Capítulo 23: Desengaño

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DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen pero la historia sí, por lo que no autorizo para que esta se modifique o publique en otro lugar.

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Capítulo 23: "Desengaño"

Caminaba a paso rápido con las manos en puño, la mandíbula tensa, los dientes tan apretados que crujían y un golpeteo tan fuerte en su pecho varonil que era doloroso, aunque realmente lo que le dolía era saber que había sido asignado a otro país, a luchar porque la paz en Irak estaba muy lejos.

- ¡Maldición!- Gruñó hastiado deteniéndose de pronto y golpeando con su puño la pared. Realmente en ese momento odió a Naraku, lo odió como nunca antes en su vida, como a nadie. Sus ojos dorados y brillantes se habían detenido en ese momento en los de su superior cuando le daba la noticia, había en ellos un vacío y una frialdad que antes jamás había visto, hasta la seriedad de su rostro la encontró falsa, estaba seguro que en ese momento aquel hombre sonreía, satisfecho, triunfal.

- Pero... señor... ¿por qué?- Le había dicho apenas en un hilo de voz mientras el General Mayor volvía a su asiento y se cruzaba de manos.

- Se necesita gente para mantener aquel país en paz, soldado Taisho.- Había dicho escuetamente. El joven tragó con fuerza intentando buscar una razón más lógica y convincente.

- Pero... usted sabe que yo hace un año estoy dando clases... no estoy en servicio activo...- Reclamó.

- Es que realmente estamos escasos de personal... a mi también me sorprende... pero no estará solo, muchacho, son 200 los reclutas que irán en aquella misión.

Se había quedado mirándolo, callado, enojado, con rencor, tragando y sintiendo un agrio y agudo dolor en la garganta. Ni siquiera podía rechazarlo, era absurdo, las ordenes del General Brigadier eran definitivas, quien se negara se iba directamente a un Juicio Militar, por desacato y quien más sabe qué más cargos, mínimo, 10 años en prisión.

Y ahora, estaba ahí, otra vez con sus nudillos sangrando pero sintiendo más dolor en el corazón que en la mano. Odiaba a Naraku... estaba sintiendo en ese momento que aquel hombre lo hacía a propósito, que, aunque él no fuera quien diera la orden directa, algo había tenido que influir en ella. Entonces... seguro estaba enterado de lo de él con Kagome... claro, seguro Kouga le había hablado algo, qué idiota, qué ingenuo, ese hombre sabía que rondaba a Kagome ¡y ahora intentaba deshacerse de él!

Sintió de pronto la sangre hervir en sus venas, el calor lo invadió por completo pero la rabia que sintió contra el joven Kouga Koizumi fue tan grande que lo cegó y que inconscientemente le echó la culpa de todo lo que había pasado, olvidando la duda que comenzaba a corroerlo con respecto a la responsabilidad del Mayor General.

Apretó los puños, uno de ellos sangrante, y caminó a paso rápido hasta el casino de la institución. En cuanto se posó en la entrada resopló fuertemente y dirigió sus ojos siniestros hacia el grupo de soldados que allí estaban y que algunos se había volteado para mirarlo, extrañados.

Sus ojos dorados y siniestros finalmente se encontraron con los azules y fríos de su "rival". Se aproximó a paso firme y cuando estuvo enfrente suyo le pegó un fuerte golpe en la nariz que al otro de inmediato le brotó sangre de ella.

- ¡Maldito infeliz!- Gruñó con ira Inuyasha.

El otro Teniente se tanteó la sangre que quedó empapada en sus dedos, volvió sus ojos a Inuyasha y le devolvió el golpe, sin mucho éxito porque el joven lo esquivó rápidamente y esta vez lo golpeó en el estómago, provocando que Kouga cayera de rodillas al piso mientras ya todos que en un principio animaban la pelea, se quedaban callados al ver como el Teniente de ojos dorados volvía a golpear al otro una vez más en el estómago y en el cuello.

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