Abro la llave de agua fría, tan congelada que se forman nubes en el aire. Retiro la manta que me cubre el cuerpo y la tiro encima de la cama, la cazadora de Sky tiene mejor suerte porque al menos la doblo y la coloco encima del colchón. No encuentro ningún jabón o gel, solo unas toallas limpias en un estante frente a la bañera. Cuando compruebo que está llena, entro en ella y me dejo hundir en el agua.
Las manchas negras no se aclaran, pero no importa; están ahí para recordarme la peor experiencia de mi vida. El agua se ensucia de tierra y sangre en cuestión de minutos, así que permito que el tragante haga su trabajo y vuelvo a llenarla. Mojo mi cabello, solo entonces puedo ver cuan dañadas están las puntas. En el instante en que salgo de la bañera descalza y seco un poco mi cuerpo, Sky entra a la habitación. Parece algo nervioso, incluso antes de levantar la vista y verme.
— Lo siento, es que Joe no para de hacer preguntas metiches e... incómodas. — se gira para retirarse cuando envuelvo mi cuerpo con una toalla.
— No tienes que irte, sabes que no me importa. — le digo mientras busco en el armario algo que ponerme.
— ¡Qué alivio! — suspira y sonríe — Porque últimamente te he visto desnuda en bastantes ocasiones. — comenta mientras se sienta en el colchón y suelto una carcajada.
— Eres el único que puede hacerme reír en esta situación, Sky. — encuentro ropa interior con olor a detergente. No me gusta usar la de nadie, pero no me queda opción. — Bueno, es mejor que nada... — murmuro y me quito la toalla.
— No desaparecen... — dice en voz baja con preocupación cuando ya tengo puestas las bragas y el sujetador negro. Se levanta de la cama y se acerca a mi espalda. Toma mi brazo para acariciar una de las tres manchas extendidas en él. — Antes has dicho que has llorado, pero los vampiros no lloran. — inquiere pasando los dedos por una que tengo en la base de la espalda. Suspiro, de alguna manera hoy me siento más frágil a su tacto.
— He llorado sangre, no solo por los ojos, Sky. — aclaro con voz debilucha. — Con Evan se aprende de dolor y sufrimiento, cosas que seguramente no sepan los que no han estado en mi lugar — mi mente comienza a divagar sobre ello — ¿Te enseño los puntos débiles? — le pregunto sin pensar y me giro para quedar cara a cara. Está algo serio y me mira con profundidad.
— Enséñame. — tomo sus manos y aprieto en la muñeca derecha, aunque no tanto como lo hacía Evan. Hace una mueca.
— Aquí... — presiono con el dedo pulgar en la otra. Encoje el estómago. Levanto mis manos hasta la base de su cuello y hago lo mismo por encima de sus clavículas, aprieta los dientes. Poso una mano en la parte izquierda de su pecho. Me sorprende cuando se quita la camisa sin razón aparente y la deja tirada en el suelo. — En el corazón... — le digo cuando vuelvo a poner la mano allí y presiono con fuerza. Su piel está más caliente que la mía, supongo que sea porque la sangre coagulada se ha dispersado un poco. Mi mano se desliza por su pecho y lo acaricia con las uñas, la otra se ha quedado en el cuello y él no para de mirarme con una intensidad que no había percibido nunca. Me paro en seco cuando recupero el control de mis extremidades y caigo en la cuenta de que estamos más cerca desde que empezamos. — Tengo... — la voz me tiembla al girarme hacia el armario con la intención de vestirme. Sin embargo, su mano agarra la mía con brusquedad y me obliga volver a la posición de antes. Mi atención se centra en su boca que la ha acercado a mi rostro más de lo normal. La entreabre y deja ver esos colmillos que desde un primer momento me atrajeron. Su mano se posa otra vez en la parte baja de mi espalda, con un simple empujón me pega contra su cuerpo. Tengo una mano en su abdomen, los dedos de la otra bajan y suben entre sus pectorales. Sky coloca un mechón de cabello detrás de la oreja derecha, roza mi mejilla y deja la cerca de la mandíbula. Me dejo llevar y acerco mi boca a la suya. Le rozo los labios, suficiente para sentir latigazos en el vientre, el vello erizado en mis brazos y la piel ardiente bajo su toque. Es fuego, un fuego diferente, creo que las únicas llamas que no me dan miedo. Nuestras respiraciones agitadas se hacen una, su aliento choca con el mío, se mezcla y forma un olor embriagador que me hipnotiza por completo.
— Chicos, las Capas Rojas acaban de llegar a la ciudad. — llama Joe desde el salón. Su voz irrumpe en la habitación. Sky suspira, apoyo mi cabeza en su pecho. — ¿Me oyeron?
— ¡Sí! — exclamamos al unísono. Comenzamos a reírnos de la situación. Ni siquiera sé qué pretendíamos, somos amigos y ya.
Nos separamos, él se pone su camisa y yo vuelvo al armario.
