Capítulo 3: Sólo su nombre

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DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen pero la historia sí, por lo que NO AUTORIZO para que esta se modifique o publique en otro lugar.

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Capítulo 3: "Sólo su nombre"

La clase había terminado y los jóvenes aprendices salieron de allí comentando la semana de descanso que habían tenido. Inuyasha borró las ecuaciones dibujadas sobre la pizarra, se quitó sus anteojos y fue acomodando los libros que le servían como apoyo a su trabajo. Bien, ahora le tocaba dar la clase práctica y era lo mejor del día. Volar era su pasión, sobre todo en aquellos aviones de guerra último modelo que estaban estrenando. Salió de allí y caminó a los camarines para cambiarse de ropa. No se extrañó de ver en aquel lugar a su camarada y amigo, Miroku Matsuda, quien al verlo le sonrió de inmediato.

- ¡Oh! Vaya... vaya... al fin te veo... tengo muchas preguntas por hacerte- Murmuró burlón y sus ojos azules se posaron en los dorados del chico. El joven piloto se encogió de hombros acercándose a su casillero en donde guardó los libros y sacó su buzo verde oscuro que se utilizaba a la hora de volar.

- No sé a qué te refieres... – Musitó y de inmediato volvió a evocar a aquella muchacha. Cierto, sus días en Suiza le parecieron absurdos y sin sentido luego de lo sucedido. Volvió sólo con una idea en mente: Colegio Jidai, su única pista.

Hoy era lunes, y aunque no tenía permiso para salir, hasta luego de tres días, estaba decidido a ir a investigar, sólo a investigar, a ver si tanta era su suerte y podía verla.

- ¡Qué mal amigo eres ahora! – Exclamó Miroku posando una mano en su hombro mientras el joven Teniente subía la cremallera de su buzo.- Fuiste a Europa, quiero saber que tal son las chicas de por allá...

Inuyasha se volvió y por un segundo lo miró con seriedad a los ojos, luego suspiró y negó con la cabeza.

- No conocí a ninguna chica europea... – Respondió en un susurro, sin poder evitar aquella extraña sensación en el estómago. Volteó, tensó la mandíbula y sacó el casco de su casillero cerrando la pequeña puerta de un solo golpe que retumbó en el lugar.

Miroku pestañeó confundido. No, eso no podía ser cierto, luego esbozó una sonrisa cínica y lo siguió a través del pasillo que conducía a los hangares de la Academia.

- No es cierto, mentiroso... anda, cuantas fueron esta vez- Lo instó. El joven piloto volteó y lo observó con seriedad. Sí, bueno, no era su culpa que el otro no creyera en sus palabras. Suspiró pesadamente y su mirada sagaz se tornó de pronto en un suave color ambarino.

- Es cierto... ninguna europea... sólo una muchacha... que luego supe es del Colegio Jidai...

- ¿El exclusivo colegio de señoritas?- Preguntó atropelladamente el chico de ojos azules, sorprendido. Inuyasha asintió débilmente y el otro tragó con fuerza. -Pero... ¡eso significa que la muchacha es millonaria!- Lo miró con detenimiento y de pronto enanchó la sonrisa cínica, posando nuevamente una mano en su hombro.- Ahhh, qué astuto eres, enamorar a una chica de esa clase...

- Yo no he enamorado a nadie- Respondió Inuyasha secamente, volteándose exasperado ante el comentario. Iba a seguir su camino pues vio que los muchachos ya lo esperaban para el vuelo de rutina pero su camarada lo detuvo. Bien, Miroku, Teniente al igual que él pero de 27 expertos años, lo miró con seriedad como si estuviera loco. El joven piloto sabía que no se quedaría tranquilo hasta saber todo con lujo de detalles. Suspiró y el otro sonrió, sabía que finalmente lo contaría. Inuyasha entrecerró levemente los ojos y luego los posó sobre Miroku- Fue un accidente... la socorrí, la cuidé y luego ella se marchó. Fin de la historia.

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