• Elizabeth •

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Edward Cullen,  Londres 1980

La noche de Londres era una de mis escenas favoritas. La gente llenaba las calles con sus risas y encantos.

Cada olor me hacía deleitar una una sensación en mi cuerpo. Podía escuchar cada latido de sus indefensos corazones. Podía escuchar su sangre recorrer todo su torrente sanguíneo.

Pero esa noche, un olor me hizo querer desear estar vivo.

Mire a la responsable de mi descontrolado deseo, y era una delicada dama que se encontraba recurriendo las calles de Londres. Su largo abrigo cubría todo su cuerpo, al igual que él maquillaje cubría los golpes de su cara.

La seguí hasta su casa, sin que se diera cuenta de mi presencia. Antes de entrar a su casa miró hacia atrás, pero al no ver nada, entro.

Su rostro estaba adorando con una bonita sonrisa que era capaz de ocultar cualquier tipo de sufrimiento.

Estaba observandola desde la ventana. Me intrigaba bastante saber su vida. Cuando la puerta de su casa se cerró, dos niños pequeños corrieron hacia ella.

Por la forma en que se abrazaban pude darme cuenta de que eran sus hijos. Pero el momento se vio arruinado por un hombre que apestaba a alcohol.

- Elizabeth, veo que hasta ahora has tenido el descaro de volver a casa con tu familia. Dime, cariño, dónde estabas?- lo dijo para después darle un trago a su botella.

Elizabeth: Niños, ya es hora de ir a dormir. Les prometo que mañana los llevaré al lago- les sonrió y los niños se fueron.

- Y bien, en dónde estabas?- se acercó a ella y la tomo bruscamente del cabello.

Elizabeth: Michael, por favor espera a que los niños se duerman. Te lo suplico.

Michael: Tu no vas a decirme que hacer, maldita perra.

La azotó contra la mesa y Elizabeth empezó a llorar.

- DIME DÓNDE ESTABAS, DIMEEEEE

El cuerpo de Elizabeth seguía bocabajo en la mesa y estaba atrapada por el cuerpo de ese hombre.

Alessandra: Estaba con las enfermeras, ellas necesitaban ayuda- decía entre sollozos- Un hombre llegó con un disparo en la pierna y yo tenía que ayudarlas.

Michael: Has dicho que un hombre?- la giro para quedar boca arriba y le dio un puñetazo en la nariz.

El olor de su sangre me hizo reaccionar y entrar a la casa para defenderla.

Entre por la puerta, dándole una patada para que abriera. Los ojos del hombre me miraron de pies a cabeza. Iba a decir algo, pero me lance contra él.

Sabía que con mi fuerza podía matarlo, así que solo lo golpeé dos veces en la cabeza. Su enorme cuerpo cayó inconsciente en el piso y la chica estaba en una esquina de la sala observandome.

No podía saber lo que su mirada me trataba de decir, pero sabía que no tenía miedo.

Ella pensó todo el tiempo que yo la había salvado, pero ella me salvó a mi primero.
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- Cuándo me dirá su nombre?- lo dijo mientras dejaba de caminar y volteaba hacia atrás para verme.

Edward: Soy Edward, Edward cullen-  me acerque a ella y alcé la mano para saludarla, ella la tomo y sonrió.

Elizabeth: Soy Elizabeth Jones- soltó mi mano y miro hacia los lados- Solo quería agradecerle lo que hizo por mí la noche pasada, pero le pediré de favor que ya no lo haga y que tampoco me siga a todas partes. Como pudo ver soy una mujer casada y tengo dos hijos. Por su bien y por el mío, será mejor que ya no me busque.

Edward: Por su bien?, Yo no creo que seguir con ese hombre sea algo que le haga bien.

Elizabeth: Con todo respeto, caballero, pero usted no tiene porque meterse en mi vida. Si me disculpa, me tengo que retirar.

Siguió caminando y yo la imite. Iba atrás de ella a una distancia considerada.

Edward: Con todo respeto, debo admitir que su nombre es igual de hermoso que usted.

La chica se detuvo y se giró para verme. Tenía una hermosa sonrisa en su rostro, pero después fue borrada forzadamente.

Elizabeth: Un caballero como usted debería estar cautivando con sus encantos a otras damas. Pero conmigo no funcionará. Y se lo vuelvo a repetir: gracias, pero no gracias, estoy casada.

Cruzo la calle y se perdió entre la gente. Sabía que ella era la mujer que estaba esperando toda mi vida.

•Black out days•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora