Ambos hermanos Rengoku almorzaban juntos ya que después el más grande partiría a la casa del patrón y de ahí, se dirigiría a su próxima misión.
—Hermano. —Llamó Senjuro mostrando curiosidad en su rostro.
—¿Hm? —hizo un leve sonido ya que tenía la boca llena de comida, parecía no querer detenerse.
—Anoche hiciste mucho ruido... ¿Tuviste una pesadilla? —le restó importancia a la pregunta, quizá solo había comido de más aunque lo dudaba mucho; su hermano no era así.
Abrió los ojos con sorpresa y la comida se le atoró provocando que tosiera y se golpeara varias veces en el pecho con la mano. Recordar el sueño anterior le fue incómodo. —Solo tuve una mala noche... —Sonrió nervioso.
—¿Quieres hablar de eso? —Senjuro miró a su hermano con los mismos ojos de preocupación, a veces exageraba pero su hermano era muy importante para él.
—No es necesario. —habló como si nada. —Además, no lo recuerdo. —Mintió.
—Dicen que si no hablas de tus pesadillas, se vuelven realidad. —El menor no quería asustar a su hermano con eso, pero guardarse lo negativo para uno mismo solo atraía más problemas.
Y nuevamente, el primogénito de los Rengoku se atragantó con comida y una imagen donde él estaba tratando de calmar a un bebé que no dejaba de llorar hizo aparición en su cabeza.
—¿Hermano?
—Si eso llega a pasar, lo primero que voy a hacer es golpear a Uzui. —Afirmó, y no mentía porque a fin de cuentas el peligris era el único sospechoso y si él no era el culpable, aun así lo golpearía por haberlo dejado solo mientras estaba ebrio.
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—¡Rengoku! —gritó un emocionado Tengen. —¡Nuestro bebé es extremadamente hermoso! —cargó al niño entre sus musculosos brazos. —¡Casi tan hermoso como yo! Aunque... No hay pierde, Rengoku, es idéntico a mi. —Lloraba de felicidad.
La esposa más grande habló un poco incómoda. —De hecho, es idéntico a Rengoku-san.
—Uzui... —susurró el cejudo.
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—Creo que debo dejar de imaginar muchas cosas, Senjuro. —Se puso de pie.
—¿Ya te vas?
—Sí, debo irme antes de que se me haga tarde, iré a despedirme de nuestro padre. —Caminó hacia la habitación de su padre, donde sabía perfectamente que lo encontraría bebiendo alcohol a pesar de ni siquiera pasar del medio día.
Deslizó la puerta y ahí lo vio. —Padre.
—¿Qué quieres? —se notaba que no había ningún interés que proviniera de él, no quería saber nada.
—Tengo una misión y...
Shinjuro lo interrumpió con el coraje saliendo de su garganta, hasta el más inocente podía percatarse de todo lo que sentía. —¿Y qué quieres que haga?
—Padre, yo regresaré... —emocionado, lleno de pasión y sobretodo, seguro de sí mismo exclamó.
Dicho eso, Kyōjurō se retiró de la habitación deslizando nuevamente la puerta. —Ten cuidado... —Susurró para sí mismo Shinjuro y, es que muy en el fondo sabía que algo iba a pasar, pero decidió ignorarlo solo esperaba no tener ningún arrepentimiento después por no hacer nada.
El actual pilar del fuego se acomodaba los zapatos para salir rumbo a la casa del patrón cuando su queridísimo hermano menor hizo nuevamente aparición para entregarle una cajita con comida para el almuerzo, Kyōjurō sin dudar la aceptó.
—¡Ten mucho cuidado, hermano! —se despedía Senjuro con una sonrisa mientras observaba como su hermano mayor se alejaba del lugar con una sonrisa.
—¡Cuida la casa mientras no estoy, Senjuro! —expresó con una sonrisa.
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Después de intercambiar algunas palabras con el patrón, el rubio ya estaba dispuesto a irse a la misión no sin antes ir con shinobu a su finca para que le hiciera un examen de embarazo. Los resultados de esa prueba cambiarían muchas cosas.
—¿Tienes una misión, Rengoku-san? —preguntó la pilar del insecto guardando una jeringa con sangre del rubio, después de todo, así era más efectivo.
—Sí, han desaparecido varios cazadores, tal vez se trate de una luna inferior. —Hablaba con su típica sonrisa, por el momento no tenía que pensar en el resultado y de esa forma, Shinobu acompañó hasta la salida al ojinaranja.
—Entiendo, cuando regreses te entregaré los resultados. —Sonrió la pelimorada. —Ten cuidado. —dicho esto último, solo observó como Rengoku se alejaba mientras reía, le alegraba que ya estuviera mejor emocionalmente hablando.
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Llegó a su destino, había mucha gente que estaba subiendo al tren pero su deber era protegerlos a todos y por supuesto, no fallaría en eso.
Antes de subir, compró mucha comida, no hay nada mejor que tener el estómago lleno antes de enfrentar a un demonio además, esperaría a los tres chicos que lo acompañarían dentro del tren mientras comía.
La gente alrededor de él no entendía cómo era posible que comiera tanto y que, tras cada bocado solo dijera "Sabroso", sin embargo, nadie era capaz de decirle nada; Rengoku comía su cena como si fuera lo más delicioso del mundo. Era imposible detenerlo.
De pronto escuchó como lo llamaban, pero siguió comiendo antes de que la comida se pusiera curriosa. —¡Sabroso!
—¿Eh?, ¿Rengoku-san? —Confundido trataba de atraer la atención de su superior. Tanjiro recordaba el olor del pilar del fuego y admitía que le tranquilizaba lo que significaba que podía confiar en él, aún así había una pequeña diferencia en el olor de Rengoku a como lo recordaba en aquella reunión. —Mi mamá tenía ese olor cuando... —Susurró para sí mismo.
—¡Sabroso! —esta vez, miró a los ojos al chico pelirrojo que lo llamaba, ya había terminado de comer así que podía seguir sin preocupación.
—Sí, ya entendimos... —Tanjiro estaba nervioso, era raro encontrar a una persona con un apetito como el pilar del fuego.
❄🔥
Mordía sin descaro una pierna humana, la sangre escurría por su mentón sin cuidado, admitía que le gustaba comer y sobretodo mujeres.
Sabía que era de noche y que sus seguidores no lo molestarían esa noche por lo que no tenía cuidado y si alguien lo descubría, lo mataba y ya, no era mucho problema.
—Le dije a Akaza-dono que tenía algo muy importante que decirle y aún así no vino... —Dijo a la nada con lástima fingida. —Además, como mejores amigos que somos deberíamos tomar alcohol en el baño...
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Arrepentimiento
Fanfic¿Los demonios tienen sentimientos?, ¿Son capaces de sentir? Por primera en su larga vida como demonio, Akaza fue capaz de sentir y experimentar lo que los humanos llaman sentimientos.