Paseaba con tranquilidad por los caminos de aquel pueblo, sinceramente no tenía ganas de matar a nadie solo quería relajarse un rato pero, por desgracia no podía estar en paz porque por algún motivo, su más grande dolor de cabeza estaba siguiéndolo.
—Akaza-dono... —Habló con una sonrisa mientras caminaba al lado del más bajo. —Vamos a comer.
—No. —Dijo seco el pelirrosa. —¿Por qué no te pierdes?
—No todos los días tenemos la oportunidad de estar juntos. —Douma se expresó cerca del oído de Akaza invadiendo su espacio personal. —Fue una casualidad encontrarte durante mi paseo.
Akaza frunció el ceño en clara señal de enojo, quería romperle la cabeza en ese mismo momento pero sabía muy bien que hacer aquello llamaría mucho la atención de las personas, igual podía matarlas pero Muzan era estricto con respecto a ser el centro de atención.
—¿Si me escuchaste, Akaza-dono? —insistió el más alto. —Yo invito, podemos comernos a dos chicas hermosas mientras reforzamos nuestra hermosa amistad.
—... —Ya no lo soportaba más, estaba dispuesto a reventarle los ojos en ese momento a Douma cuando fue interrumpido por él.
—¡Mira, Akaza-dono! —se emocionó el peliplata. —¡¿Ese no es el amor de tu vida?! —sin dudas era un experto en invadir el espacio personal de su mejor amigo.
En ese instante, Akaza se sorprendió, ¿Cómo rayos Douma sabía eso?, apretó los puños hasta el punto de lastimarse las manos pero eso no importaba, tenía que mantenerlo lejos de él a cualquier costo. Sabía de lo que era capaz solo por molestarlo.
—De seguro te estás preguntando cómo sé eso... —Comentó con burla. —Conozco muchas cosas y...
—Te lo advierto. —Amenazó el más bajo.
—¡¿Qué?! —levantó las manos en señal de rendición. —¡Te equivocas! Sé lo importante que es ese chico para ti así que no le haré nada, te lo juro por Muzan-sama.
No confiaba en Douma, pero por el momento le creería aunque tenía que tener cuidado.
—Pero hay algo que debo decirte por nuestra hermosa amistad. —Habló en tono de buen amigo y con algo de pésame.
—No me interesa, piérdete. —Y como si no fuera poco, Akaza desapareció en un instante.
—Ay... Akaza-dono se fue sin escucharme... —Se cruzó de brazos mientras hacía un leve puchero como un niño chiquito. —Si no fuera mi mejor amigo en todo el mundo, no se lo dejaba pasar... En fin, espero que no haga algo de lo cual se arrepienta y todo por no escucharme.
Y como si fuera arte de magia, Douma también se esfumó, tenía hambre y debía saciar su estómago.
—La comida de mi hermanito es la mejor... —habló Rengoku mientras tiraba baba en el hombro de Uzui.
El pelirrosa escuchó aquello y se le hizo tierno pero a la vez quería matar a ese tipo que estaba cargando a Rengoku, ¿Qué se creía para cargarlo en su espalda?, sí, lo mataría en cuanto tuviera la oportunidad, sin embargo, tenía que ser cauteloso.
Observó como el peliblanco llegaba a una posada para dejar a Rengoku ahí ya que una misión había llegado para él.
En cuanto notó que Uzui se alejaba del lugar, Akaza pensó en dos cosas: matar a Uzui por celos o entrar a la habitación de Kyōjurō. Al final, optó por ir a ver al rubio.
Akaza lo recordaba, desde que vio a Rengoku cortándole el cuello a un demonio con una fuerza y determinación excelente debajo de la luz de la luna, se enamoró perdidamente de él e hizo cualquier cosa posible por conocer todo acerca de él y seguirlo a todas partes en lo que pudiera.
Le gustaba su olor, su voz, su cabello llamativo, su cuerpo, su forma de pelear... Todo le gustaba, todo lo que tuviera que ver con Rengoku le fascinaba.
Así que sin más, se adentró en la habitación del pilar del fuego.
—No pensé encontrarte aquí, Kyōjurō. —Se expresó con emoción y tranquilidad para evitar problemas, ver a Rengoku ahí, atarantado por el alcohol, le parecía sumamente hermoso.
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Arrepentimiento
Fanfic¿Los demonios tienen sentimientos?, ¿Son capaces de sentir? Por primera en su larga vida como demonio, Akaza fue capaz de sentir y experimentar lo que los humanos llaman sentimientos.