➿ Mentira Piadosa➿
18 Noviembre
—¿Que opinas de éste modelo? —le mostré mi boceto, Logan hizo una mueca y yo suspiré —Ya no sé que más hacer, mi cabeza es un lío de ideas y ninguna nos gusta —suspiré.
Llevamos toda la tarde haciendo bocetos y ninguno era espectacular, y ya estoy empezando a perder la paciencia.
—Calma Kate, apenas es martes, aún tenemos dos días —rodé los ojos.
—Claro, como tú empleo es fijo y a mi me pueden reemplazar en cualquier momento, por eso estás despreocupado —sonrió.
—Estoy aquí para ayudarte, además, hablas como si no lleváramos nada, recuerda que ya elegimos el piso y el color de las paredes, sólo nos faltan los muebles —suspiré.
—Tienes razón, aún hay suficiente tiempo para hacer los bocetos de los muebles —asintió.
—Exacto, mañana ya verás que tendremos mejores ideas y los bocetos estarán listos —asentí de acuerdo —Pero por ahora, la cena nos llama, me muero de hambre, ¿Y tu? —sonreí.
—Ya mi estómago gruñe, muero por darle un gran mordisco a una hamburguesa —rió brevemente.
Ambos recogimos y organizamos nuestras cosas, luego de eso salimos del edificio y subimos a su Jeep. Logan condujo algunos minutos por las calles hasta detenerse en la avenida Holff o mejor conocida por los turistas como El Hambre, la calle de los puestos de comida chatarra, desde puestos de hamburguesas, hot dog, club house, pizza, pollo frito, tequeños, ósea, toda la comida chatarra que te imaginas, aquí la encuentras. Y claro, postres y bebidas también vendían.
Ambos bajamos del auto y caminamos algunos minutos por la acera. Muchos clientes comían en cada puesto, la noche estaba llena. Seguimos caminando hasta que encontramos un puesto en el que vendían todo lo que queríamos cenar ésta noche. El Gran Tocino, se llamaba el puesto. Habían unos banquillos junto a unas mesas y allí tomamos asiento.
A los minutos un joven se acercó a nosotros a pedir nuestra orden.
Logan pidió una pizza tamaño familiar y dos hamburguesas de doble carne para mi, acompañado de una Coca-Cola, mientras que para él, pidió una cubeta de pollo frito y una ración doble de papitas fritas, acompañado de una cerveza Corona. De aquí sólo había una manera de salir y esa era, salir con el estómago tan lleno hasta reventar.
Un rato después nos trajeron nuestros pedidos, la mesa estaba repleta de comida.
Logan y yo nos miramos un segundo, en el que me sentí pequeña. Bebió de su cerveza sin despegar la vista de mi y yo me sentí sonrojar, sus ojos tan oscuros como el mar profundo y su expresión intimidante, pero a la vez coqueta, me ponían nerviosa.
—Entonces... ¿Porque decidiste mudarte acá? Quiero decir, es muy bueno y tranquilo el vecindario, pero no pareces ser una persona que se adapta a estos lares —sonrió.
—No soy un hombre que le agrade aparentar todos sus bienes, me gusta lo justo y necesario, tengo veintiocho, quiero tranquilidad y estabilidad, no alardear de boca en boca —asentí comprensiva.
—Te entiendo, soy joven pero me gusta la calma y la paz, sí, a veces voy a fiestas y me divierto, pero, ¿Como no hacerlo? Sólo tengo veinte años —sonrió de lado.
—Yo a tu edad era igual, estudioso y trabajador, siempre he sído una persona que le gusta superarse a si mismo y desde que tengo uso de razón, lo he sído, lo soy y lo seguiré siendo —afirmó. Le di otro mordisco a mi hamburguesa —Pero no hablemos tanto de mi, ¿Que hay de ti? —hice una mueca.
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¡OH! Andrés © [PAUSADA]
Novela JuvenilPodría ser verdad los amores a primera vista, sin embargo existe una línea que todos cruzamos para saber si ese flechazo es correspondido. Kate ni siquiera paso la línea y menos fue correspondida. O eso creyó, porque una tarde el chico que ocasiona...