Capítulo 37: Nuestro inicio

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Afortunadamente, todo marchaba bien durante la cita, comieron y decidieron caminar un rato para "bajar" los alimentos, Akaza consideraba aquello como un enorme logro porque a decir verdad, no podía imaginarse una cita con Kyōjurō en su vida pasada por supuesto, podía recrear toda su vida junto a él pero eso era distinto.

—Y entonces le dije a mi hermano   que nadie se roba mi sándwich, nadie. —con una sonrisa orgullosa y llena de superioridad, Akaza comentó. —Nos peleamos a tal punto de que mi papá nos aventó encima el microondas.

Por otro lado, Rengoku no lo podía creer, la situación que le contaba el pelirrosa le parecía graciosa y preocupante. —Son hermanos, ¿No?

“¡No me veas así!” alarmado, pensó Soyama, tenía miedo de arruinarlo otra vez. —Sí.

—¿Por qué se tratan de esa forma? —Kyōjurō observó a los ojos al contrario. —Yo no podría quitarle la comida a mi hermano menor y mucho menos pelear con él por comida.

—Es una relación complicada, Kyōjurō. —se rascó la nuca un poco incómodo. —Pero si fueras tú el que se comiera mi comida, te llenaría de mucho cariño.

—De acuerdo, pero no te quejes cuando no te deje ningún bocadillo. —se carcajeó mientras seguía caminando dejando atrás al ojiamarillo. —¿Akaza? —se detuvo y se giró al notar que el contrario no le seguía el paso.

—¡¿Estás hablando en serio?! —gritó con un enorme entusiasmo llevando sus manos al frente agitándolas de un lado a otro, esas simples palabras le dieron esperanza.

Fue ahí cuando el rubio se percató de lo que había dicho, ni siquiera se había detenido a pensar en lo que había mencionado. —¿Eh?... Bueno... —los colores se le subieron a la cabeza, estaba completamente avergonzado parecía que en cualquier momento se iba a achicharrar de lo rojo que se encontraba.

No lo pensó dos veces y el antiguo demonio quiso dar el siguiente paso. —¡Conviértete en mi novio, Kyōjurō!

Las personas que pasaban por ahí, solo susurraban entre ellas, para algunas era tierno, para otras era asqueroso y las demás, solo aprovecharon el momento para apostar si el rubio lo iba a rechazar o si lo iba a aceptar.

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—¿Qué es lo que ocurre, Senjuro? —con leve preocupación en su voz, Ruka cuestionó y es que siendo sinceros, el menor de los Rengoku sentía un gran miedo. Estaba aterrado de que la historia se repitiera de nuevo y mucho más ahora que podía evitarlo.

—Tu hermano mayor va a estar bien. —respondió sin dudar la mujer. —No me importaría tener a Akaza como parte de nuestra familia. —sabía perfectamente que eso era lo que le preocupaba a ambos hombres.

—¿De qué estás hablando, Ruka? —preguntó Shinjuro desde el otro lado del sofá. —Yo no quiero que ese vago sea mi yerno.

—¡Mamá!

—Eso no lo decidimos nosotros. —suspiró la mujer.

Ambos lo detestaban, Senjuro porque conocía todo el daño que Akaza  había hecho en su otra vida; y Shinjuro debido a que su mera presencia le era desagradable, no entendía el motivo pero no lo quería ver por ningún lado y mucho menos al lado de uno de sus hijos.

🔥❄

Asimismo, Akaza se encontraba llorando de rodillas en el piso ante toda la multitud de personas que lo observaban con intriga y extrañeza, apoyó su cabeza contra el suelo mientras sus ojos se inundaban de lágrimas.

—Akaza... —Kyōjurō miró a todos lados, por Dios, el pelirrosa estaba armando una escena, era complicado para él tener vergüenza por cualquier cosa pero con Akaza era lo opuesto. —Nos están viendo...

—¡En serio me esforcé! —poco a poco recomponía su postura. —Hice todo lo que estaba en mis manos y...

Sin embargo, Rengoku no lo dejó terminar. —¿De qué estás hablando? —se cruzó de brazos y con gran confusión decidió proseguir. —Pero si te dije que sí.

—Ya lo sé. —se limpió sus ojos con la manga de su camisa, en ese momento ya no le importaba si perdía su “elegancia”. —Es solo que... —dio un enorme suspiro y, con una sonrisa tranquila y llena de amor vio directamente a los ojos a su actual novio. —Tenía la necesidad de llorar de felicidad por esto... No sabes todo lo que pasé para llegar hasta a este punto, Kyōjurō. —No tenía cabida de lo que sentía en ese mismo momento, solo estaba lleno de felicidad, “Y lo que tú pasaste” pensó.

—No sé qué decir, Akaza. —y era verdad, porque no entendía la situación para nada, no comprendía por qué Akaza se comportaba así, por lo que prefirió guardar silencio y disfrutar del momento mientras sujetaba las manos del contrario con suavidad y firmeza.

—Kyōjurō... —correspondió inmediatamente la acción del primogénito de la familia Rengoku.

ArrepentimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora