Capítulo 2

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Mis primeros años en la cabaña no fueron del todo fáciles, ya que lo unico que podía hacer a mis cortos 7 años, era preparar bocadillos y cultivar, eso me mantuvo viva por un momento, pero luego la ausencia de vida alrededor de mí me afectó poco a poco, recordando el ataque a la aldea.

Antes de que las llamas alcanzaran la reliquia que protegía la aldea de toda intención sucia y de calamidad, pude mantenerlos a salvo gracias a que los invasores no sabian nada sobre la entrada secreta (la cual era subterránea), ciertamente me es gratificante entender las enseñanzas que me dieron junto a los demás niños de mi aldea, saber que las historias que nos contaban en realidad eran parte de hechos de nuestros antepasados.

Lo que tengo entendido de nuestros orígenes es que venimos del extenso desierto al sur de Snezhnaya pero a una distancia considerable en el norte de Natlan , específicamente de un clan del oasis cercano al pueblo de la arena.

Nuestras costumbres no son más que proteger el gran oasis de las calumnias del vasto desierto, por ello que las probabilidades que alguien tenga una visión se determinan por la elección de nuestros antepasados para el elegido. Mi padre evidentemente era uno de ellos en su generación, por eso era muy respetado en la aldea y nuestra familia pasó a ser la rama principal del clan.

Cosas como esas no me eran de gran peso ya que sigo sin comprender cosas de mi clan, pero al menos tengo el gran libro de Graekk para comprobar, lo malo de todo el asunto es que me empezaron a enseñar a leer un mes antes de la gran tragedia.

Por fortuna he podido defenderme los primeros días con los conocimientos que mi padre me ha dado para sobrevivir, al igual que mi madre con cocinar y a cultivar plantas.

No tengo mis pertenencias ya que solo me lleve conmigo las reliquias del clan, pero no era nada de preocuparme si el mismo señor Ragnvindr me aseguró que lo que busco para vivir está en mi entorno, algo que me hizo acostumbrarme a toda la naturaleza a mi alrededor.

Agradezco totalmente que él se hiciera cargo de mí a pesar de que fueran en días diferentes, igualmente la dicha de verlo de vez en cuando era suficiente para que no me sintiera sola. Me enseñó a leer completamente y también me muestra cosas de otros lugares como libros o artilugios raros.

A pesar de toda su ayuda, mi sensación de sentirme muy chiquita para vivir en la naturaleza de mondstandt era muy tenebroso, el señor Ragnvindr siempre me decía que nunca me acercara a las criaturas extrañas del exterior y menos a personas extrañas. Muchas de sus advertencias me sirvieron de guía para sobrevivir en la bella nación de viento.


-Y así es como paré en este oscuro lugar... ¿qué me cuentas tú? ¿Te suelen pasar muchas cosas?

-Dadaa...- expresa mi compañero de la vista que estamos compartiendo en el risco en el amplio vendaval del valle estelar.

-¿Sabes, crees que seria bueno comer pescado otra vez?- Las únicas criaturas con las que convivia en el espeso bosque susurrante eran mis amiguitos amantes de las fogatas y la carne.

-¡¡Da muhe!!- comienza a bailar con emoción.

-Entonces busca a los demás para que me ayuden a pescar en levantaviento, allí estan nuestros pecesitos favoritos- Hago un ademán para que se apresure en buscar a sus amiguitos.

-¡¡Dadaaaa!!- mi amiguito busca a los demás con apuro.


Según me han advertido algunos mercaderes o aventureros, esos seres se llaman hilichurls y dicen ser muy violentos con cualquiera que se cruce con su terriorio, pero siendo muy sincera, son los seres mas amables que he conocido.

En los primeros días en los que me nació la valentía de salir a buscar comida, me temblaba el cuerpo con cada paso que avanzaba en el oscuro bosque, pero un día en singular tenia mas ganas de comer, algo mas que simples frutas o verduras crudas que ni llenaban mi satisfacción por la rica comida.

Yo buscaba más, algo jugoso, con buen olor y algo caliente... o al menos cocinado. El señor crepus me había regalado una daga para defenderme de cualquier extraño, entonces las dudas de mis habilidades de caceria no eran para nada experimentadas. Ese día ví que sería el destinado para comer ese buen manjar llamado filete de miel y esencia de naranja. Aunque la verdad me conformo con unas simples brochetas.

En mi camino en una cuesta llena de raíces sobresalientes, me distraje descuidadamente y caí de bruces en medio de un campamento hilichurl, si bien no reaccionaron bien, me acorralaron a un árbol frondoso, no tenía escapatoria. En ese preciso momento recordé lo que tenia en mi bolsa, y eso era mis dulces y preciadas valbayas, sin duda mi fruta favorita, pero en caso de vida o muerte era de ofrecer mi amabilidad y una disculpa por irrumpir a su zona.

Las extrañas criaturas espectantes de una infante temblorosa ofreciendo las translúcidas frutas en pérdon a la causa, decidieron parar con el bullicio para mirar de cerca a la pequeña. Los samachurls fueron los primeros en tomar la ofrenda, para luego asegurarse que la castaña no hiciera un movimiento sospechoso en ataque.

-¡Celi boya gusha!- exclamó uno de los más inteligentes entre la tribu hilichurl, obviamente un samachurl dendro.

-L-lo siento, no volverá a pasar, p-perdón...- estaba al borde del llanto, pero luego pasó a ser una expresión de verguenza al notar el sonido de mi pancita gruñir. No me alcanzaba para comer la cena y desayuno, un poco tiempo mas y perdía la razón.

Sin embargo, las desagradables criaturas según muchos dictan, se calmaron para que solo un grande e intimidante mitachurl se me acercara tomandome la mano con su enorme dedo para guiarme a la fogata donde asaban un delicioso pedazo de carne.

No entendía nada de lo que decían pero me ofrecieron agua y también unos insectos que obviamente evadí. Me dejaron un pedazo de carne para que luego todos se acostaran en el suelo a ver las estrellas como incentivo para dormir.

En fín, son criaturas de lo más amables, seguidamente voy con ellos para cazar y cocinar con ellos ya que expresan mucho "muhe, muhe" cuando agrego complementos a lo que preparamos. Ellos me suelen proteger de otros campamentos ya que al parecer entre hilichurls se pelean por los mejores territorios para vivir, por ello existe la rivalidad y a la vez de otra criaturas.

Luego de recordar como conocí a mis amigos, me apresuré para llegar a levantaviento, el mejor lugar para tomar siestas. Ellos ya habian llegado pescando a mano desnuda los peces del río.

Cada día era así, la pasaba con ellos para comer y luego regresaba a casa cuando se empezaba a poner oscuro, claramente nadie sabe donde queda la cabaña, el señor Ragnvindr decidió por ocultarla tras una gran cortina de hiedra, sinceramente el mejor lugar para vivir teniendo en cuenta el estar rodeada de lucettas y los rayos del sol invasores de la cueva artificial creada por hiedra.

La cabaña es super acogedora, llena de libros y también de artefactos raros que el señor Crepus resguardaba aquí como una cabaña de verano. Es precioso en todo sentido.

Con el pasar de los días esperaba a tal persona, pero nunca regresó, luego de días pasaron meses y luego años, sigo sin tener idea de lo que le ocurrió a mi héroe pelirrojo. Los pensamientos de abandono no fueron refutados pero tampoco comprobados, tan solo quisiera volver a verlo otra vez.

Claaaaro, a mi nada se me olvida, hace días veo a personas uniformadas de sombreros extravagantes y también cubrebocas, lo recuerdo perfectamente, las personas malas que mataron a todos. Pero sigo en mi viva ignorancia de quiénes eran los seres con burbujas de colores. Será una cuenta pendiente.


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Bueno, este es el el capítulo 2, a apartir de aquí ya notarán mas aspectos de la protagonista, o sea tuuuu. A pesar de la simpatía que ella sienta con lo hilichurls, sigo enojada con los que me avientan en los acantilados, si me caen mal los hijesumama.   

Abro hilo

Cuenten sus experiencias con estos seres a lo largo de lo que han jugado

¿Tienen la misma experiencia?

Para ser sincera, me encantó el evento de usar el diccionario para hablar con ellos, se pudo entender mejor de ellos.

Cuidenseee


Extraños - Diluc y lectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora