Capítulo 34: Celos

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DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen pero la historia sí, por lo que NO AUTORIZO para que esta se modifique o publique en otro lugar.

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Capítulo 34: "Celos"

Ella lo observó en silencio un instante y tragó fuertemente al verlo dirigirse a la habitación, dejándola sola y percibiendo en ese instante un perfume dulce y fuerte que no era el de ella, sino de alguien conocido. Sacudió la cabeza y se convenció que tal vez deliraba de tanto nervio. Inuyasha se había deshecho de su abrazo y Kagome se había sentido desconcertada, el calor de su cuerpo la había dejado, sintiendo un extraño escalofrío. Se abrazó a su misma perturbada aun y sólo un instante más tarde lo siguió, dubitativa, hasta la habitación. Luego vio que él estaba en el baño, duchándose, entonces suspiró y se sentó en la cama, esperando.

El agua helada pareció azotarle la piel, con ojos trémulos vio lo enrojecida que esta se ponía debido a la gelidez pero no le importó. Sentía rabia, rabia por haber sido encerrado por horas en una celda como si fuera un miserable criminal, sin la visita de Kagome, que aparentemente estaba en "otros asuntos". Apoyó la palma contra la pared bajando la cabeza, el chorro de agua esta vez golpeó su nuca e Inuyasha abrió más los ojos. No, no podía ser, no podía pensar mal de su Kagome... no podía... apretó más la mandíbula y los dientes rechinaron del frío. ¿Qué estaba haciendo?... ¿torturándose?... ¿para qué? Para quitar aquellos pensamientos insanos de celos que habían nacido en el preciso instante de encontrar en su propio departamento, a solas, a Naraku y a su joven esposa.

- Grrrrr...- Desde el fondo de su garganta salió un gruñido gutural y siniestro. Si hubiera tenido un espejo, hubiera notado que su rostro se había casi transfigurado y que sus ojos color ámbar eran dos orbes que parecían albergar las llamas del mismísimo infierno.

- ¿Inuyasha?- La escuchó suavemente tras la cortina de baño, como un bálsamo su mente se alivianó, así como sus pensamientos. Imposible, su Kagome lo amaba. Se irguió poco a poco y se pasó la mano por el rostro, incrédulo, no supo porqué había encolerizado tanto. - ¿Estas bien?- Insistió ella con su dulce voz. Tragó sintiéndose miserable. Ella debió haber tenido algún inconveniente para no verlo en la cárcel ¿Cómo podía desconfiar de la que era su esposa?... ¿porqué había pensando tan mal de ella?

- Sí, Kagome... tranquila...- Respondió ronco. La muchacha suspiró fuertemente no muy convencida, de pronto él descorrió la cortina y dejó asomar su cabeza con sus cabellos negros y chorreantes-... tranquila preciosa... quiero sacarme la cárcel del cuerpo...- Sonrió. Ella quiso sonreír tal y como él lo hacía, pero apenas pudo hacer una mueca, asintió débilmente y le dio la espalda saliendo del baño.

Cuando volvió a la habitación, sólo la luz de la lámpara estaba encendida y la muchacha lo esperaba ya acostada en la cama, con los ojos fijos en la colcha, sus manos en su regazo, jugueteando nerviosamente con sus dedos. Notó que estaba preocupada porque tardó un momento en alzar la vista y mirarlo. Él se frotó la toalla en los cabellos caminando hasta el lecho y sentándose a un lado. Vestía ahora apenas su pantalón de dormir y a pesar de eso ni siquiera tenía frío. Cuando terminó dejó la toalla caer al piso de alfombra y alzó las piernas para arroparse bajo las mantas de la cama, apoyando la cabeza en la almohada miró a la muchacha frunciendo el ceño.

- Estas muy callada...

- Eres tú quien esta extraño...- Respondió ella con la mirada dolida. Inuyasha suspiró fuertemente y entonces se incorporó.

- Perdóname...- Murmuró bajando un poco más la cabeza y tomándole una mano-... es que... hoy ha sido un día difícil...

- Yo lo sé- Respondió Kagome acercándose más a él hasta que recostó la cabeza en su pecho- Lo sé... estaba tan preocupada... creí que esta noche no dormirías a mi lado...

Irresistible ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora