podría verlo de aquella manera e inconscientemente pensaba en su azabache amigo de ojos verdes. Ares no lo sabía, no tenía idea alguna de que era el amor en realidad al ser pareja. Para él, el amor era lo que su familia tenía: Matar por él otro, morir por él otro. No tenía idea alguna de cómo era el amor, de quién era su amor.
Dentro de él esperaba conocer a una persona con la cuál poder sentir aquella parte que ''le faltaba'', que, sin saberlo, estaba más cerca de lo que creía.
También había descubierto que el trió de locas, palabras de Scorpius, que ahora cursaban sexto año, habían preguntado por él casi todos los días al no haberlo visto. Al igual que había descubierto que Mason Langford, él atractivo chico de distintos ojos, se había vuelvo una clase de buen conocido para ellos, llegando a casi ser su amigo. Maxwell había quedado encantado con él chico rubio, no de forma amorosa, al saber que él sería el nuevo capitán en dos años más al ser él jugador más prometedor de todo el castillo. Mason Langford era, sin duda alguna, la persona más agradable que pudieron haber conocido.
Katherine Flynn se había vuelto insoportable para ellos aquellas semanas donde, según Maxwell, no paraba de decir lo feliz que estaba por ganar puntos en cada clase que podía, sin olvidar el levantar la mano para dar su opinión de la clase y, claramente, responder cada pregunta acerca de la familia Blair sin que alguien la corrigiera. Ese alguien, por supuesto, era Ares.
