Capítulo 36: La Trampa

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DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen pero la historia sí, por lo que NO AUTORIZO para que esta se modifique o publique en otro lugar.

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Capítulo 36: "La Trampa"

Esta vez fue ella quien posó sus labios tibios sobre su pecho musculoso y varonil, acariciando el torso mientras escuchaba los delirios del hombre que amaba. Alzó el rostro con sus cabellos desordenados e Inuyasha entreabrió sus ojos dorados e intensos posándolos en los suyos, a Kagome le pareció un mar de fuego que alteraba más su corazón y sus instintos. Se inclinó a él besando sus labios y de inmediato el piloto deslizó su mano tras su nuca incitándola y provocándola con los movimientos de su lengua. La muchacha retuvo el aliento mientras su boca posesiva de apoderaba de la suya, sintió las mano de Inuyasha sujetar con fuerza sus caderas, acomodándola a él mientras en ese instante dejaba escapar un gemido de su boca, apartándose de la suya y resoplando sobre su rostro. Los dedos de la chica parecieron clavarse en sus hombros y luego de la unión, Kagome ocultó el rostro en su cuello, intentando tranquilizarse y recuperando el aliento perdido por un segundo. Él la esperó a pesar de que la espera era una deliciosa tortura, mientras, volvió a aspirar el delicioso aroma de sus cabellos y luego desvió el rostro hasta su hombro, donde posó sus labios una y otra vez, provocando en la chica el deseo. Ella finalmente se irguió y afirmó ambas palmas de sus manos por sobre el pecho de Inuyasha. Los esposos se observaron con intensidad y con incontenible deseo.

Contonearse sobre él era nuevo para la muchacha, pero el placer que experimentó esta vez fue sublime, casi enloquecedor, pues era ella quien esta vez controlaba los ritmos, los movimientos, a pesar de sentir la presión de las manos de él instándola a deslizarse más profundo que Kagome gimió con fuerza inclinando la cabeza hacia atrás, dejando escapar el grito casi ahogado de éxtasis. Calmó poco su respiración para volver a caer sobre los brazos de Inuyasha que la recibieron como siempre, protectores, tiernos y cálidos, mientras los labios de él besaban suavemente su húmeda sien.

Luego del reposo, Kagome se quedó dormida recostando la cabeza en su pecho. Inuyasha observó con ojos quietos el techo de su habitación. Hacía ya más de un mes desde que había renunciado a la Academia, y salvo por la llamada de su abogada, la semana pasada para informarle que su expediente pronto iba a ser cerrado, nada más había sucedido. No le había importado antes que su expediente quedara manchado con su rebeldía, sin embargo cada vez que iba a pedir trabajo las puertas se cerraban en su cara, al menos las que tenían que ver con la aviación. Todos al saber que había sido piloto quedaban encantados, cuando pedían su expediente... las cosas quedaban hasta allí. Les fue franco a muchos, y más de alguno pareció meditarlo, sin embargo, al ir nuevamente estos le cerraban las puertas en la cara. Bien, se dijo resignado, si no es un trabajo relacionado con los aviones, sería de cualquier otra cosa. Ni así podía, era extraño, todas las puertas se cerraban en su cara, sumergiéndolo en la más completa desesperación, puesto que el dinero ahorrado ya comenzaba a escasear.

Miró de soslayo a la muchacha que respiraba suavemente. Si no fuera por ella... Kagome daba clases de violín a dos pequeñas niñas, una era la hermana menor de Ayame y la otra una amiga... pero ese dinero no era suficiente... y él no se podía permitir que su joven esposa pasara necesidades de las cuales no estaba acostumbrada... ya temía que ella comenzara a desilusionarse... no, eso no podía ser... imaginar perderla era como perder la razón...

Inuyasha suspiró agobiado. No, no podía dejarse mostrar de esa forma ante Kagome, sospecharía que estaba preocupado, no quería tampoco preocuparla ¿para qué? Se levantó de la cama y se vistió con el pantalón de su pijama sólo para recorrer sin rumbo por el oscuro departamento. En cuanto él salió de la habitación, la muchacha entreabrió sus ojos observando la puerta por donde el joven hombre se había marchado con tristeza.

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