Capítulo 43

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Me encanta cuando el viento se escucha así, como un silbido casi constante que mueve las hojas de los árboles con tanta fuerza que parece que se van a caer las ramas y con enormes soplos como si intentara apagar una vela. También me gusta el silencio que lo antecedió, nadie en la calle después de la 1 a.m. o quizás sí lo había solo que los humanos hacen más ruidos. Aunque es irónico que cuando ese silencio fue interrumpido por susurros ardientes al oído, gemidos y jadeos que narran la pasión sobre el colchón; también me gustara. La ropa y zapatos tirados al suelo llevaban casi una hora allí. Dos cuerpos pálidos y desnudos yacen sobre la cama. Yo seguía pensando en si hacerlo otra vez sería muy exagerado de mi parte, pero no se podía negar que el sexo con David merecía la pena. Cuando escuchaba hablar a la gente sobre follar como si fuera algo extraordinario creía que eran puras exageraciones. Mis primeras tres veces fueron a los 14 años, cuando aún pretendía que me aceptaran. Mi único novio era dos años mayor que yo y eso solo hizo que me convirtiera en la envidia de todas las chicas del colegio. Sin embargo, nunca entendí hasta ahora si el problema era el chico o yo. Él parecía muy complacido al terminar de follar y yo fingía para no revelar que me sentía rara e incómoda. Es decir que la hermosa y romántica primera vez es el mito más ridículo he escuchado. No digo que a todos les haya pasado así, pero antes de David el sexo era solo dos cuerpos tocándose. De repente mi cerebro cambia el tema de mis pensamientos. No pude evitar divagar sobre lo que pasará dentro de dos noches. El equinoccio de marzo, cuando el día y la noche coinciden, después del último ocaso a la mitad... es decir, la siguiente medianoche. ¿Por qué luego de dos meses no logro dejar el asunto de Mynia en paz? Hasta la sed de venganza ha disminuido. Ir al instituto, cazar, estudiar y follar con David es lo único que hago. ¿Dónde está mi vida? Hace unos días habría dicho que esa era mi vida, pero ahora... ahora vuelvo a pensar que mi vida se acabó con Sky. Incluso he intentado evitar sentir las emociones de los demás por miedo a encontrar alguna parecida a las que sentía por Sky o tal vez sentir envidia hacia quienes tuvieran tal relación.

— Si fuera Sky estoy seguro de que sabría lo que piensas sin preguntar. — comenta David mientras acaricia de arriba hacia abajo el espacio entre mis senos con su dedo índice derecho. Le gustaba hacer eso.

— ¿Por qué te comparas con él? — le pregunto cerrando los ojos. La misma visión ataca nuevamente. El pasillo a oscuras rodeado de libros, el sonido de las risas de jóvenes en el aire y al final una ventana larga y rectangular excepto por la forma semicircular superior. Tenía los cristales sucios, pero se lograba ver como si afuera estuviera nevando. Frente a ella se alzaba a menos de medio metro del suelo una mesa circular de cerámica blanca y sobre esta el florero de cristal con una rosa negra. El agua se convertía en sangre, más en cada visión. Hoy solo quedaban unos dos milímetros, sabía que, si el primer líquido desaparecía por completo, aquella flor moriría. Abrí los ojos y me centré en el techo. La pintura exhibía una historia que nunca supe interpretar. Otra vez veía a una reina llorando porque le entregaba su hijo en brazos de otra mujer, una campesina con la ropa desgarrada.

— La humanidad. — dice David de repente. Lo miro sin saber de lo que está hablando. — La reina deja a su hijo con una campesina harapienta para que aprenda qué es la humanidad. Un rey que no conoce a su reino, no será nuca un buen rey. Sin embargo, aunque memorice cada sendero, arbusto o pierda en el camino; no podría gobernar un reino sin ser humano. Me refiero a la virtud, no a la especie. — giro la cabeza para mirarlo a los ojos, pero lo descubro observando la pintura. — Criado entre lujos solo aprenderá a contar su dinero. — agrega y luego fija sus ojos dispares en los míos. — Yo no me comparo con Sky, Hope... Tú siempre lo haces, solo pienso como tú para comprenderte mejor. — suspiro porque sé que, en cierta forma, tiene razón. Me sonríe, esta vez con su típico modo seductor. — ¿Puedes hacer de nuevo tu pregunta?

— ¿Qué?

— Pregunta lo que quieres saber hace tiempo. — ordena mientras se coloca arriba de mí apoyado sobre sus rodillas y las manos a los lados de mi cabeza. Sus ojos penetran los míos y varios mechones negros con pequeños grises cae sobre mi frente.

— ¿Dónde están las Capas Rojas? — murmuro.

— En el hemisferio norte, en las afueras de la mayor ciudad de la isla. — De repente mis escasos conocimientos de geografía tuvieron por fin un objetivo claro. Un rústico mapa del mundo se dibuja en mi cabeza.

— ¿Qué isla? — pregunto alerta.

— Gro-en-lan-dia. — susurra en mi oído dividiendo en sílabas la palabra. Suelta una pequeña risa al ver mi reacción por lo que supongo que debo tener una expresión de sorpresa en el rostro. Ladea la cabeza. — El círculo Polar Ártico atraviesa la zona que ocupan. — suspiro a la vez que cierro y vuelvo a abrir los ojos. David me besa, suave, lento, como si tuviéramos todo el tiempo del mundo. Echo atrás la cabeza cuando jadeo con la boca entreabierta y la espalda curvada. Mis pechos rozan sus pectorales y los pezones se endurecen. Tomo con mis manos las caderas del vampiro y las pego a las mía. El miembro duro presiona mi vientre y provoca que sienta la necesidad de tenerlo dentro. Gimo y me muerdo el labio inferior cuando sus dientes atacan mi pezón.

— ¿Por qué... sientes desprecio ha...hacia Evan...? — pregunto entre gemidos al recordar cuando nos conocimos en aquella fiesta

— Porque hace cien años... — hace una mueca cuando me penetra. Aferro mis uñas a su espalda y ahogo un grito. — fue cambiado por mí... Nunca superará el hecho de que nadie lo escogería pa...— entra de nuevo con más fuerza. — para formar parte del Pentágono. En el fondo .... los Negros, Blancos y Verdes solo tienen miedo... — sale y vuelve a entrar. Siento como se corre en mi interior, un segundo más tarde llega mi orgasmo. Cae sobre mi cuerpo, ambos agitados. Nuestra respiración se mezcla en el aire. Con su aliento en mi cuello termina su historia. — Fabio Fox supo probarnos de forma adecuada. En Evan solo vio maldad, crueldad y avaricia. Él ordenó que hicieran esa pintura que ves ahora. — dice refiriéndose al hecho de que veía el techo de la habitación — Para recordarme los principios de las Capas Azules.

— Con un líder así no pueden sentir rencor o deseo de venganza. — digo y comienzo a reírme — Nunca quisieron venganza contra Evan.

— Cierto.

— Fabio no logra decir una mentira, Anna es demasiado sincera — hago una pausa y giro la cabeza para verlo a los ojos. — Pero tú.... — sonríe, sabe que voy por buen camino — Tú sí sabes jugar. — me levanto y recojo mi ropa del suelo. Él se sienta en la cama. Cuando termino me detengo frente a David, quien coge mi trasero con sus manos y lo aprieta. — Te voy a extrañar, Dave — le digo y le doy mi último beso.

— Adiós, Hope.

Irracional I: La Búsqueda. (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora