Capítulo 7: Confianza

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Ya habían pasado varios días desde que Rengoku había hablado con Shinobu, y hasta el momento, el rubio no había notado cambio alguno en su cuerpo, su apetito seguía siendo el mismo y hasta parecía comer más, su entrenamiento también estaba normal.

—Si no tengo cambios, eso puede significar que no estoy esperando. —se dijo a sí mismo mientras veía el cielo soleado y de cierta forma se tocaba el vientre, estaba sentado en el pasillo que daba al jardín de su casa; le era relajante.

—¿Hermano? —Senjuro llegó a donde estaba el mayor. —¿Acaso cancelaste algo o por qué ya no estás esperando? —cuestionó con leve preocupación ya que no notó el gesto del más grande.

Kyōjurō miró a su hermano menor con un poco de nerviosismo y de inmediato dirigió sus ojos a otro lado manteniendo aun esa sonrisa de "nada está pasando". —¿Eh? Escuchaste mal, Senjuro, no dije nada... —Lo que menos quería era que su pequeño hermano se enterara de lo que había pasado, no había necesidad de hacerlo preocupar, no hasta que tomara una desición definitiva.

Senjuro no pareció satisfecho con la respuesta del más grande, sabía que algo andaba mal con su hermano, pero siempre era así, nunca le contaba las cosas malas que pasaban. —Estoy seguro de que te escuché... ¿Por qué nunca me dices si algo está mal?, ¿No confías en mi?

—Senjuro...

—Yo también puedo ser de ayuda. —Afirmó el menor.

El primogénito de los Rengoku suspiró convencido, su hermano era lo suficientemente maduro para entender lo que había sucedido, confiaba en él pero no se atrevía a decirle; le daba vergüenza. —Escucha, Senjuro, te contaré todo cuando llegue el momento, cuando ya haya tomado una decisión.

—¿De verdad? —el cejudito se animó un poco más.

—Sí, posiblemente te diga que pasa después de mi próxima misión. —Sonrió más calmado cruzando los brazos.

—Mmm... ¿No es nada malo? —nuevamente cuestionó y es que sí estaba preocupado por su hermano mayor.

—Mmm... Depende de como lo vea cada persona. —El mayor contestó con seriedad y claramente había sido notado por Senjuro, pero por el momento esperaría a que el más alto le dijera.

—Está bien. —Finalizó Senjuro.

🔥❄🔥

—¿Entonces estás saliendo con alguien? —Cuestionó una mujer de avanzada edad a un hombre de cabello rosa. —Has venido muchas veces a este lago y puedo decir que desde hace varios días te cambió la cara, te ves más feliz.

—Me gusta este lugar, es calmado. Dijo con una leve sonrisa. —Y todavía no estoy saliendo con nadie pero creo que ya di un gran paso. —Miró a los ojos a aquella anciana.

La mujer no captó nada inusual en aquel joven, después de todo había ocultado su presencia demoníaca. —Solo te diré una cosa, los jovenes de hoy van muy rápido, no la presiones.

—Creo que no se lo he dicho. —Se acomodó más en el lugar en donde estaba sentado. —Pero no es una "ella" es un "él".

—Je... ¿Te gusta sorber arroz? —irónicamente la mujer hizo el comentario. —¿Por qué te gustaría un hombre?

Akaza chasqueó la lengua con fastidio. —No lo sé... Hay algo en él que me hizo enamorarme.

—¿Hablas en serio?

—Sí.

—¿Has escuchado sobre los donceles? —la mujer cuestionó mientras observaba el cielo estrellado. —Son pocos los que hay, pero existen.

—¿Donceles? —no importaba cuanto tiempo llevara con vida, jamás había escuchado ese termino. —¿Qué es eso?

—Los donceles son como una mujer, pero versión masculina, incluso tienen el cuerpo más finito que un hombre normal y hasta pueden dar a luz. —La mujer explicó como si nada, a sus setenta y tantos años ya había visto muchas cosas.

—Él no es un doncel, tiene el cuerpo de un verdadero hombre. —Aclaró el demonio. —¿Además, eso qué tiene que ver?

—Pensé que tal vez por eso te gustaba, mi hijo era un doncel por eso sé de lo que hablo. —Sonrió la anciana. —Es un poco gracioso si lo piensas.

—¿Era?

—Sí, era... Mi hijo murió cuando dio a luz... Son como cualquier mujer, el parto puede significar la vida o la muerte tanto para ellos como para ellas. —Dijo con tristeza.

—Entiendo... Ya es tarde para que una mujer de su edad esté afuera. Akaza se levantó de donde estaba sentado. —Vamos, la acompañaré hasta su casa.

—No es necesario que un joven tan guapo como tu, gaste su tiempo en una anciana como yo. —se excusó la mujer haciendo un leve gesto con la mano en señal de negación.

—No es necesario, tengo tiempo de sobra. —Finalizó el pelirrosa y así ambos emprendieron camino al hogar de la anciana.

❄🔥❄

—¡Vamos, hermano! —gritaba Senjuro. —¡Puja!

—Ya va a salir por completo, solo un poco más. —dijo la partera concentrada en su labor.

—¡Eso hago! —Kyōjurō exclamó con el ceño fruncido, no sabía que un parto dolía horrores.

Finalmente se escuchó el llanto de un bebé, la mujer lo limpió y lo envolvió en una cobija. —Es idéntico a ti... Mejor dicho, a toda tu familia. —sonrió.

—Iré a hablarle a nuestro padre que ya es abuelo. —Senjuro salió de la habitación en busca de su padre.

—¿Cómo piensas llamarle? —cuestionó la partera mientras le entregaba el niño a Kyōjurō.

—Bueno, yo... —Y justo cuando iba a hablar fue interrumpido por un hombre que entraba al cuarto con un saludo.

—¿Eh? ¿Quién eres tu? —preguntó confundido Rengoku.

—Deberías saberlo, yo soy el padre de nuestro hijo.

—¡¿Qué?! —finalizó el pilar del fuego y como si fuera poco, abrió sus ojos por completo y se sentó en el futón de un momento a otro, estaba lleno de sudor, su respiración era entrecortada y ni siquiera había podido verle el rostro al hombre.

Todavía estaba oscuro, se tranquilizó y se llevó una mano a la frente como preocupación y alivio. —Fue un sueño... —se habló a sí mismo Kyōjurō.

ArrepentimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora