BUENA O MALA SUERTE

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CAPITUL 15

BUENA O MALA SUERTE

Andrew acostó a la mujer rubia en el piso. Su nivel de estrés estaba al máximo al tener a dos mujeres desmayadas, a un anciano gritando cosas sin sentido y a ningún médico o cualquier persona cuerda que pudiera ir por ayuda, pero debía mantener la sangre fría , decidir en cual de las dos poner sus esfuerzos para salvarle la vida, así que sin pensarlo mucho decidió hacerle la reanimación cardiopulmonar a la doctora.

¡Déjalas ya! Exclamó el anciano ¡No vas a salvar a ninguna! ¡Van a morir! ¡Todos vamos a morir y tú eres el único que puede salvarse si es que aún no termina tu buena suerte!

Los gritos de aquel anciano excéntrico lo tenían irritado. ¿Miedo? ¿Miedo a estar en la morgue? ¡En lo absoluto! Pese a que a más de una persona le daba miedo pisar la morgue, era demasiado escéptico como para creer que uno de los cadáveres se levantaría para ir a atormentarlo, y repulsión tampoco le daba pues desde primer semestre de la carrera ya había visto a más de un cadáver en el peor estado de descomposición que nadie podría imaginarse. Lo que sí le daba miedo era no hacerlo bien, estar por primera vez haciendo una reanimación cardiopulmonar manual sin supervisión de un doctor con experiencia; y era evidente que aquel anciano al verlo tan joven no creía en su capacidad pues no se cansaba de repetirle que no las iba a salvar.

¡Cállese y vaya por ayuda! Le gritó al anciano

Era extraño que no hubiera nadie en aquel lugar que de cualquier manera nunca estaba solo y que ningún médico, personal de enfermería o camillero llegara pese a que había pulsado el botón de emergencia y que el anciano no paraba de gritar. Estaba perdiendo la esperanza y la confianza en su capacidad, pero entonces al fin sintió como el corazón de la doctora Mizuno volvía a latir y vio como entreabría sus ojos.

¡Doctora Mizuno, gracias al Kami!Exclamó mencionando a una deidad en la que estaba lejos de creer.

Se dirigió hacia donde estaba la mujer rubia cuyo rostro le parecía familiar. Le tomó el pulso y se dio cuenta de que su corazón había dejado de latir. Sabía que quizá de haberle hecho la reanimación cardiopulmonar podría estar viva; sin embargo, nadie había acudido cuando presionó el botón de alarma ni cuando gritó pidiendo ayuda, ni pese a los gritos de aquel anciano; entonces, sin ser aún médico se había tenido que enfrentar a tener que decidir a quien salvar; y tanto por utilitarismo como por el hecho de ya conocer a la doctora había descartado a la mujer rubia. Sabía que como médico quizá en algún momento se tendría que enfrentar a tener que elegir a quien salvar y a quien no; pero no esperaba que fuera tan pronto, y por supuesto no era agradable.

¡Perdón!Susurró al cadáver de la mujer rubia. Preguntándose si tal vez aquella mujer madura pero aún joven tendría hijos que habría dejado huérfanos, o a alguien que la esperara en casa.

¡Furuhata! Escuchó la voz de la doctora Mizuno llamándolo y se acercó a ella.

¡Doctora Mizuno! Ya pulsé el botón de emergencia, pronto llegarán los refuerzos.

Dile a mi hija que...

La doctora Mizuno no terminó de hablar, pues de nuevo perdió el conocimiento; y en esta segunda ocasión la reanimación cardiopulmonar no sirvió de nada.

Eres ciego y no te quieres dar cuenta. Escuchó la voz del anciano, y al voltear a verlo miró como se llevaba la mano al pecho y se tumbaba al piso.

EL SECRETO DE SAILOR JUPITERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora