Capítulo 14: Mis deseos

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Abrió sus ojos con sorpresa, sudaba en frío y podía sentir en el ambiente que algo andaba mal. No importaba cuantas vueltas diera en el futón, no podía conciliar el sueño y lo único que rondaba por su cabeza era la preocupación por su hermano mayor. Sentía que pasaría algo malo.

Se levantó del futón, salió de su habitación y se dirigió al pequeño altar de su madre, se arrodilló y comenzó a orar con preocupación. —Madre, por favor cuida a mi hermano. —Senjuro esperaba que solo fuera una equivocación, un malentendido que se sintiera así.

Su padre, que estaba despierto y recargado en la puerta con los brazos cruzados en la habitación contraria, escuchó aquello de su segundo hijo, su semblante era tranquilo con un toque fuerte de preocupación pero decidió no interrumpir por lo que decidió retirarse de ahí. Siendo sinceros, compartía los mismos sentimientos que Senjuro.

—Más te vale regresar, Kyōjurō. —susurró ante la oscuridad de la habitación mientras caminaba hacia afuera a tomar el aire de la noche.

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El viento soplaba en un día que era muy hermoso, la luz del sol era bastante cálida para todos excepto para un demonio de pelo rosa que estaba escondiéndose en una cabaña.

Observaba desde la ventana como el sol iluminaba los frondosos árboles, suspiró con fastidio. Estaba aburrido y solo esperaba que su flamita llegara de su misión.

Sonrió con alegría y sus mejillas se tornaron en un color carmesí cuando escuchó que alguien abría la puerta. Sin pensarlo, se levantó y caminó por los oscuros pasillos hasta llegar a la entrada principal y ahí lo vio.

—Bienvenido, Kyōjurō. —se detuvo antes de llegar al rubio ya que éste estaba parado donde la luz del sol se encontraba. —Te ves hermoso, mi Flamita. —Akaza lo admitía, Rengoku no solo se veía hermoso ante la luz de la luna sino que, también y mucho más bello ante la luz del sol. Lamentablemente, no podía tocarlo cuando lo veía de esta última forma de lo contrario, moriría y quería estar mucho más tiempo con él.

—Estoy de regreso, Akaza. —El Pilar se acercó al pelirrosa hasta estar en la sombra con él.

Ambos se vieron a los ojos con una sonrisa llena de amor, estar así él uno con él otro era un sueño, y sin dudarlo, los dos juntaron sus labios en un profundo y apasionado beso.

Al separarse, se abrazaron como si uno de ellos hubiera hecho una decisión importante. Se vieron nuevamente a los ojos y el rubio tomó con suavidad las manos del demonio para posteriormente hablar con suavidad.

—Akaza, lo he estado pensando... Después de nuestra boda, cuando finalmente seamos esposos quiero pasar toda la eternidad contigo...

—Kyōjurō... —No podía creerlo, lo que más anhelaba se estaba cumpliendo; Si hablaba con Muzan sobre esto como era debido, entonces no lo molestaría por ello. —¿Eso significa que tu....?

—Así es. —amplió su sonrisa. —Acepto convertirme en demonio siempre y cuando pasemos juntos toda la vida.

—Toda la eternidad. —Akaza corrigió meloso.

—Te amo, Akaza...

—Yo te amo más, Kyōjurō, incluso más que la lealtad que le tengo a él...

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—¡Rengoku-san! ¡Rengoku-san! —decía Tanjirō con temor y preocupación, solo podía observar como el fuego poco a poco desaparecía ante una capa de tierra que dificultaba la vista, lo único que quería en ese momento era ver al Pilar sin alguna herida mortal.

Admitía que, en el poco tiempo que convivieron llegó a tenerle un gran aprecio y hasta más que eso. Realmente quería estar junto a él.

Inosuke por otro lado, estaba atónito ni siquiera se podía mover de lo débil que se sentía; en ese aspecto compartía el mismo sentimiento que el frentón que estaba a su lado.

La capa de tierra finalmente se había despejado, ya todo estaba claro y fue ahí cuando Akaza se dio cuenta de lo que había hecho.

Quizá fue la emoción de la pelea, quizá fue la pequeña fantasía que tuvo casi al término de la novena postura del rubio, tal vez fue su estupidez en ese momento por no percatarse de sus golpes pero, lo que había hecho ya no tenía vuelta atrás.

La Tercera Luna Superior abrió sus ojos con una enorme sorpresa y culpabilidad al darse cuenta de la realidad, escuchó y vio como Rengoku escupía sangre por la herida que él mismo le había provocado, ya no se podía retroceder en absoluto.

Tanjirō no lo pudo soportar y soltó un grito desgarrador con una enorme desesperación al ver que Akaza le había atravesado el plexo solar a Rengoku con su brazo.

—¡Vas a morir, Kyōjurō! —gritó con una angustia descomunal. —Conviértete en demonio o muere! ¡Eres uno de los pocos más fuertes elegidos!

La Tercera Luna Superior comenzó a intranquilizarse más de lo que ya estaba, la única opción que le quedaba era convertirlo en demonio por la fuerza para lograr que el ojinaranja se salvara de una muerte segura, necesitaba llevárselo consigo para evitar problemas debido a que el sol ya estaba por salir.

Tenía que tener cuidado de no sacar su brazo o de lo contrario, Kyōjurō se desangraría antes de siquiera convertirlo en un demonio. —Por favor...

Estaba a punto de saltar al bosque para adentrarse en el y evitar la luz del sol junto con el Pilar pero en ese momento, sintió como Rengoku intentaba con suma desesperación y una fuerza maravillosa cortarle el cuello con su espada.

Kyōjurō no se rendiría sin importar que estuviera a punto de morir.

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¡Agradecida con @Sam_la_pendex por la nueva portada! ¡Te mando un abrazo!

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