Capítulo 41

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Audrey despertó envuelta en un calor infernal de pies a cabeza. Al instante llegaron a ella los múltiples recuerdos del festejo de Año Nuevo, que había acabado algunas horas atrás, y cuando recordó que Marie había cedido su habitación a Emily para que durmiera cómoda durante su estancia en la casona, una chispa de rabia se encendió dentro de ella. ¡Por culpa de Emily, se había visto obligada a quedarse en un cuarto mucho más pequeño, y para acabarla, caluroso!

Se incorporó dispuesta a tomar una servilleta de papel y limpiarse el sudor que ya resbalaba por su frente, pero quedó totalmente anonadada apenas reparar con gran terror que no se encontraba en la recámara de huéspedes, sino nada menos que el salón de Química de su escuela... envuelto en llamas.

Abrió los ojos horrorizada y se levantó del escritorio donde había despertado, dispuesta a averiguar cómo había llegado allí. Sin lugar a dudas había sido extraño haber despertado en su preparatoria en lugar de su cuarto, pero más extraño aún, le fue mirar hacia el rincón más apartado de la puerta solo para encontrarse con el mismísimo Rolland desmayado entre el fuego que ya comenzaba a tocar su piel.

—¡Rolland! —exclamó aterrorizada, al tiempo que se bajaba del escritorio lo más rápido posible y se dirigía a él con la intención de despertarlo. Necesitaban salir de allí antes de que las llamas consumieran el aula en su totalidad, lo malo era que ya no les quedaba mucho tiempo, según calculaba ella—. ¡Rolland, despierta, despierta. Tenemos que salir de aquí!

Tan inmiscuida estaba en tratar de despertarlo, que le fue imposible oír el gruñido gutural profesado por un extraño ser cuadrúpedo desde el umbral de la puerta, hasta la tercera vez, cuando el sonido ahogó sus gritos desesperados y el recién llegado se había aproximado más a ella, preparándose para enterrarle sus garras en la yugular.

Cuando Audrey volteó deseando no tener que hacerlo, y vio a un Canum  saltando para atraparla, rápidamente se puso en pie y corrió para esquivarlo. Por alguna razón, el tiempo que permanecieron peleando, ella por su vida y él por exterminarla, sintió que se encontraba en una especie de Deja Vú, pero no fue hasta ver a la bestia centrar la atención en Rolland completamente, que cayó en cuenta de que estaba rememorando lo que había pasado durante el incendio en el salón de Química el día antes de las vacaciones navideñas. Lo había olvidado y llevaba tiempo queriendo recordarlo, pero como le había sido imposible, una parte de ella se encontraba emocionada en ese momento por descubrir los secretos que le aguardaban tras esa pequeña pero muy significativa laguna mental. Esa podía ser la clave para resolver el misterio tras el ataque sufrido accidentalmente por Lisa Smith.

Centrando sus pensamientos en luchar contra el cuadrúpedo, subió al único escritorio que no había sido aún consumido por las llamas, y trató de arrojarle al ente todos los objetos que sus manos tocaban, aunque eso no sirvió de nada, y para cuando el animal se dirigió con ferocidad hacia el sitio en el que ella se encontraba, Audrey colocó una mano al frente cerrando los ojos para no contemplar los colmillos de este clavándose sobre su piel.

Como era de esperarse, eso nunca ocurrió. El ser nunca la atacó, porque antes de que eso sucediera, Audrey percibió un ligero calor corriendo por su brazo hasta que, asombrada, pudo vislumbrar una esfera de luz naciendo de la palma de su mano y volar hasta golpear la piel de su agresor, haciendo que se estrellara contra la pared del laboratorio. A aquella, procedieron varias esferas más que Audrey batallaba mucho por controlar, pues parecían querer salir disparadas por todos lados.

Aunque no entendía lo que pasaba, la chica siguió atacando al híbrido tanto como pudo, y cuando finalmente el agotamiento se había adueñado de ella, las llamas a su alrededor se arremolinaron en el centro del salón formando una silueta humana que más tarde tomó la forma de un joven con un par de gigantescas alas negras con los bordes inferiores ardiendo en fuego. Este se interpuso oportunamente entre la bestia y Rolland justo cuando pretendía clavar las garras en su cuello.

Reencarnación I: El AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora