Todas las ventanas cerradas, podría haber roto alguna con el mínimo toque, pero no debía hacer ruido. Estaba segura de que Kevin se encontraba dentro y no dudaría en exponerme ante Evan. Decidí hacer uso de mis escasas habilidades de socialización y entré por la puerta. Las paredes blancas recogían una sencilla sala de espera y tres mostradores. Me senté a esperar a que terminara la fila. Dos enfermeras salieron del pasillo principal cuchicheando y no pude evitar escuchar su conversación cuando dijeron el nombre de Kevin Clark.
— ¿El chico alto y atractivo que vimos? — preguntó la morena.
— Sí, siempre viene a investigar sobre el caso de Joseph Gibson. Es estudiante de psiquiatría.
— ¿Cómo sabes su nombre?
— Se presentó así. No entiendo por qué está casi una hora en el cuarto 33. Dicen que ese lugar es horroroso, desde la muerte de Gibson no han internado ningún paciente allí. Todos escuchan voces y juran ver su fantasma.
Bueno, por lo menos sé a qué habitación ir. Me levanté y recuesté en la pared más cercana a aquel pasillo. Observé con detenimiento a las personas a mi alrededor, por suerte ninguna me prestaba atención. En el instante en que sonó un teléfono y distrajo a algunos, corrí a gran velocidad. Me metí en un diminuto laboratorio vacío y esperé pacientemente a que Kevin salga del cuarto 33. Supongo que llevaba no más de media hora allí dentro. Solo me quedaba esperar pacientemente..."No soporto la espera". Dejé de respirar cuando sentí su presencia, todos los corazones latían menos el de él, su respiración era mucho más lenta y sus pasos muy silenciosos (aunque no lo suficiente) y poco más rápidos que los de los humanos. El mal humor se le sentía desde donde me encontraba. Cuando el vampiro se alejó salí de mi escondite y avancé por el pasillo. Un mural llamó mi atención, la imagen de una línea ferroviaria exactamente igual a la de mi visión. Observé otra vez el pasillo y entonces entendí que eran alucinaciones subjetivas; no iba a encontrar aquella línea de tren interminable, sino el pasillo por el que caminaba que tampoco parecía tener fin. Pero a pesar de ello el número 33 estaba allí, frente a mí, ocultando lo que quizás era una ventaja sobre Evan Anderson, si lograba ver lo que Kevin no. Abrí la puerta y entré antes de que un grupo de médicos se topara conmigo. Lo que vi, no me hizo mucha gracia. El suelo blanco era acolchonado en toda su extensión, había algo de sangre en el centro. Las paredes estaban escritas con carboncillo, triángulos de arriba a abajo y de vez en cuando una palabra: Catástrofe. En sus dibujos se notaba como la mano temblaba y la desesperación del viejo. Podía sentir el miedo y el terror en el aire rozando mi piel. Cuando estaba al punto de abandonar el cuarto encontré un cuaderno antiguo con páginas sueltas, la cubierta hecha de cuero y las hojas amarillentas; hasta podría decirse que era de otro siglo. Lo revisé un segundo, hasta el mínimo espacio estaba escrito con una caligrafía torpe. ¿Cómo era posible que Kevin no lo haya tomado? Es raro que no lo hubiera visto él o Evan. Ninguno de los dos sabía sobre el diario de Joseph Gibson, de eso estaba segura. Metí el diario en el maletín y salí de allí. Corrí fuera de manicomio y me adentro de nuevo en el bosque. Era el momento de pensar que haría con esta ventaja que tengo. Si se la entregaba a Evan...
"Solo se preocupa por sí mismo y cuando obtenga lo que quiere los dejará atrás." Dijo Cassandra en mi mente. Pero Laura... ella corría peligro cerca de él. Ella no iba a escuchar ni una palabra de mí. Hasta que no lo hiciera no podía hacer algo arriesgado ni dejar que sospechen. De hecho, iba a ayudarlo.
Mientras caminaba por el bosque, ya el sol se alzaba. Evan debía haber regresado hace unas horas, sabía que estaba jugando con fuego, pero tenía algo para despistar su atención del diario. Llegué a la iglesia a eso de las seis, el recibimiento no fue nada agradable. Kevin me tomó del brazo con mucha fuerza.
— ¿Dónde estabas? — gruñó
— Quiero ver a Evan.
— Créeme, él también. — dejé que me arrastrara hasta unas escaleras detrás del altar. Se retiró.
Bajé los peldaños con firmeza. Ni siquiera sé que va a pasar cuando le diga, pero ¿qué opción me quedaba? Evan fumaba un cigarrillo cerca de la ventana, lo tiró al suelo y lo pisó con la punta de sus zapatos. Por primera vez me fijé en algo más que su cabello y su sonrisa retorcida y fría. Los ojos me observan con tono amenazador, sus cejas le daban el aspecto de enojado, los labios finos no expresaban absolutamente nada. Siempre usaba una camisa de lino, pantalón de vestir, calzado elegante; vestido de negro. Respiré de nuevo y sentí su olor a sangre, pero no su respiración. Ya se había acostumbrado a no hacerlo, lo que delataba su antigüedad.
— ¿Qué tienes que decir acerca de tu desaparición, Hope? — no pude evitar reír, encoger mis hombros y negar con la cabeza a la vez, aunque esa no era la actitud más correcta. En realidad, tenía que parecer débil y flexible, pero yo no era así. — ¿Nada? — ladeó la cabeza. — Vamos a dejar algo claro. — no estaba lo suficientemente atenta como para notar su cambio de humor. Pateó con su pierna derecha en mi pecho e hizo que destrozara un estante detrás de mí. — ¡Aquí las órdenes las doy yo! ¡Nunca se te ocurra salir sin mi permiso! — gritó con voz severa.
—¡Ay, por favor Evan! — exclamé con sarcasmo — ¡Hasta para comer ¿tengo que decirlo?! — me levanté y sacudí mi ropa — Ni siquiera tendría que decirte nada. — crucé los brazos debajo del pecho — Pero, no me queda de otra. — se acercó hasta quedar a unos centímetros de mi cuerpo, percibí su intento de relajarse.
— ¿Qué es lo que tienes que decir?
— He tenido visiones. — abrió más los ojos.
— Ah, ¿sí?
— La primera fue hace como tres días. — mentí — Caminaba sola por una línea ferroviaria interminable, parecía asustada, siempre vigilando mis alrededores, aunque no había nadie siguiéndome. — Evan me miraba con atención — La segunda fue hoy, era muy borrosa. Me encontraba en una casa destrozada, abandonada, ventanas rotas, floreros en el suelo, rosas negras espaciadas en todas partes y un solo cuadro estaba en su lugar, aunque no se distinguía la pintura. ¿Sabes que significa todo eso?
— Pronto lo sabré. — tomó mi mano y me llevó a donde se encontraban los demás. — Rachel y Kevin, van a estar fuera una temporada. Supongo que ya saben qué es lo que quiero, cubran todo el planeta si es necesario. Yo me quedaré para acompañar a las nuevas y ocuparme de otros asuntos.
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Irracional I: La Búsqueda. (Finalizada)
FantasyLIBRO I COMPLETO EN EDICIÓN Una chica como yo quizás nunca debió ser humana y antes de conocer el mundo en que vivo, sabía que no pertenecía a ellos. Es irónico tener que abandonar a quienes quiero por un típico accidente de tránsito cuando jamás fu...