REVELACIONES: HIJOS DEL FUEGO

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EL SECRETO DE SAILOR JUPITER


CAPÍTULO 41

REVELACIONES

P.O.V. SERENITY

¡Vaya que la chiquilla es testaruda como su estúpida madre y su padre!

Cualquiera sentiría miedo de que una voz de alguien que no puede ver le esté hablando, sin embargo ella tiene el descaro de retarme y de burlarse de mí; pero, tal como la expresión burlona de su madre desapareció de su rostro cuando le conté como torturé a Motoki antes de ejecutarlo; también la de ella desaparece cuando comienzo a narrarle como comencé a torturar a su madre haciéndome escuchar por ella seis meses antes de que muriera.

—¿Qué le hiciste a mi mama, desgraciada?— Me pregunta rabiosa mientras trata de incorporarse.

—Lo que escuchaste, maldita esclava— Le respondo.

Me habría gustado contarle sobre el pacto que hizo su madre para salvar el alma de su eterno amante; sin embargo, la maldita diosa de la muerte me ha silenciado para que en caso de querer contarle ese suceso a la reencarnación de Motoki o a su hija mi alma atrapada en el tártaro sufra un dolor peor a la tortura eterna a la que fui condenada luego de morir en la guerra que destruyó mi reino.

P.O.V. MIDORI

—¿Por qué, maldita bruja?— Grito furiosa luego de escuchar que el espíritu de la bruja de Serenity torturó a mi madre antes de morir pidiéndole que me matara a mi padre o a mí — ¿Por qué?

—Porque por culpa de tu miserable madre mi reino cayó— Me responde con rabia esa desgraciada salida del averno— Si ella no le hubiera metido ideas a mis senshis, si hubiera peleado de verdad en la batalla final el Milenio de Plata no se hubiera extinguido.

—¡Mataste a quienes fueron sus padres en el Milenio de Plata!, ¡Le arrebataste los poderes a su hermana! ¡Mandaste a ejecutar al hombre del que estuvo enamorada en ese tiempo! ¿Qué esperabas, maldita bruja?— Le reclamo rabiosa.

El espíritu de Serenity comienza a reír burlón, provocando que me llene de ira, pues al ser un ente sin cuerpo material, aunque quisiera no podría agarrarla a golpes como ahora lo estoy deseando; sin embargo, su risa socarrona es seguida de un alarido de profundo dolor que parece escapar de su ¿Garganta? ¡Llamémosle así!, aunque obviamente esa arpía no tiene una pues carece un cuerpo que albergue su podrido ser.

—¡Déjala en paz, harpia desgraciada!— Le grita una voz femenina que me parece conocida, aunque no sé de dónde; y de pronto, de nuevo me quedo en medio del silencio, aunque con más dudas que respuestas.

¿Por qué será que la voz de la desgraciada le pedía a mi madre que en caso de no querer entregarme a la dinastía lunar escogiera entre matarme a mí o a mi padre? ¿Será simplemente para torturarla porque la odiaba desde el Milenio de Plata o habrá algo más de todo eso que ni yo ni mi padre sabemos?

De pronto, siento miedo al pensar que quizá el alma de mi madre no descansa en paz. ¿Habrá manera de saberlo? ¡Ahora más que nunca debo buscar el momento de escapar con vida de aquí! No solo por mi padre que sufriría si llega a perderme a mí que soy lo único que le queda de mi mama, sino también por mi madre… ¡Por ella que pese al dolor no fue capaz de matarme en la cuna! Y que luchó para que yo tuviera una vida plena y feliz, como la que ella hubiera merecido tener al lado de Motoki en el Milenio de Plata, y al lado de mi padre en su última reencarnación. Además, debo averiguar si su alma descansa en paz, y de no ser así, buscar la manera de ayudarla.

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