Capítulo 5

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Condujo en silencio, en pequeños momentos volteaba a verme, pero yo lo ignoraba olímpicamente mirando por la ventana.

-Vengo por ti a las tres- me dijo cuando se paró en la puerta del colegio.

-¿De casualidad no quieres asegurarte de que entre al salón?- le dije de mala gana.

-No me retes- levantó una de sus cejas.

Volteé mis ojos y tomé mi bolso para bajar, trate de abrir la puerta pero al no poder hacerlo recordé que tenía el seguro para niños, así que sólo abría por afuera.

-Ya te abro, niña- soltó una carcajada y bajó para abrirme la puerta, Me tendió la mano sabiendo que ni de broma la aceptaría.

-No es necesario que vengas- le dije molesta.

-¿Por qué no?- me pregunto a pesar de que conocía bien la respuesta -Te molesta que te vean conmigo- comenzó a caminar hacia mí.

-No, tu presencia es lo que me molesta- traté de retroceder pero el auto rojo de Michael me lo impidió.

-Entonces con más ganas aún vengo por ti a las tres- sonrió victorioso, me guiñó un ojo y se alejó de mí para rodear nuevamente el auto y subir a este.

Retuve mis ganas de ahorcarlo y caminé hacia el edificio.

-¡¿Quien era él y que fue eso?!- me preguntó Alexa asombrada, seguramente había visto todo.

-¿A-a que te refieres?- fingí no entender.

-¡Dios! ¿Él es?- adivinó. -Ósea tienes a ¡ÉL! En tu casa y ¡lo quieres echar! Oficialmente tú estás ¡loca!- me dijo caminando detrás de mí.

-¡Alexa el es detestable!- le dije desesperada. -¡Me quitó el auto!- abrí mi casillero para sacar mis libros.

-Pero la forma en la que se te acercó- levantó una de sus delgadas y rubias cejas.

-¡Solo lo hace para molestarme!- le contesté obvia.

-¿Valla así que tan urgido esta el chico ese eh?- se paró detrás de nosotras Alejandra.

-Hay, ¿por qué no te largas?- le dije fastidiada, suficiente tenia con el coraje que me había hecho pasar Michael como para ahora soportarla a ella.

-¡Já!- rió falsamente. -¿Y cuánto le pagaste para que saliera contigo?- soltó una burlona carcajada.

-Yo no le pago nada y no salgo con él- le dije caminando hacia ella. -A ver no sé ni por qué te estoy dando explicaciones- dije cuando pensé lo que le había dicho.

-¿Crees que a mí me interesa tu vida?- me pregunto poniéndose su mano en la cintura.

-Pues eso parece, ¿por qué no me dejas en paz?- me acerqué a ella, con una mirada que si estas mataran, desde hace mucho tiempo que alejandra estaría cuatro metros bajo tierra.

-No te tengo miedo- me dijo ‘segura’ pero en sus ojos se notaba el terror que tenia por dentro.

-Por favor tu miedo se huele a ¡Kilómetros!- le dijo Alexa soltando una carcajada.

-Ah- dijo molesta. -¡Las dos son unas estúpidas! ¡Por qué no dejan de molestarme!- sus ojos comenzaron a cristalizarse.

-¿Eh?- dije sin entender, ahora se hacia la víctima.

-Señorita Martinez- escuché la voz del director, giré sobre mis talones para poder verlo de frente.

-¡Director! ¿Cómo ha estado?- le dije sonriendo nerviosamente.

-¿Todo está en orden?- me miraba serio.

-Claro- le dije segura.

-¿En orden?- me gritó. -¡Anda sigan amenazándome!- seguía haciéndose la víctima.

-Alejandra, realmente estás ¡enferma!- le dije sin importarme que me escuchara el director.

-Martinez a mi oficina ¡Ahora!- no se veía para nada contento -¡Y ustedes dos a clases!- les indicó a Alexa y a la loca de Alejandra.

-Pero- intenté defenderme.

-¡A mi oficina!- me interrumpió señalando la dirección.

-Es que-intente de nuevo.

-¡Ahora!- gritó.

Sin alguna otra opción caminé, no sin antes fingir que iba a lanzármele encima a Alejandra, acción que la asustó e inmediatamente retrocedió

-¡Martinez!- volvió a gritarme al ver mi acción.

Solté una carcajada y caminé hacia la oficina del director.

-¡Segundo día de clases y ya estas peleando!- me dijo sentándose en el gran sillón giratorio.

-Sabe, tengo mis razones- le dije sentándome.

-No las quiero saber- me interrumpió. -No te expulsé del colegio porque tus notas son buenas- me dijo mientras que de su escritorio sacaba una carpeta a punto de explotar, con mi nombre al frente. -Pero tu conducta Anasstasia- mire hacia el piso seria.

-¡Pero no me estoy portando mal en clases!- me defendí.

-¡Casi golpeas a esa chica!- me dijo.

-Mire si esa fuera mi intención hace un mes que ella estaría en el hospital- soltó una carcajada. -¡Ella es la que me provoca!- le dije, cosa que era totalmente cierta.

-Solo una cosa te voy a decir, no quiero problemas- me dijo señalándome con su dedo índice, solo asentí con la cabeza -A la primera, llamaré a tus padres-

-¡No tendré problemas!- le dije sonriendo. -A menos que ella-

-¡Martinez!- me gritó.

-Si si si- dije riendo mientras caminaba hacia la puerta.

-¡Hey!- me llamó antes de salir.

-¿Qué pasa?- le pregunté regresando, levantó sus cejas. -¿Dígame director?- canté con ese fastidioso tono.

-Hoy estarás castigada- me dijo sonriente.

-¡Qué! Pero ¿Por qué?- pregunté sorprendida.

-Irás a detención solo durante el descanso- me entregó una tabla donde puso mi nombre para que la encargada de detención firmara que si asistí.

-¡¿Por qué solo yo?! ¡Alejandra! comenzó!- reclamé.

-No las puedo poner juntas, ella se quedara después de clases- sonreí victoriosa.

Salí aliviada de la oficina, por un momento creí que me expulsaría, pero esas son las ventajas de llevarse bien con el director.

Después de pasar el descanso en detención, seguido de cuatro clases más, finalmente tocó el timbre de salida ...

El niñeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora