• Sarajevo •

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Estaba de pie frente a un gran espejo. Mi aspecto asustaba a cualquiera que me viera.

Cada día iba empeorando, pero no me importaba.

Quite la única prenda que cubría mi delicado cuerpo y observe mi cuerpo. Mis huesos se marcaban sobre mi piel y en mi espalda había manchas negras.

En la parte de mis aletas había plumas negras y llenas de sangre. Las arranque y un quijido salió de mi boca.

El sonido de la puerta abrirse no me distrajo, pero hizo que cubriera de nuevo mi cuerpo con la capa.

Sus fríos ojos rojos me miraron con diversión y una sonrisa adorno su rostro.

Serket: Sé que te gusta verme sufrir, pero no es para tanto- eche mi cabello para atrás.

- Es la parte difícil de ser tu...

Serket: No me digas, apenas estaba apunto de descubrirlo- lo dije con sarcasmo y fingí una sonrisa.

El pelinegro sonrió y camino hacia la ventana. Yo camine hacia la puerta y la cerré.

Estaba preocupada por decirle la visión que había tenido respecto a los cullen. Sabía que si le decía toda la verdad, él desconfiaría de mi.

Y en realidad yo también desconfiaría de mi misma. La visión era clara, yo mataría a Aro y me uniría a los Cullen, pero aun no entendía porque.

Serket: Aro, tengo algo que decirte...- Aro se giro para mirarme con sus intensos ojos- Tuve una visión sobre el encuentro que tienes planeado con los cullen- se acercó velozmente a mi y me pidió mi mano para poderle enseñar lo que había visto- Pero primero quiero que me prometas una cosa.

Aro me miró con detenimiento, y parecía que quería descubrir lo que le diría. Llevo su mano a mi mejilla y le dio suaves caricias.

Yo lo miraba sería y observaba cada gesto que hacía. Sus pensamientos eran nulos, pero podía sentir el miedo que sentía en cada parte de su cuerpo.

Serket: Quiero ser libre... Quiero que me dejes ir- lo dije con voz firme- Sé que la bruja a la que asesine no es lo único con lo que me detienes. Sé que hay algo más y necesito que me dejes ser quien soy. Ese fue el trato y tú debes cumplir con tu palabra.

Aro: Lo haré, cuando crea que sea necesario- quiso tomar mi mano, pero yo no lo permití.

Serket: No- mis ojos se hicieron negros y salió fuego de mis manos- lo harás ahora.

Aro: Serket... Eres el ser más poderoso del mundo, pero a la vez eres tan débil- Sonrió con diversión- Me gustan los juegos,a ti no?

Mis ojos no podían dejar de mirarlo con odio, y tenía muchas ganas de arrancarle la cabeza.

Aro: Déjame adivinar lo que viste- arranco la cortina de la ventana y los rayos de sol iluminaron nuestra piel haciéndola brillar como si de un diamante se tratará- Tu me matas, tu perdonas a los cullen y tú vives feliz como siempre lo quisiste. Diferente persona, y los mismos errores.

Serket: Voy a matarte- lo dije entre dientes.

Aro: Cariño, eso lo sé- llevo sus manos a su pecho- Pero ese es el menor de mis problemas.

Serket: Entonces por qué me haces esto?

Aro: Tu eres el principio y el fin, pero la niña es la clave.- me sonrió con arrogancia y salió de la habitación.

Yo me congelé cuando repitió las mismas palabras que Carlise me dijo en mi visión.

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- No sabía que sabías tocar tan bien el piano.

Dejé de tocar y me gire a ver a la rubia. Estaba parada y una larga capa cubría su cuerpo. Entre sus manos tenía otra capa.

Me sonrió y camino hacia mi. Me puso sobre los hombros la capa y me abrazo por atrás.

Serket: Tuve una visión

Irina: Lo sé, Aro nos dijo- me dio un beso en la cabeza- Todo estará bien... Pronto encontraremos tu salvación.

Serket: A veces siento que no soy tan fuerte como lo creo- susurré en voz baja.

Irina: Por qué lo dices?- dejo de abrazarme y se sentó a un lado de mi.

Serket: En mi visión, yo.... No puedo odiarlo. No puedo matarlo sin que me importe.

Irina tomo mi mano y le dio un leve apretón.

Irina: Los cullen no merecen tu compasión.

Serket: Lo sé

Irina: Será una masacre y debes de estar lista. Todos lo estamos, pero te necesitamos.

Serket: Qué hay de tus hermanas?

Irina: Ellas estarán bien, yo me encargaré de eso.

Irina me sonrió y me dio un abrazo. Fue un abrazo tan fuerte que pude sentirlo por todo el cuerpo.

En ese momento tuve un presentimiento de que sería el último abrazo que nos daríamos... Y me di cuenta que nunca me equivocó.

Salió de la habitación y cerro la puerta.

Mire la capa y sabía lo que significaba poner ese peso en mis hombros. Aventé el piano hacia la pared y con mis manos hice que se incendiara.

Me quede quieta mirando el fuego. El fuego me hacía sentir viva y me devolvía las fuerzas.

Camine hacia el piano en llamas y me senté sobre de el. Mi ropa no tardó en quemarse con el fuego y mi piel parecía ser indestructible ante este elemento.

Mi visión era estúpida; el plan era estúpido. Sabía que eso significaba otra cosa, y estaba más que lista para tomar el control de las cosas.

•Black out days•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora