Capítulo 13: Cruda Realidad

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DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen pero la historia sí, por lo que NO AUTORIZO para que esta se modifique o publique en otro lugar.

Derechos Reservados.

Capítulo 13: "Cruda Realidad"

El pequeño gatito de colores estaba profundamente dormido desde hacía horas. Ella lo contempló con ternura sentada desde el suelo, con parte del torso recostado en su cama, observándolo con atención. ¿Qué hora era? Muy tarde ya, o muy temprano, dependiendo desde qué punto de vista se tomase. Kagome entrecerró sus ojos castaños recostando la cabeza en la colcha mullida de plumas de ganso traída especialmente, como casi todo lo suyo, de Europa. Sintió los párpados pesados, pero el corazón aun alterado con lo que había sucedido. Había él tenido la osadía de... ¿besarla? Bueno, no había sido un beso después de todo pero... aun sentía los labios de fuego cerca de los suyos, como una marca ardiente que le aterraba de sólo imaginar lo que ello implicaba. Ella no quería sentir las cosas extrañas que estaba sintiendo, no ¿para qué? Era un cordero que se iba a ir inevitablemente al matadero y no necesitaba otro lobo para que sólo la acabara antes que el otro. ¿Y qué tal si él sólo la estaba "ilusionando"? Al fin y al cabo... cualquiera de estos días podría dejarla, aburrirse de su compañía y buscarse a otra "más fácil" ¿no?

La puerta se abrió de súbito dando paso al rostro pálido de su madre, vestida aun de gala, peinado sofisticado y perfume caro, su mirada castaña era puro hielo y ella la reconoció, se puso de inmediato de pie sintiendo el corazón acelerado de miedo.

- Dime dónde diablos te fuiste- Demandó en un susurro desesperado cerrando la puerta tras ella. Kagome entreabrió sus labios y la miró sorprendida, el corazón latió fuerte en su pecho. ¿pero cómo se había enterado? – ¡Dímelo!

- Pero... – Musitó con un hilo de voz-... de que...

La bofetada que recibió la hizo tambalear y caer al suelo, de rodillas. De inmediato sus ojos se agolparon de lágrimas, jamás en su vida había recibido siquiera un zamarreo, así que el dolor que experimentó y además el terror era demasiado. La miró impresionada mientras la mujer se ponía en cuclillas a su altura y le tomaba fuertemente el codo mientras ella tenía la mano pegada a su mejilla lastimada.

- Te olvidaste de las cámaras de seguridad, querida...- Gruñó con sus labios de rojo furioso y un leve olor a licor, Kagome bajó la vista enrojeciendo y temblando. La mujer se puso de pie lentamente, desde el suelo la muchacha la miró por primera vez, a ella, con miedo.- No permitiré que por tu culpa tu padre me lo reproche a mi... más te vale Kagome que te comportes como la chica perfecta que hasta ahora habías sido ¿me escuchaste?

La muchacha tragó fuertemente reteniendo un sollozo ahogado en su garganta, de pronto se puso de pie y le tomó las manos heladas a la mujer mirándola con súplica.

- ¡Oh! Mamá... mamá... ayúdame... por favor... habla con mi papá... dile... dile...

- ¿De qué hablas?- Le preguntó ella casi horrorizada. Kagome tragó apenas mientras las lagrimas aun resbalan silenciosas en sus mejillas. Tal vez ella no sabía... después de todo. Sin embargo la mujer frunció el ceño y le tomó con rudeza el brazo, sus ojos parecían disgustados, furibundos y amenazantes- ¿Qué sabes tú?

- Na... nada... – Musitó apenas impresionándose por segunda vez por la violencia que ella empleaba, jamás la había visto así en su vida ¿porqué el escapar de casa le había casi enloquecido? Su madre la soltó de mala gana y volteó casi tambaleándose, de pronto sus ojos se detuvieron en el teléfono móvil que comenzó a sonar y que estaba sobre la mesita de noche. La chica palideció y retuvo el aliento, quiso ir por el pero la mujer se le adelantó y lo tomó apagándolo de inmediato.

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