Llegaron al sitio destinado para la cita, era sumamente hermoso y la leve brisa hacía que las flores se movieran suavemente.
—¿Te gusta este lugar, Kyōjurō? —Akaza sonrió con un sonrojo y observó al rubio sorprendido. —Fue difícil escoger un lugar para esto porque, al ser nuestra primera cita debe ser especial. —con su orgullo a flote, exclamó.
—Es un lugar muy hermoso... —y no mentía. —Lo siento, Akaza.
—¿Por qué te disculpas? —cuestionó con miedo, ¿Se equivocó en algo? El pánico comenzó a apoderarse de él y, afortunadamente pudo disimular el tartamudeo en su voz.
Rengoku sonrió y sin pensarlo, agarró unas cuantas flores y se la arrojó al rostro con fuerza al pelirrosa en son de juego. —¡Estas flores se parecen a ti, son del mismo color de tu cabello!
Se quedó estático por unos segundos, pudo respirar con tranquilidad cuando sintió las flores en su rostro. Por un momento había creído que su cita quería irse o algo peor.
—Kyōjurō... —sonrió e imitó el acto del contrario. Y ahí estaban esos dos jóvenes, jugando como si no hubiera un mañana. Él tenía planeado una cita romántica donde pudiera “acercarse” más a Rengoku sin embargo, éste era feliz así, por lo que lo dejaría pasar.
❄🔥
Después de un rato jugando y charlando de asuntos triviales, decidieron ir a comer por sugerencia del antiguo demonio, era su oportunidad para dar un paso más hacia adelante.
“Si quieres enamorar a Rengoku, su estómago debes llenar.”
Akaza recordó las palabras de Uzui y que mejor para él ya que, tanto Kyōjurō como Tengen eran mejores amigos. Por supuesto que le creería al hombre apuesto, alto y musculoso que tenía tres novias.
Tomaron asiento en una de las mesas y Akaza fue el primero en hablar:
—Ve tu primero y luego yo. —sonrió. —Yo pediré las bebidas.
—¡Te lo encargo! —y sin más, el rubio se alejó en busca de comida.
Akaza suspiró, todo iba saliendo bien y esperaba que después de esto pudiera convivir más con Kyōjurō no obstante, tenía miedo de que el hermano menor; Senjuro, conspirara contra él por sus acciones en su antigua vida.
Se llevó una mano a su frente, como si se maldijera a sí mismo por las idioteces que cometió en su vida pasada. Entendía perfectamente que Kyōjurō escogería a su hermano menor antes que a él y más porque aún no era muy importante para su futuro esposo.
—¿Por qué nada me sale como yo quiero? —se quejó, se recargó en el respaldo de la silla y se cruzó de brazos mientras pensaba.
—¿Akaza? —Rengoku llegó a la mesa con su plato lleno de comida y, al ver al pelirrosa sumido en sus pensamientos, se confundió, ¿Qué era tan importante para dejar tan perdido a Soyama? —Mmm... ¿Akaza, estás bien?
Lo observó por unos segundos, incluso podía jurar que lo escuchaba murmurar. —Tierra llamando a Akaza, ¿Me copias?
Nada, el pelirrosa estaba tan inmerso en sus ideas que aún no se percataba de la presencia de Rengoku.
—Mmm... —pensó por unos segundos hasta que se decidió por hacer algo.
Se acercó al contrario y con un poco de fuerza aunque no la suficiente para lastimarlo, le golpeó la frente con el dedo de en medio de su mano derecha. —¿Sigues vivo?
Soyama reaccionó, se exaltó al sentir el golpecito en su frente y rápidamente se la tocó sin entender la situación. —¿Vivo? ¿A qué hora llegaste?
El rubio lo vio directo a sus ojos con preocupación, por otro lado, Akaza podía sentir como esos ojos como el fuego le miraban hasta lo más profundo de su ser.
Suspiró y regresó a su silla para sentarse, acababa de ir por su comida y si no se daba prisa por terminarla, se le enfriaría. —Como hace dos minutos.
—Oh... Lo siento, no me di cuenta. —se rascó la nunca con una sonrisa nerviosa. —Solo estaba pensando.
—¿Qué sucede? —se preocupó de inmediato, Akaza podía ser lo que sea pero tenía su corazoncito de pollo o al menos así lo veía Rengoku. —Si te surgió algún inconveniente, podemos dejar esto para después.
—¡No! —respondió sin chistar levantando levemente sus manos cerca de su pecho. Tanto trabajo que le había costado que su futuro esposo aceptara una cita suya como para que la dejaran a medias. —Solo creo que no les di una buena impresión a tu familia... De hecho, creo que me odian, al menos tu papá y tu hermanito; y tu mamá pues... Ella me da chocolate con leche.
Por otro lado, Kyōjurō parpadeó unas cuantas veces, no lo podía creer pero a la vez, se le hizo tierno que Akaza estuviera preocupado por su familia.
—No te preocupes. —sonrió amablemente el rubio. —Mi papá suele ser muy sobreprotector con todos, desde mi mamá hasta Senjuro, no solo yo; mi mamá siempre ha sido imparcial; y Senjuro es... —se detuvo pensando para buscar la palabra correcta. —Es buena persona, solo que a veces siente que su entorno no es seguro, siendo sincero, me preocupa que tenga miedo de salir de su zona de confort.
Lo observó serio, ni siquiera pasaba por la cabeza del rubio que su hermano menor recordara su otra vida o bien, cosas peores. —Pero no soy del agrado de tu familia y tu, por el contrario, le caíste superbién a mi familia a la primera y eso que no llevábamos mucho tiempo de... De conocernos. —esto último lo dijo con un toque de tristeza.
—Akaza. —lo llamó serio pero con una sonrisa amable y tranquila. —Eso no importa, no pasa nada que no le agrades a mi familia porque al final de cuentas, yo soy quien decide si quiere tenerte cerca o no.
—Kyōjurō...
—Por supuesto, su opinión también es importante pero creo que ya entendiste lo que quiero decir.
Después de tener esa conversación, ambos decidieron comer tranquilamente y cambiar de tema a uno más animado.
ESTÁS LEYENDO
Arrepentimiento
Fanfic¿Los demonios tienen sentimientos?, ¿Son capaces de sentir? Por primera en su larga vida como demonio, Akaza fue capaz de sentir y experimentar lo que los humanos llaman sentimientos.