— ¿Cuál es el plan? — pregunta.
— Te juro que antes de saber todo, había pensado irme del país y fingir que me ha tragado la tierra. — le contesto revisando la ropa. Pijamas jeans, camisas y solo un par de zapatos, unas botas negras muy parecidas a las que me gusta usar. Me pongo un jean negro de mezclilla elastizada, una camisa de tirantes muy finos del mismo color por debajo del pantalón y las botas.
— ¿Y ahora?
— Bueno... supongo que si se han enteran de mi existencia, lo más probable es que me corten en pedacitos y se lo ofrezcan a Evan como ofrenda de devoción. — sus carcajadas resuenan en la habitación.
— ¿Chicos? — sigue llamando Joe.
— Petulante. — murmuro.
Abrazo a Sky por la cintura desde atrás y lo empujo conmigo hacia el salón.
— Hope, solo me quedas tú en este mundo. Quizás sea hora de busca otro. — dice en voz baja antes de cruzar el umbral.
— Yo te sigo. — contesto hundiendo mi cabeza en su espalda. Me separo un poco, colocándome a su lado, pero dejo una mano alrededor de su cintura. — Dime, Joe ¿por qué nos ayudas?
— Mi trabajo con Sky ha terminado, niña...
— Hope. — le corrijo.
— Como sea. — dice con desdén — El hecho es que ahora mi tarea es deshacerme de los rebeldes, si ellos están con Evan y buscan Mynia, pues yo también deseo encontrarla. No quiero nada de ese lugar, no tengo ni idea de qué hay allá, pero necesito asegurarme que la entrada esté cerrada y no sea descubierta si todo es cierto. Ahí entran ustedes.
Mucha información, necesito ordenar la cabeza. ¿Cuáles son mis prioridades? Laura, ya no me importa; ella no existe. Lee y Zack están muertos. Sky, él sí es mi prioridad. El asunto de Mynia, creo que ahora mismo no me interesa tanto; pero aún hay una fuerza que me atrae a ese lugar. Aquí, el mundo se está cayendo, no me interesa; es más, que se caiga. De eso que se encarguen los Cazadores y el Pentágono. Según Joe las Capas Rojas acaban de llegar a la ciudad, pero la Próxima Puerta será en el equinoccio del 21 de marzo, no puedo llegar y decir: ¡Hola! Me llamo Hope Foster y él, Sky Walker; queremos entrar a Mynia.
— ¡Nuevas noticias! — exclama Joe con un papel en la mano, no me había dado cuenta de recibió una carta. — Y no son nada buenas. — dice al leerlo — "Decreto número 2 de obligatorio cumplimiento para todo ser sobrenatural o descendencia del mismo: Debido a las circunstancias actuales, la existencia de Mynia aún es un misterio y por tanto se desconoce del lugar. Queda terminantemente prohibido su entrada y salida hasta una oportuna investigación del territorio. La ruptura del presente Decreto se castigará en La Prisión Risueña bajo una condena permanente." — lee.
— ¿Qué es La Prisión Risueña? — pregunto.
— También se le dice "El Valle de los condenados". Es la única prisión dedicada a los sobrenaturales o irracionales, como nos llaman dentro de El Pentágono. Custodiada por espíritus que atormentan a los convictos. — explica Sky
— ¿Por qué se le dice risueña?
— Dicen que los espíritus te dejan un año entero viviendo tus sueños, claro que tu cuerpo se deteriora, pero la mente vuela por las nubes. Sin embargo, la caída es peor. Cuando te muestran la realidad y caes en cuenta de que todo fue un sueño. — Joe hace una pausa — Todas las condenas son distintas, nadie sabe lo que pasa allí dentro exactamente. Pueden hacerte sentir todo lo malo que has hecho y mostrarte tus peores errores, miedos, arrepentimientos y recuerdos. Nadie ha salido con vida, mueren de infartos, del hambre, engañada por las migas de pan o las gotas de sangre que les dan cada cinco días, de sed porque la lluvia es escasa y el suelo árido.
— Mynia existe, ese Decreto lo confirma. Las sospechas de que esta leyenda es real se han intensificado debido que todos saben que eres Pura, Hope. Los videntes que sirven al Pentágono siempre han advertido que habrá una guerra en Mynia cuando dos vampiros Puros se encuentren. Es decir, Evan y tú. — señala Sky cambiando de tema. — Lo peor es que el Decreto es tan obvio que van a revolver más la situación. Supongo que eso es lo que quieren... o quizás el plan sea tomar el territorio antes que nadie.
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Irracional I: La Búsqueda. (Finalizada)
FantasyLIBRO I COMPLETO EN EDICIÓN Una chica como yo quizás nunca debió ser humana y antes de conocer el mundo en que vivo, sabía que no pertenecía a ellos. Es irónico tener que abandonar a quienes quiero por un típico accidente de tránsito cuando jamás fu...