DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen, son de Rumiko Takahashi, pero la historia es mía, por lo que NO AUTORIZO para que esta se modifique o publique en otro lugar.
Derechos Reservados.
Capítulo 40: "Juntos al Fin"
- Son acusaciones muy graves las que formula, señor Taisho.
Inuyasha tragó fuertemente con la vista fija y el rostro serio en el General de División. Encontrarlo no había sido fácil, menos conseguir una cita, por lo tanto, esperaba que los tres días que había tenido que esperar para la ansiada entrevista dieran los frutos que ansiaba.
- Yo... lo sé... pero es toda la verdad- Acotó tragando otra vez y sintiendo escalofríos. ¿Desde cuando no dormía? Muchos días ya, desde que Kagome no estaba a su lado. Se sentía desesperado, angustiado, al borde de la locura. La barba incipiente de su mandíbula le daba el aire casi de demente y a veces Inuyasha creía que lo estaba. Se miraba en el espejo y se desconocía él mismo de su mirada. Pero qué más daba, sólo quería vengarse de Naraku, matarlo, si se atrevía siquiera a posar un dedo en su amada esposa... lo mataría... sí, lo mataría...
- Las cosas no son tan fáciles como usted cree... – Le interrumpió los siniestros pensamientos e Inuyasha, que tenía la vista vaga, la alzó a él. El hombre frunció levemente al notar el mirar de sus ojos, dorados, intensos, los labios semi abiertos, las cejas casi juntas, la mandíbula tensa.-... lo lamento... lamento que este de esa forma... su esposa esta desaparecida pero eso no significa que...
- ¡Usted no sabe de lo que él es capaz!- Bramó pegando un golpe con su puño en la mesa del escritorio. El General pestañeó rápidamente y luego se tensó con brusquedad- Usted no lo sabe... ha intentado matar a quienes se interponen en su camino...- Sus ojos destellaban ira y el muchacho casi mascullaba de pura rabia-... mi amigo... yo mismo... y quien sabe quien más...- Su voz se ensombreció de sólo pensar en el destino de Kagome.
El hombre lo miró fijo con su rostro serio y respetable e Inuyasha sentía que estaba en contra del tiempo. Cada segundo que pasaba, cada día, era una horrible tortura y aquello era completamente desesperante, más que eso, enfermizo. El Mayor de División resopló y luego recostó la espalda en su silla meditando, con las manos sobre su regazo y los dedos entrecruzados. Por eternos segundos Inuyasha sólo pudo escuchar los latidos de su corazón martilleándole los oídos.
- El General Mayor esta con vacaciones... esperemos que vuelva y así aclararemos...
- ¡Maldición!- Gruñó acercando ambas manos al escritorio e inclinado medio cuerpo a él, el hombre pegó un leve brinco y como instinto, se alejó sólo un poco mirándolo con sus ojos muy abiertos-¿Es que no va a hacer nada?- Tenía la mirada demente y furibunda, el Mayor se estremeció- ¡Dígamelo de una vez por todas! ¿no me ayudará? ¿No me ayudará? ¡Dígamelo, maldita sea!
Los instantes que tuvo que esperar nuevamente se le hicieron eternos. Finalmente el hombre resopló con fuerza, se levantó altivo con su uniforme azul oscuro lleno de condecoraciones, la fotografía tras él junto al Primer Ministro le recordó en un segundo a Inuyasha que no estaba hablando con cualquier persona, que no todo podía ser tan fácil, ¡pero qué demonios! ¡Su vida no era fácil desde hacía mucho! Al borde de la desilusión y desesperación, sonrió con amargura y volteó, pasándose nerviosamente una mano por los cabellos. ¡Diablos! ¡Maldición! ¿¡Y ahora qué iba a hacer?! Nadie parecía querer ayudarlo, ya no sabía a dónde ir, a dónde buscar, ¡¡qué iba a hacer ahora?!!
- Enviaré un comunicado a la Academia para que se haga una investigación y corroboren las acusaciones que usted ha hecho, señor Taisho... – Dijo de pronto con voz potente haciéndolo girar y recobrar la esperanza, el joven muchacho sintió que su corazón saltaba de su pecho, la sangre volvió al rostro, sus ojos brillaron con inusual fulgor-... si algo de eso, por mínimo que sea, resulta cierto... – La mirada del General se ensombreció-... el señor Naraku estará en muy graves problemas...
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Irresistible Obsesión
RomanceDesde que la vio no se la pudo arrancar del corazón, aunque la chica no compartía el mismo sentimiento. Sin embargo, nunca pensó que al enamorarse de ella, se ganaría al más peligroso y despiadado enemigo. (INUXKAG)