DESTINO

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CAPITULO 2.

DESTINO

Hoy salí temprano de clases así que pasé al supermercado a comprar ingredientes para hacer yaquisoba y un pastel de matcha con chocolate blanco ya que es cumpleaños número cuarenta de mi padre y quiero celebrarle con su comida favorita. Sí, aunque mi padre luzca como un hombre entre veintiocho y treinta años y lo lleguen a confundir con mi hermano mayor, lo cierto es que ya tiene sus años a cuestas.

¿Dije ya que soy una aficionada a la cocina? Pues sí. Lo soy y aprendí desde temprana edad, y no, no es porque me obligara mi padre; pues de hecho tenemos el refrigerador lleno de comida prehecha que sólo necesita meterse al microondas y siempre me deja suficiente dinero como para que pida lo que yo desee a domicilio; sin embargo cocinar es algo que me apasiona y cuando no tengo mucha tarea o en vacaciones suelo cocinar para los dos nada más por el placer de crear y experimentar con nuevos platillos y sabores.

Llevo el pastel a la mesa, acomodo dos platos y entonces escucho como la puerta se abre.

—¡Feliz cumpleaños, papá!— Grito cuando lo veo entrar y le doy un fuerte abrazo.

—Hija. Muchas gracias, no te hubieras molestado.— Me dice mientras esboza una sonrisa.

—No es molestia celebrarle al mejor papá del mundo ¿Comemos?

—Pues sí.

Aunque aquí en casa cada cual acostumbra servirse su propio plato, en esta ocasión por ser especial sirvo yo la comida.

—Es delicioso.— Comenta papá.— Heredaste el talento de tu madre para cocinar.

—Y ya que hablamos de mamá. ¿Podrías continuar contándome la historia?

—De acuerdo.— Dice papá.— Ya te conté que quedó huérfana a los seis años. Que su vida en el siglo XX no era la primer vida que vivía. Que era la reencarnación de una Sailor Guerrera y que junto con sus amigas utilizaban sus poderes para proteger a la tierra y sus habitantes de enemigos de otros planetas que atacaban la tierra.

—Sí— Le respondo.— Y también que el último enemigo contra quien pelearon fue una tal Sailor Galaxia y que en cada batalla mi madre junto con las otras Sailors estaban obligadas no solo a cuidar de la tierra y sus habitantes, sino también proteger a la princesa y más fuerte de todas las sailors incluso con su vida. Bastante injusto ¿Por qué no le decías nada?

—Pues porque cuando todo eso estaba sucediendo yo no sabía que ella era una de las Sailor Scouts y aún no había nada entre nosotros. Incluso yo creía que las sailors era una leyenda urbana creada por la menta de alguna persona muy fantasiosa, y además me enteré de la verdad años después.

—Bueno. Ya cuéntame. Quiero saber como lo descubriste, como te enamoraste de ella

—Aun falta para eso. Voy a continuar donde me quedé ayer. ¿De acuerdo?

—Ya que.— Contesto resignada.

19 años antes

Tokio, Japón...

Aquel día de verano había sido un día muy agotador en el Crown Center para todos los empleados, pero en especial para Andrew y su hermana Unazuki, pues uno de los cocineros (y de hecho el mejor que tenían) que se encargaban de preparar los postres y platillos que se servían en el área de cafetería había renunciado de un día para otro sin dar mucho tiempo de que buscaran el reemplazo, así que el trabajo para los dos hermanos Furuhata se había intensificado, sin embargo necesitaban un reemplazo tan pronto como fuera posible pues Unasuki sólo sabía cocinar cosas muy básicas y Andrew, bueno, él en lo que se refiere al arte culinario era un desastre, y no por nada se alimentaba de sopas instantáneas y pizzas o de la deliciosa aunque poco saludable comida que vendían en el área de la cafetería del Crown Center.

EL SECRETO DE SAILOR JUPITERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora