Capítulo 30: Una Nueva Vida

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DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen pero la historia sí, por lo que NO AUTORIZO (espero que algunas entiendan esta frase ¬¬) para que esta se modifique o publique en otro lugar.

Derechos Reservados.

Capítulo 30: "Una Vida Nueva".

Él levantó una ceja y sonrió de una forma que no le fue indiferente a Kagome. La muchacha dejó de darle besos y lo miró con atención, viendo como poco a poco los labios varoniles se sonreían más y más. Ella agudizó sus ojos y luego preguntó.

- Sabías que aceptaría para mañana ¿no?

- Fue por eso que tardé...- Se sentó en la silla y entrecruzó los dedos, la chica jamás lo había visto actuar de esa manera, tenía una mirada traviesa y un tono de voz juguetón.-... hay una iglesia pequeñita, aquí cerca... tuve que rogar a un párroco... supongo que le debemos la ida a misa este domingo...

Ella lo escuchaba atentamente y luego de lo que él le dijo abrió más los ojos entreabriendo los labios, casi consternada.

- ¿¿Quéee??

Sólo lo vio sonreír y la muchacha luego de un momento le devolvió la sonrisa acercándose a él, se sentó en una de sus piernas, abrazándolo al cuello mientras Inuyasha le rodeaba la cintura.

- Estabas muy seguro que aceptaría ¿verdad?

- Bueno...- Susurró bajando la vista a su níveo cuello y luego volviéndola a alzar a ella- No tanto... la verdad, si decías que aún no, iba a poner mi mejor cara de cachorro desvalido... creo que no la conoces...

- Creo que sí la conozco...- Murmuró ella muy seria, él abrió más sus ojos dorados y Kagome le sonrió acercándose a su rostro.-... de todas formas sí funciona...

El piloto pestañeó rápidamente y frunció apenas el entrecejo.

- ¿Cuándo me has visto de esa forma?- Preguntó sorprendido. Kagome no pudo evitarlo y rió abrazándolo más.

- ¿Quieres que te las enumere?

Inuyasha la apartó un poco, la miró quietamente un eterno instante y luego su rostro se entristeció.

- Qué cruel... – Murmuró con sus ojos fijos en ella.

La muchacha de inmediato quitó la sonrisa, tragó fuertemente y meditó poniéndose en su lugar. Sí, al principio las cosas no habían sido para nada fáciles y más para Inuyasha, que jamás se dio por vencido a pesar de cada una de sus negativas.

- Lo siento...- Dijo al fin y acercó sus dedos a sus labios varoniles, rozándolos suavemente-... ya sabes lo que sentía... al principio creía que eras como todos decían... – Sus ojos castaños le miraban fijo-... luego quise evitarte para que no tuvieras problemas con...- Sus ojos se oscurecieron- ... ese hombre... lo hice por tu bien...

- Lo sé.- Respondió con voz ronca aferrándola más de la cintura y Kagome quitó sus dedos de sus labios para acariciar sus mejillas y sonriéndole agradecida. La muchacha acercó sus labios a los suyos y lo besó, al principio él sólo se dejó hacer, luego ella se separó y sonrió, volviéndolo a besar.

- Te amo- Susurró Kagome y eso fue la instancia para que él le respondiera, presionando sus labios con fuerza a los suyos, poniéndose de pie con ella que se aferraba a su cuello, sin que sus pies tocaran el suelo. Inuyasha la presionó fuertemente desde su espalda y caminó apenas, a pesar del dolor de su pierna, hasta la sala, ahí la chica se soltó pero el piloto no lo hizo, siguió besándola esta vez con suavidad y lentitud, tomándose todo el tiempo del mundo, las manos de ella se deslizaron a su pecho y Kagome sintió otra vez la piel caliente bajo la yema de sus dedos.- Te amo...- Volvió a susurrar provocando nuevamente una pasión casi descontrolada en él, que suspiró sobre sus labios y luego gimió con un ronco jadeo. Sus besos se apartaron de la boca de ella y siguieron el recorrido de sus mejillas y luego el cuello, haciéndola estremecer y que su corazón se sobresaltara como si le fuera a salir del pecho. La lengua se deslizó en la clavícula y pronto las manos que estaban en su espalda, acariciándola, se deslizaron lentamente, hasta que Kagome fue consciente que los dedos del muchacho se enredaban en los botones superiores de su blusa, se agitó por completo bajando el rostro y entreabriendo los ojos, Inuyasha también bajó la cabeza y sus frentes se juntaron, el aliento jadeante se entremezcló unos instantes. El piloto no movió sus dedos, su mente estaba tan agitada como su respiración, luego sonrió y se apartó mirándola a unos ojos que estaban asustados.

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