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La pequeña niña se encontraba sentada en el asiento trasero del coche, sus lentes obscuros y prenda la hacían destacar junto a el montón de bolsas de distintas marcas

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La pequeña niña se encontraba sentada en el asiento trasero del coche, sus lentes obscuros y prenda la hacían destacar junto a el montón de bolsas de distintas marcas.

Podríamos decir que su padre le estaba comprando todo lo que pedía para llenar ese vacío que había dejado luego de siete largos años.

—Es la última tienda—señalo el enorme edificio enfrente suya—Iremos rápido por que ya es tarde y tu mamá te esta esperando en casa.

—Vamos Oyuki—le habló su hermano abriéndole la puerta y extiendole su mano como todo un caballero.

Soñada por tantas cosas acomodo sus lentes y la pequeña corona.

Ambos hombres la protegían como sus guardaespaldas, lo que la hacían sentirse mucho más linda o querida, era un nuevo sentimiento y realmente le encantaba.

Entraron a la tienda y caminaron siguiendo los pasos de la albina.

—Quiero eso—declaró sonriendo levemente.

—Eso es de niño... —aclaró el padre tomando la ropa en sus manos.

—¿Y que tiene? Es bonito, también llevaré ese.

Extrañados se miraron entre sí.

—Pero no es de tu talla—informó el peli negro.

—No importa—exclamó lanzando al carrito un par playeras y suéteres tallas más grandes que el de ella.

Ya no era ropa femenina o accesorios de niñas, solo cosas de niños; aun así ambos hombres no decidieron opinar o cuestionar nada, era el día de Oyuki después de todo.

Terminando de pagar la fémina quedó dormida en brazos de Tenma, para cuando volvió a despertar ya se encontraba en casa y en su cama. Giro y volvió a girar, cerro los ojos intentando dormir pero no lo logró, cansada miro el techo por unos minutos.

Brinco de la cama pensando que todo había sido un sueño, pero se equívoco, todas las bolsas se encontraban regadas por la habitación. Adormilada entró a la sala, su mamá se encontraba dormida en el sofá con la tele encendida y un plato con algunas palomitas.

Había llegado tarde para la noche de películas que su madre le había prometido.

—Voy con Kei—le habló a su madre.

—Antibiótico cada ocho horas—respondió la mujer soñando. Los fines de semana era cuando descansaba... Pero parece que hasta en sus sueños también trabajaba esos días.

Camino de puntillas a la puerta del departamento y salió corriendo al edificio de a lado, más específico a cierto piso y número. Tocó la ventana de la habitación de su amigo y se paro de puntillas para asomar la cabeza.

—Pss, Baji, pss—susurro/grito al niño—Oe Kei—volvió a insistir sin obtener respuesta—¡Baji Keisuke!

—¡Ah!—grito el niño levantándose de su cama asustado—¿Oyuki, qué rayos haces aquí? ¡Son las cuatro de la mañana!

𝙌𝙪𝙚𝙚𝙣 𝙁𝙧𝙤𝙨𝙩 || Baji Keisuke ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora