Capítulo 14: Baile de Presentación

173 33 4
                                    

DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen pero la historia sí, por lo que NO AUTORIZO para que esta se modifique o publique en otro lugar.

Derechos Reservados.

Capítulo 14: "Baile de Presentación"

El gran salón estaba decorado completamente con rosas blancas en flor y enredaderas de verdísimas hojas, todo traído desde el hemisferio sur especialmente para la gran ocasión. Los ventanales amplios y grandes dejaban ver el paisaje nevado de allá afuera que cubría los hermosos jardines del palacio Imperial.

Cuando había llegado se le había pedido que se reuniera en una sala del segundo piso en donde estaban todos los acompañantes de las muchachas. Ellas también habían sido guiadas a otro cuarto pero de otro piso, bien alejadas de ellos, preparándose para el gran evento.

Él estaba nervioso y ni siquiera había dormido muy bien, por lo tanto, no estaba muy de humor para seguir las reglas y etiquetas que allí se exigían. Cuando el reloj dio las 8 de la noche, se les pidió que salieran al pasillo. Desde allí ya podía escuchar las voces de la gente en el primer piso, los invitados, que los aguardaban con nerviosismo y la vez impaciencia.

Inuyasha se asomó un poco junto a la escalera, que era doble, y alzó una ceja al ver la multitud, en su mayoría los familiares de las mismas jóvenes, sentados en mesas bellamente decoradas alrededor de la pista. ¿En qué diablos se había metido? Regañó al incorporarse y mirar a los otros muchachos vestidos igual que él, de impecable gala. De pronto vio a Kouga con una estúpida sonrisa arreglándose la solapa de su esmoquin y entonces el piloto se escabulló entre los demás. No deseaba armar un escándalo... al menos no antes de ver a Kagome. No lamentó su ausencia el día anterior en el ensayo, pero sí deseó ver a la chica, que tampoco asistió, ahora sólo tenía esta oportunidad, no podía desaprovecharla.

- Por favor señores... – Interrumpió el maestro de ceremonias. Todos lo miraron, ya sabían lo que debían hacer, pero no estaba de más acordarlo nuevamente sobre todo si los mismos Emperadores estaban ahí.- Formen la fila...

El joven piloto entornó los ojos. Se podía decir que junto a Kouga, eran los de más edad, todos los que estaban allí eran muchachitos terminando la pubertad, sonsos y algo estúpidos que sólo deseaban, luego del baile, ir a "acostarse" con su compañera debutante en sociedad. Se formaron en una fila, él era el número 14 y Kagome junto a su acompañante los últimos. Cuando comenzaron a bajar las escaleras la música comenzó a sonar, su corazón latió tan fuerte, como nunca y entonces tragó con fuerza tensando tanto la mandíbula que sus dientes rechinaron. Ya ni siquiera tenía sueño o somnolencia, había estaba demasiado ansioso y preocupado como para conciliar el sueño, sabía que esta era su oportunidad para hablar con ella y aclarar sus dudas. Y sentía que esta ocasión se debía jugar el todo o nada, porque simplemente ya no podía soportarlo.

Infló su pecho al bajar peldaño a peldaño y con los ojos fijos en el frente viendo la fila de muchachas que hacían lo mismo, del otro lado. Cuando las jóvenes lo vieron se maravillaron de su estampa. Era lógico, Inuyasha era el único muchacho al cual un traje de gala le lucía como de cuentos de hadas. Su porte alto y distinguido, seguro de sí mismo (en apariencia al menos) la cabellera negra y larga tomada en una coleta baja, su pecho cubierto con una camisa blanca y corbata de moño, encima con la chaqueta hecha perfecta a su medida. Lucía varonil y misterioso y no un muchachito bobo como los demás. Cuando las escaleras se unieron en una sola, quedó cada chico al lado de su acompañante, algunas debutantes envidiaron a Ayame que posaba su mano en su brazo.

Bajaron más e Inuyasha al fin la pudo ver. Su imagen casi vaporosa le pareció un sueño irreal que se clavó en la retina. Llevaba un corpiño de suave encaje y pedrería que dejaba al descubierto su garganta y sus brazos, era ajustado y sentador revelando sus formas ya desarrolladas, bajo él el faldón amplio y de varias capas, al piloto le recordó las princesas de los cuentos de hadas que una vez su madre había insistido en contarle por las noches, para su detestable pesar. Kagome llevaba el cabello completamente tomado dejando el rostro delicado y fino al descubierto, sus labios estaban rojos al igual que sus mejillas y era un agradable contraste con la palidez de su tersa piel. Inuyasha tragó extasiado y cuando ella al fin lo miró, él le sonrió. La chica abrió más los ojos totalmente sorprendida justo en el instante en que sus pies tocaban los pies del salón, recibiendo de frente el saludo de su compañero mientras comenzaba el baile.

Irresistible ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora