Capítulo 42

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— David, sabes que él no lo diría, aunque lo supiera. — le digo saliendo desnuda de su enorme cama por quinta vez en el día.

— Ya te dije, Hope. — coloca sus manos en la nuca en una posición que denotaba despreocupación. — Hemos estado buscando por todo el continente y no hay rastros de ellos desde que se marcharon de la ciudad. — me giro algo enojada.

— Entonces sabemos que están en otro.

— Hope... — suspira y hace una pausa — Las Capas Rojas saben defenderse, es uno de los clanes más antiguos que existen.

— Evan tiene un ejército, no pondrán solos. — alzo la voz. Se levanta de la cama con el ceño fruncido pero muy calmado. Sky ya hubiera perdido la paciencia, uno de sus defectos era ponerse a gritar como loco cuando estaba ansiosos o perdía la paciencia. Lo gracioso es que extraño eso. David era muy diferente en ese sentido, era como interactuar con un príncipe y eso también tenía su encanto.

— Hope... — murmura en mi oído cuando aparta un mechón de pelo de mi rostro. — A veces pienso que solo te acuestas conmigo para que te de información... — toma mi cintura con una mano y acerca mi cuerpo al de él. Siento su miembro rozando mi vientre y comienza esa sensación torturadora en las partes sensibles de mi sexo — pero ... — lame con su lengua detrás de mi oreja — Transmites tanta excitación cuando te toco ... — sube la mano que tenía en la cintura hasta la unión entre mis clavículas y luego baja. Un roce apenas, recto y lento. Entre los pechos, costillas, el ombligo ... el vientre... mis labios. — Como ahora... — y luego se aleja.

Toma la bata de dormir de terciopelo rojo oscuro que descansaba en la cabecera de su cama. Hace un ligero nudo alrededor de su cintura al mismo tiempo que yo tomo la camisa ancha, blanca de manga corta que había caído sobre el piano cuando la tiré desde el colchón. Mientras que con su prenda que le llegaba sobre las rodillas, él lucía como una versión demasiado sexy del conde Drácula; yo con la mía que caía a un cuarto del muslo, cualquiera pensaría que era la prostituta con la que se divertía.

— No me acuesto contigo por eso. — aclaro y apoyo mi trasero sobre el piano. — Solo es que...

— ¿Qué? — exige al tomar una copa de sangre que tenía en el escritorio.

— Nada. — suspiro. Iba a decir que Mynia es inevitable para mí. Esto me pasa siempre cuando intento abrirme con él. Me siento frustrada con la idea de tener que explicar con palabras lo que siento. Vale, entiendo que no puede leer mi mente (O sea, esto no es Crepúsculo y él no es Edward) y no podrá ayudarme si no lo sabe, pero es tan difícil... "Sky lo supo, él siempre supo que estaba ligada a ese lugar..." Sacudo la cabeza ante la comparación.

— ¿Al menos puedes decirme qué significa este símbolo? — inquiero con algo de molestia en la voz mientras señalo mi cuello — Lo libros de Fabio no me han ayudado ni un poco con respecto a ese tema.

— Hope, no encontraras el significado de eso en los archivos del Sr. Fox.

— ¿Por qué?

— Porque yo lo he leído todo y si no aparece en ellos solo hay dos probabilidades: Es demasiado antiguo o demasiado nuevo. — argumenta. Bufo. Eso no ayuda. — Y, Hope... siento decirte esto, pero no sé cuál de las dos es más peligrosa. — agrega preocupado. Tomo mi jean y me siento en la cama para introducir las piernas. Cuando cierro la cremallera y el botón para ajustarlo a mi cintura, agarro mis Converses negros y me los pongo.

— Déjalo. — le digo con algo de desprecio — Ya lo averiguaré solita — agrego señalando a mi pecho con el pulgar derecho.

Salgo de su cuarto enojada y cierro la puerta con brusquedad.

— Como digas, Hope... — alcanzo a escuchar su voz mezclada con la preocupación que emana su cuerpo.

Había dejado de sentir a los demás por mucho tiempo. Sin embargo, hay emociones fuertes que me llegan, aunque quiera evitarlo como la pasión, que me ha vuelto susceptible de nuevo. "Gracias por eso, Dave. No necesitabas esforzarte. " pienso con sarcasmo y vuelvo a habitación. Tomo el libro sobre la cama y me tiro en el colchón sin piedad quedando boca arriba. Leo el título en la portada por sexta vez desde que el Sr. Fox me lo entregó: "Magia universal". El símbolo de mi cuello estaba grabado en el cuero como una cicatriz hecha con una daga. Lo acaricio mientras intento encontrar un significado. Por alguna razón lo tengo ¿no? ¿o todos los Puros tienen eso? No lo creo, Evan no lo tiene, sin embargo, sí posee unas garras aferrándose a su pectoral. Entonces es diferente en cada Puro, lo que quiere decir que este símbolo tiene algo que ver conmigo misma y no con alguien más. Esto descarta la posibilidad uno de David: demasiado antiguo. Conclusión: nadie sabe que significa porque solo se ha visto en dos ocasiones, en el manicomio y yo. Unos golpes en la puerta interrumpen mis pensamientos.

— ¡Entra! — exclamo. "Idiota, no necesitas gritar. David y Anna escucharían un susurro." Pero la sorpresa me invade cuando el rostro cansado y arrugado de Fabio se asoma en la apertura de la puerta. Me levanto con el ceño fruncido. El Sr. Fox no acostumbra a entrar a las habitaciones de los demás.

— Sr. Fox. — hago una pausa y ladeo la cabeza — No lo esperaba. ¿pasa algo? — ante mi expresión preocupada, él solo muestra una risueña sonrisa.

— No. — niega con la cabeza — Lo encontré afuera cazando, en esta casa los ratones no nos visitan hace mucho. — explica mientras el gato negro corre por la habitación y de un salto sube a mi regazo. Acaricio el pelaje.

— Creo que hace casi tres días que no come. — murmuro — No quiero que enferme, pero la verdad es que no sé qué hacer... la comida para gatos no le gusta.

— Supongo que es un naturalista. — comenta y con un movimiento de su mano derecha y el puño cerrado de la izquierda saca un ratón muerto en la palma de la misma. Entra al cuarto y con cautela se sienta a mi lado. El gato inmediatamente salta sobre él y toma entre dientes el cadáver.

— ¿Lo has leído? — pregunta cuando su vista se cruza con el libro.

— No lo he terminado... — bajo la cabeza.

— ¿Decepcionada?

— ¡No, claro qué no! — replico — Es que... tenía la esperanza de que me ayudara a entender este símbolo.

— Yo también. — concuerda.

— ¿Usted no lo sabe?

— No, Hope. — frunce los labios — Quizás Claus tenía la respuesta, pero Claus está muerto.

— ¿Y qué hago?

— Hope, el día de la muerte de Cassandra yo estuve ahí. Su nieto me buscó, la fallecida había solicitado mi presencia. — hace una pausa — Ella dijo que tu destino estaba trazado en esa marca.

Irracional I: La Búsqueda. (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora