La noche aún no terminaba y por más que intentaba no concentrarme en el tiempo, mi paciencia se agotaba. Tomé una copa de sangre y mecí el líquido con mi mano. La presencia de Sky le daba un nuevo aire de esperanza a la situación. Si él lograba convencer a Laura de salir de aquí, entonces tendría el camino libre para planear algo contra Evan. El problema era que tenía la sensación de que esto no sería tan fácil. Tenía mucho que aprender y sabía que él no se inmutaría a enseñarme todo por miedo a que me volviera más fuerte. El diario se convertía en mi única fuente de conocimiento y estaba ansiosa por poder leer más. Pero tenía que aprovechar cada segundo, así que me dediqué a observar a cada uno de los miembros de El Pentágono. Los líderes no eran vampiros, su corazón latía como el de un humano; pero tampoco lo eran. Sus pieles no eran pálidas y tampoco eran tan jóvenes. Courtny debía tener unos treinta, Megan pasaba de los cincuenta; aunque su vestido blanco y el exceso de maquillaje le cubrían las arrugas, Fabio Fox tenía como setenta, la barba grisácea le llegaba al pecho cubierto por una túnica azulada y Verónica Sale también apostaba a unos treinta años. Eran magos todos. Entre los guardias había dos elfos, altos y con facciones delicadas en el rostro (Brenda y Luke Armstrong). Percibí la furia de una de los guardias de las capas blancas (Hether Green), la temperatura de su cuerpo era demasiado caliente y se sentía desde donde estaba; el aprendiz de su grupo y Alex Smith de las Verdes, emanaban el mismo calor. No se me ocurría otra especia para ellos que los lícanos. La aprendiz de los Azules era maga, los demás eran vampiros. Fijé una vez más la vista en David Baker, desde que bailamos no me había dirigido la mirada, se comportaba como si nunca se hubiera acercado de esa forma a mí. Lo intrigante era los ojos de Fabio penetrando mi cuello, como si buscara algún indicio de que era una mentira de Evan que yo fuera diferente.
Sentí su aliento pegando a la nuca, decidí ignorarlo, pero su humor no era nada bueno desde que había entrado de nuevo a la fiesta. No tuve más remedio que girarme y darle la cara. Tomé un trago de sangre para darme fuerza.
— Tardaste.
— El gato es muy escurridizo. — mentí.
— Excusas... — tomó mi mano, colocó su dedo pulgar en muñeca y apretó las arterias más próximas a la piel. Eso provocó que todo el brazo comenzara a arder por dentro. — Hay ciertos puntos en el cuerpo de un vampiro en el que .... — aplicó más fuerza, las rodillas se doblaron y casi caigo al suelo de no ser porque su brazo aguantaba mi espalda. El ardor se agudizó y ya la mayor parte de mi pecho comenzaba a quemarme. — la sangre no se enfría. Con un pequeño estímulo puedo hacer que circule por tus venas. — paró. La temperatura disminuyó poco a poco, recuesté mi cuerpo a una columna. Él acerca su boca a mi oído y murmura — Rachel y Kevin regresarán mañana al amanecer, no encontraron nada.
— Solo por curiosidad, Evan ¿cuántas líneas ferroviarias y casas abandonadas hay en el planeta? — pregunté con sarcasmo. Por más que me lastimara, no lograba que yo sintiera miedo hacia él. Introdujo su mano entre mis cabellos por la parte de atrás del cuello. Las dos primeras visiones se colaron en mi mente, pero antes de llegar a la tercera me aparté. — No quiero que juegues con mi mente, Evan. — dije en tono amenazador.
— A la pequeña vampirita le gusta desafiarte, Anderson. — comentó con una carcajada Miranda que pasaba en aquel momento por nuestro lado. Se alejó con una sonrisa maliciosa.
— Para cuando lleguen, las quiero listas. Nos mudaremos a otro lugar. — susurró
— ¿Sabes cuánto trabajo pasamos Laura y yo para arreglar este lugar?
— No protestes. Callada te ves más linda. — besó mi mejilla y se alejó.
Después de la media noche, los invitados comenzaron a irse. Eché una última mirada a David, para mi sorpresa sonrió y me guiñó su ojo verde. Quedé en shock por su atractivo gesto, pero desapareció del umbral de la puerta antes de poder recuperarme. Creo que nunca en la vida me habían guiñado el ojo. Por supuesto, que jamás se me acercaba nadie cuando era humana.
Entré a la pequeña habitación y me quité los zapatos y el vestido. Metí mis piernas en un jean negro elastizado y me pongo una blusa blanca de dos tallas más de la mía encima del sujetador. Calcé mis pies con unas zapatillas Converse negras y guardé al descuido el conjunto comprado por Evan. Agarré el diario y registré en cada página buscando algo de utilidad, pero solo había informes sobre los humanos, la ciencia, la tecnología y todo lo referente a su especie. Después de diez informes, me percaté que ninguno tiene fecha. Lo peor era que ya había terminado la mitad del libro y nada. No tenía ninguna pista sobre la Próxima Puerta (como la llamaba) y si no lograba descubrir el lugar exacto el 21 de marzo, no podría esperar 100 años más. A menudo me planteaba dejarlo todo, arrastrar a Laura a alguna parte dónde Evan no la encontrara y marcharme con Sky. El problema era que el pelirrojo nos perseguiría, además de que siempre que pensaba en ello me invadía la necesidad de encontrar Mynia, como si me atrajera demasiado lo que fuera hubiera allá. Aparte de todo eso, no lograba sacarme una pregunta de la cabeza; si nunca le interesó Mynia, siempre trató de llevar una vida normal y tampoco parece importarle lo que haga Evan con su maldita "forma de vida", entonces ¿por qué Sky vino a investigarlo? Conociéndolo bien, había pasado algo; él no era tan indeciso.
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Irracional I: La Búsqueda. (Finalizada)
FantasiLIBRO I COMPLETO EN EDICIÓN Una chica como yo quizás nunca debió ser humana y antes de conocer el mundo en que vivo, sabía que no pertenecía a ellos. Es irónico tener que abandonar a quienes quiero por un típico accidente de tránsito cuando jamás fu...