¿QUIÉN QUIERE SER LA SEGUNDA OPCIÓN?

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CAPITULO 8

¿QUIÉN QUIERE SER LA SEGUNDA OPCION?

P.O.V. MIDORI

—¡Vaya que pegas duro para ser una chica!— Me dice Aries mientras se soba la mejilla donde segundos antes lo he golpeado.

—¡Y puedo hasta dejarte sin descendencia si vuelves a buscarme!— Lo amenazo— ¡No te quiero volver a ver! Lárgate con tu novia.

—Midori. Tenemos que hablar— Me dice en tono suplicante.

—No tenemos nada de que hablar. Tus mentiras y tu actitud ya lo dijeron todo.

Me doy media vuelta para retirarme. Pensé que mis amenazas de golpearlo en lo que tiene entre las piernas serían suficiente para que dejara de insistir, pero entonces me sorprende tomándome con fuerza entre sus brazos y metiéndome al elevador.

—¿Qué te crees que haces?— Le grito mientras el presiona el botón que nos lleva al quinto piso

—La chica que viste no es mi novia. Es mi hermana

Empiezo a reír ante su cinismo.

—¡Sí, claro! Y por eso te asustaste cuando te miré con ella. No, Aries, a otra estúpida con ese cuenta. ¡Conmigo no!

El elevador pita cuando llegamos al quinto piso, pero entonces la puerta no se abre. ¡Nos hemos quedado encerrados!

—¡Ábrete, maldita sea!— Le grito a la puerta

Empiezo a ponerme nerviosa. Siempre que puedo evito usar elevadores porque soy claustrofóbica, y este imbécil a sabiendas de que es uno de mis miedos viene y me mete por la fuerza en uno.

Mi corazón comienza a latir desesperado. Siento que me ahogo. De pronto en mi mente me hago historias donde me quedo aquí encerrada y me pregunto cosas que sólo a mí se me ocurren ¿Y si estando aquí hay un incendio en el hotel o un terremoto en la ciudad y me quedo atrapada?

Comienzo a agitarme, y entonces Aries pone sus manos sobre mis hombros, me obliga a girarme y me estrecha entre sus brazos. Si no fuera porque estamos dentro de un lugar que me aterra y sintiendo miedo juro por el kami que lo apartaría de mi lado de un golpe, pero en este momento lo necesito.

—Tranquila. Pronto vendrán a sacarnos— Me dice.

Levanto mi rostro para mirarlo, pues aunque yo soy alta, él lo es mucho más que yo, y entonces me encuentro con sus peculiares ojos color violeta.

—Sé que debes pensar lo peor de mí. Primero te miento y te digo que no estoy en Cambridge, luego huyo del centro comercial con mi hermana haciendo que las cosas parezcan distintas de lo que son, y ahora te meto en un lugar sabiendo que te aterra. Parece que todo lo hago mal, pero lo hago para protegerte. Perdóname.

—¿Protegerme de qué?— Pregunto desconcertada.

—De mi hermana, de mi madre, de su novia.

Llega alguien a abrir el elevador, y recuperando mi tranquilidad al saber que no me quedaré ahí atrapada lo empujo porque ya no necesito la seguridad que me proporcionaba estar entre sus brazos.

—Así que madre— Le digo burlonamente cuando salimos del elevador dirigiéndome a las escaleras para regresar al segundo piso que es donde está mi habitación, pues no pienso volver a subirme al elevador.— Aries. Me dijiste que no tenías madre y que al nacer a tu melliza y a ti los había adoptado un político viudo y cuarentón que ya tenía una hija adolescente. Sólo te enredas en tus mentiras. Ya mejor ni me busques.

EL SECRETO DE SAILOR JUPITERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora