Capítulo 32: Definitivo

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Se quedó paralizado, no entendía que estaba pasando ni por qué su hermano aparecía de la nada en la entrada principal de la casa.

Sus ojos se inundaron en lágrimas.

—¡Hermano!... —gritó con una enorme emoción mientras se lanzaba sobre Kyōjurō para abrazarlo.

No lo pensó dos veces y el más alto sujetó a Senjuro con emoción para evitar que ambos cayeran al suelo.

—¡Hoy estás muy enérgico, Senjuro! —sonrió ampliamente correspondiéndole el abrazo a su hermano menor. —¡Me gusta esa actitud!

Alejó su rostro del cuerpo del primogénito de la familia Rengoku mientras observaba cada detalle de él, buscando heridas o inconsistencias. —¿Estás bien?

—¿A qué viene esa pregunta? —confundido, expresó sujetando al más bajo por los hombros con suavidad.

—Es que... Tú ibas a una misión... Un demonio... Tanjirō... Nuestro padre... —hablaba incongruentemente, no daba cabida a lo que estaba pasando.

—¡Estoy bien, Senjuro! —lleno de emoción y con una enorme sonrisa, exclamó. —¡En serio!

—Entonces todo fue... ¿Un sueño? —preguntó con duda el menor con más calma, aquello provocó una sonrisa en su rostro.

Su hermano estaba vivo.

En eso, escucharon como el estómago de Kyōjurō rugía de hambre. Ambos se quedaron en silencio y después soltaron risas.

—¿Tienes hambre, hermano? —preguntó calmado. —Hace poco terminé de preparar el desayuno.

—Por supuesto, no me vendría mal comer antes de partir. —dijo caminando hacia el comedor.

—¿Tienes una misión? —un poco decaído preguntó, su hermano mayor recién llegaba y ya se estaba yendo.

—Una última misión y por fin habrá tiempo para descansar. —le acarició la cabeza a su hermano menor. —¡Pero primero comamos!

—Después de esta misión, pasemos más tiempo juntos. —dijo y los dos se encaminaron a degustar el almuerzo.

❄🔥

Estuvieron conversando y comiendo de forma amena, Senjuro admitía que extrañaba pasar ratos así con su hermano mayor, aunque tenía una sensación de extrañeza.

—¡Hermano! —gritó el más bajo colocando sus manos sobre la mesa donde comían, incluso los platos temblaron un poco con el golpe de sus manos.

Con su boca llena y unos ojos curiosos mientras sostenía su plato de arroz con carne, solo pudo exclamar un simple. —¿Hm?

—Sé que es repentino pero... —tragó saliva y cuestionó con determinación. —¡¿Estás embarazado?! —si lo último que recuerda de su hermano mayor es cuando se fue a su misión sobre el demonio del tren infinito, ¿Entonces, lo del embarazo era cierto?

Kyōjurō en cuanto escuchó eso, no pudo evitar casi atragantarse con la comida. —¡¿A qué viene esa pregunta?! —preguntó sorprendido y con lágrimas en sus ojos por casi ahogarse con el arroz mientras trataba de recuperar el aliento.

—Respóndeme con la verdad, hermano, por favor. —quería ser de ayuda.

—Senjuro... —respiró profundo, tenía razón, su hermano menor era capaz de entender todo. —No me enorgullece pero... Pasaron ciertas cosas.

El segundo hijo de la familia Rengoku amplió su sonrisa, iba a ser tío, ¡Tío! —¡Yo cuidaré de ti durante todo tu embarazo!

—Senjuro...

—¡También cuidaré a mi sobrino! —estaba muy emocionado, tanto que no notaba el rostro del más grande.

—Pero...

—¡Es cierto! —giró su rostro hacia el cazador con una sonrisa. —¡No te lo he dicho pero padre cambió! ¡Se levantó y dejó de beber alcohol!

—¿Eh?

—¡Él ya debe de estar aquí, salió pero de seguro ya llegó! —se dio media vuelta para dirigirse a la habitación de su padre. —¡Iré por él, de seguro estará feliz!

—Senjuro, espera. —dijo levantando levemente su mano en dirección al pasillo por donde el cejudito se había ido. —Así es más difícil...

🔥❄

Llegó a la habitación de su padre y deslizó la puerta un poco para ver dentro del cuarto. —¿Padre? —pero al notar que no había nadie volvió a deslizar la puerta para cerrar la alcoba. —No ha llegado. —se dijo, suspiró y se encaminó de nuevo con su hermano mayor.

Sin embargo, al caminar por el pasillo y pasar por la entrada que daba a la habitación donde se encontraba el altar de su madre, se detuvo.

No sabía por qué motivo se había detenido ni tampoco por qué tuvo la sensación de mirar el altar con detenimiento.

Grave error.

Abrió sus ojos con un enorme desconcierto y velozmente se acercó al altar para verificar que no se equivocaba.

No solo estaba la foto de su madre sino que también estaba la foto de su hermano mayor. No lo entendía, su hermano estaba atragantándose de comida en la cocina.

No lo dudó dos veces y corrió hacia la cocina para ver a su hermano no obstante, él ya no se encontraba ahí.

—¿Hermano? —giró su cabeza varias veces buscándolo pero no lo encontró, nuevamente corrió hacia la entrada principal de su hogar y ahí lo vio abriendo la puerta para salir.

—¡Espera! —gritó el menor.

Con una sonrisa, volteó su mirada hacia Senjuro. —¡No olvides que estoy orgulloso de ti y que siempre estaré para ti en cualquier momento! —expresó suavemente. —Me retiro, ya se me hizo tarde.

—No te vayas... —el segundo hijo lo entendía, sabía que, si su hermano mayor salía de la casa, jamás lo volvería a ver, se había dado cuenta de lo que pasaba en cuanto vio el altar. —¡No te vayas! —gritó tratando de alcanzar a su hermano en la puerta, observaba como Kyōjurō salía y tras de sí, deslizaba la puerta otra vez para cerrarla. —Por favor, te necesito...

🔥❄

Después de todo el alboroto, Shinjuro finalmente regresaba a casa, había sido una noche larga pero, afortunadamente las muertes de todos los cazadores y de todas las personas inocentes no fueron en vano.

Llegaría a casa y lo primero que haría sería ver a su hijo para demostrarle que todo había terminado y que sobre todo, se seguiría esforzando.

Al llegar y abrir la puerta de su hogar, sintió como alguien tocaba su hombro por la espalda con calidez y después, escuchó la voz de Kyōjurō diciéndole:

"Da tu mejor esfuerzo, padre."

Se giró rápidamente pero no vio a nadie, rápidamente entendió que ya era el final definitivo para su primer hijo.

Se adentró a su casa y al llegar a la habitación donde estaba el altar para su esposa e hijo, encontró a su segundo hijo dormido en el suelo con una manta encima.

Sonrió al verlo.

Se acercó y lo movió lentamente para despertarlo. —Estoy de regreso, Senjuro.

—Padre... —había llorado durante su sueño y por ello, tenía sus ojos hinchados pero eso no evitó que volviera a derramar lágrimas de alegría por ver a su padre sano y salvo.

Entendió que su hermano mayor había venido a despedirse de forma definitiva pocos segundos después de que despertó.

Ambos vivirían su vida de tal forma que, tanto Kyōjurō como Ruka, se sentirían felices por ellos.

🔥❄

—Finalmente, te encontré...

ArrepentimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora