Observaba a Rengoku con su rostro enrojecido por el alcohol, la luz de la luna le favorecía bastante y provocaba que se viera aun mejor de lo que ya se veía.
—Kyōjurō... —Akaza se acercó lentamente al rubio evitando que el contrario notara el peligro, después de todo el rubio era un cazador y él era un demonio; enemigos por naturaleza.
En ese momento, Rengoku abrió los ojos por completo y de un brincó se puso de pie provocando que Akaza detuviera el paso con confusión.
—¡¿Qué fue ese ruido?! —exclamó Rengoku viendo a todos lados tambaleándose y procurando no caer.
—...¿Sabes que estoy aquí? —el pelirrosa necesitaba comprobar que su flamita no estaba en guardia, igual podía vencerlo con velocidad debido a la ebriedad del rubio. —¿Kyōjurō?
Y como si no fuera más, el pilar del fuego cayó al futón como una piedra, esta vez ya estaba completamente perdido, había sido vencido por el alcohol.
—...¿Estás dormido? —el demonio se acercó con sigilo y al posicionarse al lado del cazador se percató de que éste ya no reaccionaba, estaba tan indefenso como un bebé.
Lo observó por unos segundos solo para comprobar con exactitud que el cejudo estaba dormido y por su respiración se dio cuenta de que si, no había peligro.
Se sentó al lado del futón con las piernas cruzadas solo para decidir cuál sería su siguiente movimiento; entrelazó sus brazos y pensó por unos instantes. —Tal vez debería... —Negó con la cabeza pero nuevamente detuvo sus pensamientos impuros. —Pero... ¿Y si ya no tengo otra oportunidad?
—Dale... Duro... —habló un dormido Kyōjurō llamando así, la atención de la tercera luna.
—No creí que hablaras dormido... —se burló con ternura, tenerlo así era un sueño para Akaza, sin embargo, no sabía qué hacer. —Un momento... ¿Darle duro a qué? —se confundió.
Akaza se puso de pie, lo había decidido, se divertiría con el rubio, después de todo desconocía si en un futuro volvería a pasar por un escenario así.
Se posicionó encima del rubio y lo primero que hizo fue retirar su espada y alejarla de Rengoku; no vaya a ser una de malas que despierte y todo se vaya al infierno.
Con destreza desabrochó el cinturón ajeno y lentamente fue desabrochando los botones del uniforme de cazador.
Abrió sus ojos con sorpresa. —Tienes el cuerpo muy bien trabajado, Kyōjurō. —exclamó más para sí mismo que para el rubio y es que había quedado fascinado cuando dejó al descubierto todo el pecho del contrario.
Como si no fuera más, fue bajando el pantalón y todo lo demás con delicadeza para evitar que Rengoku reaccionara entre sueños, arrojó la ropa a algún lado de la habitación sin siquiera prestarle atención en qué parte del cuarto había caído la ropa ya que no podía quitarle los ojos de encima al hombre que yacía dormido como un bebé después de tomar su leche tibia.
Y ahí lo tenía, a su merced, completamente dormido, agradecía que no era época de frío o de lo contrario el rubio ya hubiera despertado por la incomodidad de la temperatura.
Se le hacía agua la boca, y no en el sentido de que quería devorarlo sino que quería hacerlo suyo y para su fortuna, así iba a ser. —Gracias, Muzan-sama, por permitirme esto... —Su voz salió suave y con agradecimiento, estaba completamente decidio a dejarle su marca en cierto modo.
Akaza se colocó entre las piernas de Rengoku y se acercó a su rostro. —Apuesto a que eres virgen tanto por delante como por detrás... —acto seguido besó con suavidad al rubio evitando que su cuerpo sintiera peligro. —Esta noche perderás la de atrás. —Se rio. —No dejaré que nadie te toque, nadie. —Su lado posesivo estaba saliendo a flote y con ello, el ambiente del cuarto estaba volviéndose pesado. —Calma... Relajate o lo despertarás...
Respiró profundamente y decidió seguir, fue besando su cuello y pecho como si no hubiera un mañana procurando dejar marcas por todos lados, dando a enteder que al día siguiente Rengoku se percataría de todo; su estómago daba vueltas de solo pensar en eso, de tan solo imaginar el rostro del rubio cuando se diera cuenta.
El pelirrosa estaba dispuesto a llegar hasta el final cuando escuchó los leves gemidos que salían de la boca de Kyōjurō, le encantaba, era música para sus oídos y por ende, lo opuesto a escuchar la horrible voz de Douma.
Sin más, el pelirrosa abrió las piernas de contrario, sacó su miembro y lo posicionó en la entrada de Rengoku, Akaza no sabía que debía prepararlo antes, no, cualquiera que se enterara de esto, diría que la tercera luna iba solo a disfrutar sin pensar en la otra persona y en cierta forma era verdad, pero si hubiera estado informado acerca del "proceso" lo hubiese llevado a cabo.
Lentamente fue penetrándolo y con ello escuchaba los gemidos de molestia del rubio, se notaba como apretaba los ojos con fuerza; una pesadilla quizá.
—Lo siento, Kyōjurō, pero debe entrar completo... —Expresó con lujuria observando el rostro del más joven, sentía como su miembro era apretado y eso le gustaba. Jamás se había sentido así.
Como si fuera poco, Akaza comenzó a moverse, necesitaba llegar más adentro así que empezó embestirlo moderadamente. Estaba agradecido de que Rengoku no tolerara el acohol y de la gran cantidad que había bebido, solo con eso el pilar del fuego ya estaba al descubierto y completamente débil.
Y así, transcurrió gran parte de la noche tanto que Akaza no supo cuanto tiempo había pasado pero estaba seguro de que pronto amanecería por lo que, decidió parar con el acto sexual no permitido.
—Eres grandioso, Kyōjurō, no tienes idea de cuantas veces acabé dentro de ti... —Dijo con una sonrisa, Akaza se vistió y se dispuso a alejarse del lugar antes de que el rubio despertara dejándolo desnudo en la habitación con muchas marcas en todo el cuerpo, eso si, le colocó una manta encima para que no sintiera el frío de la madrugada. Vaya sorpresa que se llevaría cuando despertara.
A la mañana siguiente Rengoku despertó como si nada hubiera pasado y es que, en realidad no podía recordar nada de la noche anterior, lo último que recordaba era que estaba bebiendo sake con Uzui en un local.
Se estiró con una sonrisa. —El día tiene buen aspecto. —Dijo para sí mismo mientras observaba la ventana.
No bastó mucho tiempo para darse cuenta de su situación, algo andaba mal y podía sentirlo en su cuerpo.
—¿Por qué estoy desnudo? —se cuestionó en shock.
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Arrepentimiento
Fanfiction¿Los demonios tienen sentimientos?, ¿Son capaces de sentir? Por primera en su larga vida como demonio, Akaza fue capaz de sentir y experimentar lo que los humanos llaman sentimientos.