No podía ver nada después de intentar cortarle el cuello al demonio pero, sabía a la perfección que había fallado en su ataque.
Sintió un agudo dolor en su abdomen que duró menos de un segundo, después de eso ya no sintió nada en la zona afectada pero aquello no evitó que escupiera sangre.
Y fue en ese momento que se percató de la herida que el pelirrosa le había provocado. Iba a morir y ya no había nada que se pudiera hacer.
Abrió sus ojos con sorpresa y en ellos se podía ver que ya se había dado por vencido, escuchó como desesperadamente gritaba Akaza tratando de convencerlo para que se convirtiera en demonio.
"Yo..." pensó tratando de decidir qué hacer, sin embargo, los recuerdos de su madre abordaron sus pensamientos. Ahora lo tenía más claro que el agua.
Siendo de esa forma que decidió dar lo último que le quedaba, apretó su espada con fuerza y con una determinación poderosa intentó cortarle el cuello a la Tercera Luna Superior.
—¡Kyōjurō, detente! —Akaza gritó con una angustia horrible, si no hacía algo las cosas iban a terminar muy mal.
"¡Noquéalo!" pensó rápidamente, levantó su puño y con fuerza quiso golpear al rubio, sin embargo, fue en vano ya que el pilar detuvo el ataque.
"¿Qué me detenga?" se dijo Rengoku, "¡Como si eso fuera a pasar!"
Todo comenzaba a salirse de las manos del pelirrosa pero la gota que derramó el vaso y realmente le hizo entrar en una agonía desesperada fue el hecho de que el sol comenzaba a asomarse entre las colinas aledañas.
"¡Maldición! ¡maldición! ¡maldición!", por más que forcejeaba para que el rubio lo soltara no lograba liberarse.
—¡Suéltame, Kyōjurō! —quedaba poco tiempo y el pilar no cedía, sus acciones y pensamientos se volvieron torpes debido a la situación en la que se encontraba; su cabeza siendo cortada por Rengoku y el sol que estaba por alcanzarlo. En ese momento, su instinto de supervivencia era el que dominaba.
—¡Inosuke, muévete por Rengoku-san! —Tanjirō exclamó fuertemente en un grito de impotencia. —¡Muévete ya!
Solo bastó esas palabras para que el cabeza de jabalí saliera corriendo al ataque contra Akaza. Necesitaba salir del trance de la abrumadora aura asesina que emanaba el demonio por la situación actual.
Saltó con la intención de cortar al pelirrosa pero éste en una vago intento de escape apresurado, no le quedó de otra que arrancarse los brazos por la fuerza y romper con su cuello la espada de Rengoku.
Insouke cayó al piso y Tanjirō solo observó con frustración como Akaza brincaba hacia atrás. "¡Va a escapar!" pensó Kamado notando el rostro lleno de ira de la Tercera Luna Superior.
El sol ya estaba a pocos segundos de alcanzar la zona en donde se encontraba y eso solo significaba la muerte para él, observó al pilar y se dio cuenta que ya no podía moverse, su brazo iba a desintegrarse en breve dejando abierta la herida y sería el fin para Rengoku.
Saltó hacia el bosque para esconderse de la luz del sol aún cuando él no quería eso, tenía planeado llevárselo; brincar hacia Kyōjurō y adentrarse a la arboleda junto con él con velocidad ya que todavía tenía la posibilidad de convertirlo en demonio, no obstante, cuando se dio cuenta ya estaba corriendo del lugar para escabullirse del único enemigo que no se podía derrotar.
Su rostro mostró sorpresa al percatarse de eso. —¡¿Qué rayos?!... ¡Detente y regresa por Kyōjurō! —se dijo a regañadientes pero sus piernas no dejaban de correr.
No podía controlar su instinto de supervivencia y eso le costó la vida de la única persona con la que quería estar para toda la eternidad. La única persona de la que se había enamorado en toda su larga vida como demonio.
—Kyōjurō... —susurró sabiendo que pronto moriría el Pilar y ya no había nada que pudiera hacer para salvarlo. El sol ya había iluminado la zona levemente en donde estaban los cazadores de demonios.
De un segundo a otro, sus pensamientos de arrepentimiento se dispersaron cuando la espada de Tanjirō le atravesó el pecho.
—Maldito mocoso...
Escuchó como el pelirrojo gritaba de impotencia sin medir sus palabras y fue ahí donde lo último que dijo el chico llamó horriblemente su atención.
—¡¿Cómo te atreves a lastimar a Rengoku-san?! —expresó llorando, solo le quedaba gritar con frustración e impotencia. —¡Él está embarazado y tu...! ¡Tú!... ¡Cobarde!...
Cuando Tanjirō se dio cuenta del olor de la sangre del Pilar, afirmó su sospecha de que Rengoku estaba embarazado, todo apuntaba a que era así, era extraño pero su olfato jamás lo engañaría y debido a eso, no se limitó en sus palabras.
Akaza tragó saliva en seco mientras seguía corriendo. —¿Embarazado?... ¿Kyōjurō embarazado? —y fue ahí cuando recordó las palabras de aquella anciana:
"Los hombres que son donceles pueden dar a luz, son pocos los que hay, pero puedes encontrarlos si buscas bien".
—¿Kyōjurō es un doncel? —se cuestionó. —¿Y está embarazado?
Apretó sus puños cuando recordó lo que había pasado aquella noche cuando lo hizo con Rengoku, se dio cuenta que no solo iba a ser el asesino de la persona que amaba sino también de su propio hijo ya que sabía a perfectamente que Kyōjurō no tenía pareja y mucho menos, tendría sexo con simples amoríos o con alguien que no fuera su pareja.
—¡Mentira! —enfurecido pisaba más fuerte por donde iba pasando, necesitaba confirmarlo después de todo, creyó que el mocoso solo le decía eso para hacerlo dudar y regresar para salir a la luz del sol aunque, una parte de él le decía que todo lo que gritó el chico era verdad.
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Arrepentimiento
Fanfiction¿Los demonios tienen sentimientos?, ¿Son capaces de sentir? Por primera en su larga vida como demonio, Akaza fue capaz de sentir y experimentar lo que los humanos llaman sentimientos.