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Suspiro mirándose en el espejo, acomodando el cinto blanco y las botas del mismo color

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Suspiro mirándose en el espejo, acomodando el cinto blanco y las botas del mismo color.

—Las medidas están perfectas—comentó Baji viendo desde la puerta.

—Me gusta... —murmuro girando sobre su eje—Tiene un toque de 1980.

Consistía en una falda negra por debajo de las rodillas y una camisa del mismo color de mangas largas, con los toques dorados que mostraban elegancia y poder.

—A mi también me gusta—concordó estirando sus brazos y levantando sus piernas mientras se acercaba hasta la albina—Pero no se si me deje moverne libremente.

—Pues provemos—exclamó lanzando una patada a la cabeza de su amigo que fue detenida con el antebrazo del contrario.

—Me alegro que te agregara un short—dijo bajando la mirada a la falda recorrida—Eso me dolió.

—Que bueno.

—Vámonos antes de que tu madre llegue y la mía despierte—susurro apuntando con la cabeza la ventana.

—Aun no puedo creer que vivimos juntos.

—Yo tampoco, es extraño ver tu pálida cara de abuelita todos los días y a todas horas.

Recibió una patada en su espinilla que lo hizo doblarse de dolor.

—Creo que me voy ha adelantar—informó sonriendo con falsedad. Saliendo por la ventana de un brinco y miro al peli negro listo para seguirla.

Apenas avanzaron unos pasos una luz los encandiló a ambos. El reconocido carro de la doctora les tapaba el camino.

—¡Niños!—grito la madre de Oyuki bajando del vehículo—¿A donde van tan temprano? Apenas esta saliendo el sol.

—Atrapados—exclamó Baji levantando los brazos como un criminal.

—Una foto, nos vamos a tomar una foto con los chicos—dijo tranquila, pues no estaba mintiendo del todo.

—Están... ¿Utilizando trajes? Como los pandilleros—inquirió preocupada—En que se metieron.

La cansada mujer masajeo el puente de su nariz; había trabajado todo la noche en el hospital y se va enterando que su hija se encontraba metida en una banda de criminales.

Había confiado mucho en ellos.

—Todo está bien mamá—habló con voz serena para tranquilizar a su madre—Solo somos los chicos y yo.

—Oyuki, Keisuke, regresen a casa—demandó con autoridad—No saben en lo que se están metiendo, están castigados los dos.

Fruncio el ceño deteniendo a su amigo que estaba a punto de regresar—Adelántate, yo te alcanzó—ordeno pasándole unas llaves.

𝙌𝙪𝙚𝙚𝙣 𝙁𝙧𝙤𝙨𝙩 || Baji Keisuke ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora