Capítulo 46

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—Recapitulando... Mi mejor amigo, Dominik, y mi otro mejor amigo, Morgan, son alguna especie de ángeles creados por cuatro deidades aztecas para proteger a los «malditos sangre débil», como dice Abril, mientras una mítica batalla se desarrollaba entre ellos y un demonio llamado Tsitsimilt... Pero además, Oliver, el mejor amigo de mi hermano, y su melliza, pertenecen a un grupo de seres fantásticos enemigos de los Iztac... Eso sin contar que Darren y yo ya nos conocíamos en nuestra vida pasada, mi abuelo solía ser un Cazador que encontró la forma de transformarse en una persona común y corriente, la sangre de Cazadora corre por mis venas, Dominik es mi guardián y Romina Lawson es una humana con poderes sobrenaturales... ¿se me olvida algo más?

—La alianza temporal, no olvides la alianza temporal —dijo Oliver, a lo que Audrey asintió recordando dicha información.

—Tienes razón. ¿Se supone que la alianza entre los Cazadores y los Iztac ya se concretó?

—Así es. Ocurrió la misma noche en que le revelamos toda la verdad a ti y a Rosewood. No ha sido nada fácil convencer a nuestros ejércitos de que no es una trampa, pero lo han estado tomando bien.

—Cierto —habló Dominik ahora—. Lo que no entiendo es por qué siempre nos preguntas lo mismo. Hace cuatro días que contamos el secreto de nuestra existencia, y cada mañana nos dices esto mismo. ¿Aún no nos crees?

Dominik estaba en lo cierto. Habían transcurrido ya cuatro días desde que él, Oliver, Abril y Morgan le habían desvelado la verdad acerca de los dos ejércitos, pero todas las mañanas lo primero que Audrey hacía era recapitular lo narrado por ellos, haciendo un resumen lo suficientemente idéntico al anterior como para que los dos chicos se lo hubieran aprendido de memoria. No podían culparla, claro. Para ella no había sido fácil enterarse de una mentira tan grande como esa, ni siquiera aunque varias de las cosas que le habían ocurrido desde su llegada a México hubieran cobrado sentido repentinamente, cuadrando perfecto con la existencia de los Iztac y los Cazadores. Sobretodo porque, después de la reticencia de Darren a hablar con ella, no tenía a nadie con quién hablar de sus recientes descubrimientos. No lo había visto desde la noche en que todo se supo, él ni siquiera se había atrevido a pisar la casona, por lo que Audrey buscaba llenar ese vacío hablando lo más posible con Dom, Oliver y hasta Morgan, que la visitaba todas las noches para responderle sus dudas y hacerle compañía.

—Sí les creo, Dom. Es solo que para mí es muy difícil procesarlo. Además tengo aquí una lista de preguntas para ustedes, así que si no les molesta, me gustaría que me las contesten.

—¡Desde luego! —exclamó Oliver.

Dentro de la biblioteca solo estaban ellos tres; Dominik y Audrey aprovechando los minutos de una hora libre que les quedaban, mientras que Oliver había preferido estar con ellos antes que en el entrenamiento de los Black Dragons, así que debido a la soledad en las inmediaciones, no sentían el deber de preocuparse por que alguien fuera a escucharlos.

—Bien, antes que nada... —Audrey dijo, observando una hoja blanca en la que tenía anotadas las preguntas para sus amigos—. ¡Ah, sí! La primera noche de mi estancia en México, me ocurrió algo que hasta la fecha no me he podido explicar: mientras estaba por dormir, oí un extraño aleteo a las afueras de mi cuarto. Al principio pensé que era un zopilote, pero sería estúpido, ¿no? ¡Ja! Pensé y pensé en qué podía ser, y cuando el aleteo estuvo mucho más cerca, me levanté. Entonces vi una figura vigilándome desde mi balcón... ¿Acaso tiene algo qué ver con ustedes? ¿Alguno fue el responsable?

—Ese fui yo —dijo el mismísimo Dominik, para su sorpresa—. Esa fue la primera vez que te vigilé de cerca, aunque ha habido más, claro.

—¿Y hay alguna razón por la que hayas hecho eso?

Reencarnación I: El AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora