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Su punto de encuentro

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Su punto de encuentro.

El escondite perfecto para pasarla juntos sin interrupciones según el rubio.

Mikey se encontraba acostado arriba de la albina, abrazando su cintura y escondiendo su cara en su cuello, respirando el dulce aroma del jabón corporal de lavanda y rosas impregnado en su suave piel pálida.

Ambos en en la casa de Oyuki y más específicos en su cuarto.

Como si de un niño pequeño se tratara le gustaba recibir caricias en su cabeza y ser consentido, las gentiles manos lo tranquilizan demaciado que quería dormir y estar con ella por siempre. Sentía los besos en su oreja, dándole algunas veces cosquillas por dichos cariños.

—Te amo... —susurro en un ronroneo frotando su cabeza contra la albina.

Sabía que no podía presionarla a decir esas palabras, después de todo le había dicho que esas fueron las últimas palabras que le dijo a su madre antes de morir. Dejando en claro que ella no podía volver a decirlas, al menos no ahora.

—Yo también.

Puede que no pudiera decir las palabras 'te amo', pero saber que lo quería era suficiente para él y su corazón que palpita como un maniático al estar con ella.

—Me dejarías intentar algo—levanto su cabeza mirando a Oyuki ansioso. Tenía una linda sonrisa divertido—Por favor—suplico alargando la última o, poniendo una cara de perrito abandonado y unos ojos de sufrimiento.

Débil contra esa cara término aceptando—Esta bien.

Apenas consiguió su permiso sonrió travieso; levantando la enorme playera que tenía puesta la contraria para meterse y acostarse en sus pechos agusto. Dio un pequeño respingo al ver lo que hizo.

Estaba agradecida por traer un brasier esa tarde, ya que normalmente se lo quitaba en casa o lo cambiaba por alguno más cómodo para dormir.

Por su cabeza paso la imagen de un bebé, su actitud infantil y los mimos que pedía le recordaba a un niño pequeño que necesitaba amor. Y ella feliz se lo daría.

Beso su cabeza por encima de la playera y paso sus brazos para acariciar su espalda, eso le encantaba.

—¿Quieres ver lo que te traje de Canadá?—le preguntó con suavidad, esperando que no se haya dormido tan pronto.

Su cabeza paso por completo la playera y sus rostros quedaron pegados.

—Quiero, quiero.

—¿No puedes esperarte a mañana? Aún no lo guardo en una caja o papel—comentó acariciando su mejilla.

Imperativo negó repetitivo, insistiendo que le diera su regalo pronto.

—Dame—dijo mostrando un mohín molesto.

𝙌𝙪𝙚𝙚𝙣 𝙁𝙧𝙤𝙨𝙩 || Baji Keisuke ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora