Capítulo 25

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La música salía de las teclas del piano e invadía el salón. Había unas diez parejas en la pista de baile, pero las Capas se limitaban a observar con demasiada atención hacia Evan, Laura y a mí. Sin embargo, David Baker; guardia de las Capas Azules, decidió hacer su investigación privada y más cercana sobre la nueva Pura. Lucía un esmoquin azul muy oscuro con corbata, peinaba su cabello negro y gris hacia atrás con un mechón que le cae sobre la sien, cejas gruesas y bien oscuras, tan pálido como yo, tenía un ojo azul marino y el otro verde mar, nariz redondeada en la punta y en la comisura del labio inferior llevaba un piercing de plata. Torció una sonrisa mientras yo posaba mi mano sobre la de él. Me llevó al centro del salón, colocó una mano detrás de mi cintura y me atrajo más hacia él. Puse la mía en su espalda y dejé que me guiara con sus movimientos.

— ¿El gato es suyo? — preguntó con la mirada baja. El pequeño animalito estaba quieto, sentado en sus patas traseras y observaba con curiosidad a mi acompañante.

— Me persigue, así que ... supongo que sí. — contesté volviéndolo a mirar.

— Dígame algo, ¿por qué está con Evan? No es la mejor opción.

— ¿Por qué baila conmigo? ¿Por qué se unió a las Capas Azules? Todos tenemos razones, incluso secretos que no deseamos exponer. — Rió por lo bajo y no pude evitar seguirle.

— En su caso, la voluntad no la acompaña. — susurró en mi oído.

— ¿Es tan obvio? — pregunté con una sonrisa

— No, pero reflejó en su rostro el alivio cuando Evan la dejó.

— Tampoco te agrada. — afirmé

— Pero es un hombre respetado y temido. Aun no entiendo la razón.

— Espero que nunca tengas que enterarte. — aparté la vista un segundo, el pelirrojo me observaba con atención desde el otro lado de la sala con la décima copa de sangre en la mano. — ¿Por qué será que no siente ningún afecto por ti? Me vigila.

— Chocamos hace cien años. No fue un encuentro muy divertido. — se quedó un rato pensativo — No caiga en su juego, por favor. — pidió. La música cesó — Cualquier cosa, lo que necesite; llámeme. — me entregó una tarjeta azul con letras blancas diminuta y se alejó.

Arrugo el papelito dentro de mi mano, no quería que nadie se enterara de lo ocurrido con aquel desconocido. Tomé el gato del suelo, lo apreté contra mi pecho y metí la tarjeta dentro del sujetador. Me aparté de la pista de baile y me apoyé contra una columna cercana a una vidriera. Evan apreció detrás de mí.

— ¿Qué quería? — murmuró y antes de que pudiera responder un olor a chocolate penetró mi cuerpo formando un nudo en la garganta. Si fuera humana, el corazón ya se me habría desbocado.

— Lo mismo que todos los hombres. — hice una pausa y respiré con profundidad, pero ya no estaba. — Voy a tomar aire, regreso en unos minutos.

Salí de la iglesia, intentando no parecer desesperada. Rodeé el edificio, pero nada. Avancé unos metros por el bosque, fuera del sendero. La decepción me invadía "Estaba tan segura..." Una mano cubrió mis ojos y la otra mi boca. "No lo creo. ¡No puede ser!" Me giré sin previo aviso y lo abracé sin controlar mi fuerza.

— No pensé que viviría para verte vestida de esa manera. — comentó

— Ay, Sky, ¡cómo te extrañaba! — exclamé por lo bajo.

— También te extraño muchísimo. — me aparté para verlo con mis propios ojos. Llevaba una sudadera gris, un jean de mezclilla azul y Converse. — Déjame verte. — tomó mi mano y me hizo girar en torno a mi cuerpo — Tengo ante mis ojos la mujer más linda del mundo.

— No exageres. — lo abracé de nuevo — ¡No puedo creer que estés aquí! — rió a carcajadas. Empujó mi cuerpo hacia adelante para alejarnos de la maldita iglesia.

— ¿Ahora tienes mascota? — preguntó, ni siquiera me acordaba del gato. Seguro lo había dejado caer en el suelo con la emoción.

— No es mi mascota, pero me persigue.

— Ese gato es extraño, tiene una mirada muy expresiva. — lo levantó del suelo y lo sostuvo en el aire — Es aterrador.

— ¿Te da miedo el gato?

— No, ¿cómo crees? — lo soltó en la tierra y por alguna razón se alejó

— ¿Cómo me encontraste? — peinó su cabello con una mano.

— La verdad, no sabía que estabas aquí hasta que te vi salir de la iglesia.

— ¿Y qué haces aquí?

— Escuché que Evan ofrecía una fiesta el 31 de diciembre. Está tramando algo. — dijo mientras pasaba su mano por encima de mis hombros y yo por su cintura.

— Pues claro que está tramando algo; exhibir su nueva adquisición al El Pentágono. — sentí la sorpresa en su cuerpo. Besó mi cabello, preocupado. — Tranquilo, Sky. Él empezó el juego y yo estoy en el tablero, quiera o no. Tengo mis propias cartas bajo la manga.

— No encuentro a Laura en ningún lugar. — cambió de tema repentinamente.

— Está conmigo. — suspiró de alivio

— Me has quitado un enorme peso de encima.

— Lo siento, Sky; pero no es así. Evan la usa como garantía de mi lealtad. Lo peor es que tiene doble personalidad y la que predomina me odia a muerte. Necesito sacarla de la vista de Evan. Es demasiado débil, tengo miedo de lo que él pueda hacerle.

— Yo podría...

— Sería lo mejor, pero la rechazaste, Sky. No creo que quiera verte. — lo interrumpo

— Hope, no pienso sentirme culpable por ser sincero. — negué con la cabeza.

— Hiciste lo correcto. No te hubiera perdonado si la aceptabas por lástima sin quererla. — me quedé un rato callada, él no dijo nada — Sí, ayúdame a sacarla de allí. Por lo menos sé que tú no le harás daño. — accedí. El gato regresó y comenzó a arañar mis piernas; se detuvo cuando le presté atención.

— Tienes que irte. — dijo al final mientras acariciaba mi mejilla. Bajó la mirada, triste.

— Volveremos a vernos. — me alejé unos pasos cuando me detiene con su mano.

— Promételo, Hope... — pidió con desesperación en los ojos. Asentí y desapareció.

Irracional I: La Búsqueda. (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora