Deslicé mi pincel favorito de un lugar a otro sin ser consciente de lo que dibujaba como leer un libro y ver una película en vez de letras. Después de haber identificado el fondo entendí a lo que se refería con "Recuerdo". Los tonos oscuros del bosque y los árboles se aclararon a medida que me acercaba a la fogata. El fuego iluminaba nuestras figuras situadas a su alrededor. Laura se había torcido el tobillo y resplandecía su característica sonrisa y cabello azul sobre los hombros de Zack. Este miraba con ensoñación a Lee y le revolvía el pelo mientras ella se sonrojaba. Sky, tirado en el suelo, era el único que dormía (más bien, fingía dormir) y yacía sobre mis piernas cruzadas pues me había pedido acariciar su cabello. Al momento supe por qué él recordaba aquel día de campo. Estuve enfadada con Sky, así que me perdí en el bosque; Laura fue a buscarme y se cayó.
No nos marchamos en la noche, sino en la madrugada, como a la una de la mañana. Dejamos que el tapiz se secara y salimos con nuestras maletas (solo unos 3 maletines) que se redujeron de tamaño cuando visitamos a David con un solo toque de sus dedos. Así pudimos regresar a por la motocicleta de Sky. El viento golpeaba mi rostro con extraña suavidad, aparté la vista de él y me concentré en el desconocido paisaje. Carreteras, valles, costas, gasolinera, avenidas, puente, amanecer, mediodía y tarde. Todo el día viajando o... tal vez huyendo.
— ¿Sky?
— ¿Sí?
— Para, busca una posada. — le digo con suavidad.
— Tenemos que alejarnos lo más posible Hope. — me contesta con severidad.
— Estás exagerando. — una chispa de furia se encendió en él — Estoy cansada. — justifico.
— Eso no es posible.
— Digo, mentalmente. — le comento con la esperanza de convencerlo.
— Bien. — dice y se detiene justo a la mitad de una calle desierta en medio de la nada. Me bajo y me quito el casco.
— ¿Qué te pasa? — le pregunto.
— Nada.
— ¿Adivino? — su mandíbula se tensó y bajo la vista. — Vale — le dije y sin otro remedio puse mi mano en su mejilla. No me partí en dos como siempre pasaba sino en cuatro incluyéndome: Miedo, preocupación y curiosidad. — ¿En qué estás pensando? ¿Qué fue lo que te dijo David? — no quiso responderme — Sé que hablaron de Evan, cuéntame. Me estas ocultando algo.
— Cassandra. — contestó. Lo miré esperando a que continuara. — Evan mencionó a Cassandra, ella le dijo mi paradero.
— ¿Quién es...? — no terminé de formular mi pregunta.
— La vieja que disipó nuestras dudas hace tiempo. — supe de quién hablaba.
— Es imposible, tenía 100 años cuando la viste por última vez. — comenzó a reírse.
— Esa vieja toma pociones para alargar su vida, pero con el tiempo dejó de rejuvenecer y ahora calculo que aparente unos 80 años todavía.
— ¿Sky para qué te quiere Evan?
— Eso es lo que vamos a averiguar.
Buscar a Cassandra fue el primer paso para aceptar lo qué era. La mujer inspiraba algo de terror, pero resultaba consolador la forma en que hablaba, sin dejarse nada atragantado en la garganta. Debo admitir que al principio me asustaba, aunque sabía que era inofensiva. Esa noche tuve que enfrentar de nuevo una pregunta que había quedado pendiente el día en que Laura despertó. La desunión hizo su primera aparición y con el tiempo nos hizo débil ante el enemigo, inseguros el uno del otro y confundió nuestros objetivos.
Llegamos a un pueblecillo de mala muerte donde no había más que bares vulgares y casas de madera que se extendían a lo largo de un camino de tierra hasta la zona del circo. Más allá solo se encontraban matorrales sin fin. Aparcamos un poco antes de allí bajo las miradas de los pobladores. Cualquiera se podía dar cuenta de que no recibían muchos visitantes y menos si se trataba de personas de la ciudad. Sigo a Sky hacia una pequeña carpa violeta adornaba con estrellas doradas y luces de navidad colgadas en la entrada. Lo que deparaba en interior no era en lo absoluto lo que imaginaba. También había luces parpadeantes, pero el lugar estaba vacío o eso parecía hasta que oímos un paso encima de nosotros.
— Se va a caer. — digo en cuanto miro hacia arriba y veo a un joven de unos 25 años sobre una cuerda a tres metros de altura.
— Sí, se va a caer. — concuerda Sky detrás de mí.
Un segundo después se cae, pero no llega al suelo, sino que se detiene en el aire y luego desciende lentamente.
— Te falta equilibrio, Raymond. — afirmó mi amigo.
Una puerta en la que no había reparado al otro lado de la estancia se abrió con un crujido insoportable. De allí salió una anciana, con más arrugas de las que podía aguantar su rostro, ya ni se le veían los labios, las ojeras le llegaban hasta la mitad del puente de la nariz encorvada y los cachetes caían sobre la base del cuello pues estaba jorobada y solo medía poco más de un metro. Su expresión la declaraba de autosuficiente y orgullosa.
— ¡Oye tú! — llamó con una voz autoritaria — Te traje el té. — el muchacho se levantó del suelo y nos miró con desprecio mientras se acercaba a Cassandra. Entonces la vieja reparó en nuestra presencia y dejó caer la taza blanca encima de la ropa de Raymond.
— ¡Abuela! — exclamó a modo de reproche.
— Vete de aquí, chiquillo. — le dijo con severidad. Nos miró con el ceño fruncido y entró por la puerta de madera. — Maldito perdedor — murmuró.
— Cassandra necesito tu ayuda. — le dijo Sky.
— ¿Y por qué habría de ayudarte? Tú y el otro siempre traen problemas. — hace una pausa — ¿Por qué no vino el contigo? Tengo entendido que te buscaba. ¡Oh! No quisiste colaborar en la búsqueda.
— ¿Qué búsqueda? — le pregunto extrañada. Por fin fija la vista en mí.
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Irracional I: La Búsqueda. (Finalizada)
FantasyLIBRO I COMPLETO EN EDICIÓN Una chica como yo quizás nunca debió ser humana y antes de conocer el mundo en que vivo, sabía que no pertenecía a ellos. Es irónico tener que abandonar a quienes quiero por un típico accidente de tránsito cuando jamás fu...