Capítulo 2. Enigma de Mujer

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DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen pero la historia sí, por lo que NO AUTORIZO para que esta se modifique o publique en otro lugar.

Derechos Reservados.

Capítulo 2: "Enigma de Mujer"

El silbido ininterrumpido del viento y el calor casi febril en el rostro la hizo despertar con letargo. Cuando sus ojos se abrieron poco a poco, sintiendo los párpados pesados, se encontró con una habitación casi en penumbras. Ella movió sus ojos adoloridos hacia un lado, luego el otro, intentó recordar donde estaba, pero no podía hacerlo, frunció el ceño y se irguió sintiéndose mareada y adolorida.

- ¡Oh! Ya despertaste...

La muchacha se sobresaltó ante la voz varonil que le provocó un inusitado y repentino escalofrío, dirigió rápidamente la mirada hacia donde esta provenía y frunció más el ceño al verlo ahí, acercándose a ella con rapidez. Lo primero que le impresionó fue el color de sus ojos, dorados, dorados tan oscuros que parecían ahondarse en su alma, eso le causó una indescriptible sensación en el estómago y un persistente golpeteo del corazón. El joven se sentó a su lado y ella lo miró a los ojos contrariada.

- ¿Dónde estoy?... ¿Qué ha pasado?

Pestañeó rápidamente mirándolo con atención a pesar de lo incómodo de su mirada. Él la observó con detenimiento estudiando otra vez su rostro, era tan delicado y fino, con ojos castaños grandes y expresivos, cálidos, le pareció, las pestañas tupidas y negrísimas, así como sus cejas bien delineadas, los labios que temblaban ligeramente rosas y las mejillas extrañamente muy rojas. Febriles, creyó Inuyasha.

- Tuviste un accidente... - Murmuró al fin. Ella entrecerró los ojos intentando recordar y luego de un momento frunció más la frente y entreabrió los labios respirando con fuerza. No dijo nada. Él puso las manos en puño conteniendo el deseo de tocarla, pero finalmente no pudo reprimirse más y acercó una mano inesperadamente a su frente. La muchacha, que tenía la vista baja, alzó sus ojos abriéndolos sorprendida ante él. El joven sintió el calor que emanaba y entonces se levantó de la cama, corroborando sus sospechas- Tienes fiebre... buscaré algo para ponerte en la frente...

Ella lo miró con detenimiento y se estremeció al darse cuenta que estaba sola, en una aparente cabaña y con un extraño que la estaba cuidando. Pero no pudo evitar observarlo en silencio. Era alto y de cabello negro y largo que caía sobre aquella imponente espalda, su rostro varonil era duro, pero la mirada mezclaba la calidez y la rudeza. Su voz era un susurro aun, se preguntó como sería en la normalidad, y cuando él se volvió con un paño húmedo y la obligó a recostarse, ella lo miró a los ojos sintiendo que temblaba otra vez pero no de frío...

- Gra... gracias... pero me siento bien...- Respondió sintiendo la humedad de la tela aliviar su frente. El muchacho se incorporó y sonrió con levedad.

- Si tienes fiebre... - Dijo él cambiando el rostro-... es porque tal vez tienes una lesión... ¿te duele algo?

La joven pareció confundida deteniéndose en sus ojos dorados que se clavaban como halcón en su vista. Otra vez un vuelco extraño en su estómago, su respiración se agitó, sus mejillas enrojecieron más aun y entonces desvió la mirada ¿Qué le sucedía? Era tan atento que la incomodaba.

- Ehh... bueno... no sé... - Murmuró. Entonces movió las piernas bajo los gruesos cobertores y palideció súbitamente al sentir un intenso y agudo dolor en el tobillo. Rogó que no estuviera lastimado. Quitó las colchas e intentó mover su pierna derecha otra vez, el dolor provenía de abajo y ella gimió. El muchacho caminó hacia un lado y volvió al instante con una venda elástica. Se sentó a sus pies y le tomó el tobillo tan cuidadosamente como si fuera de porcelana, la chica dejó de respirar sintiendo que su corazón latía violentamente.

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