Capítulo 4

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Su cercanía me ponía demasiado nerviosa, más aún así no se lo demostraría, se acercaba más y más, pero cambió el rumbo, ahora se dirigía a mi cuello, ahora sentía que la húmeda respiración acariciaba mi cuello, subió hasta mi oído con esa agobiante lentitud. Me dejé llevar por el momento y cerré los ojos.

-Te quedas sin auto- me susurró sensualmente.

Abrí rápidamente mis ojos, para guardar las llaves que aun traía en mis manos, pero actuó mucho más rápido y me las quito de las manos.

-¡Eres un imbécil!- le grité molesta.

-Hey hey, pórtate bien y tal vez te lleve- levantó una de sus cejas, y sonrió victorioso.

-Me la vas a pagar Michael- le dije más que molesta mientras seguía subiendo escalones.

-Hay sí que miedo- dijo sarcásticamente para luego atacarse de la risa.

Entré en mi habitación, -¡No lo soporto!- grite en mi interior. Después de un rato me tranquilicé, y decidí llamar a Alexa.

-¡Es que Alexa! ¡No entiendo porque lo escogieron a él!- le dije desesperada.

-Es simple Ana- me dijo obvia más yo no lograba comprender. -Si contrataban a alguien serio y tranquilo, ¡no aguantaría nada de lo que le hicieras o le dijeras!- me explicó. -Pero a lo que tú me cuentas, el carácter de él es muy parecido al tuyo- podría ser que tuviera razón, pero aún así no me daría por vencida.

Al dia siguiente.

Nuevamente me levanté por los insistentes golpes de Michael en la puerta.

-¿Esto va a tener que ser todos los días?- me cuestionó retóricamente.

Simplemente lo ignoré, me puse de pie y como todos los días hice mi rutina, lavar mis dientes, entrar a la ducha, secarme y vestirme.

Deje mi cabello suelto, permitiendo que se formaran húmedas ondas en el. Tomé mi bolso y bajé las escaleras.

-Dame mis llaves- le dije cuando lo vi sentado en un lado de la barra de la cocina.

-¡Já! ¡Já!- rió sarcásticamente. -¿Por qué tengo que hacer lo que tú dices, si tú no me obedeces?-

-Solo dámelas si- le contesté.

-No- me dijo sonriente.

-Entonces no voy- levanté una de mis delgadas cejas y caminé de regreso a las escaleras.

-Claro que si iras- escuché sus pasos detrás de mi. -Yo te llevo-

-No gracias- le dije sin voltear a verlo.

-¡Eres una niña chiflada!- me dijo molesto, al escucharlo me di media vuelta para verlo de frente y reí.

-Una niña chiflada que no se irá sin su auto- me senté en un escalón.

Soltó una carcajada -¿De verdad crees eso?- me dijo risueño. Mientras que yo solo me limitaba a tratar de averiguar lo que planeaba.

Se acercó rápidamente a mí, en cuestión de segundos me llevaba en su hombro derecho.

-¡Que te pasa!- le grité histérica. -¡Bájame ahora!- le ordené mientras pataleaba y golpeaba con mis manos su espalda. Aunque no podía verlo a la cara, pero sabía que se estaba riendo.

-Si sigues golpeándome ambos caeremos- me dijo tratando de controlar su risa.

-¡No! ¡Tú vas a caer cuando me sueltes!- lo amenacé.

-Entonces no te soltaré- me dijo cuando llegamos a su auto.

-No te lo vuelvo a decir suéltame- le dije digamos que ‘molesta’ aunque esta palabra le queda corta.

-Ya te dije que no- soltó una carcajada. -Y luego si me haces algo- dijo fingiendo temor.

-Está bien, al fin y al cabo te cansarás- dejé de moverme, pero este volvió a caminar, trataba de ver que estaba haciendo pero no lo lograba, escuché que abría la puerta del auto, comencé a patalear de nuevo.

-¡Te dije que no voy a ningún lado contigo!- seguía golpeándolo por la espalda.

-Y yo ya te dije que irás al colegio, y no tendrás tu auto- no tengo ni la menor idea de cómo lo logró pero me metió en el auto, en el asiento del copiloto. Se metió para abrocharme el cinturón y que no pudiera escapar tan fácil, pero antes de que se quitara, mordí fuertemente su brazo.

-¡Ahh!- grito mientras se tocaba la zona mordida, me miró molesto y antes de cerrar la puerta, le puso el seguro de niños para que así no se pudiera abrir.

Puse mi mano en el cinturón de seguridad mientras se alejaba para rodear el auto lo desabroché para poder cruzarme al lado del piloto y poder bajar, Apenas abrí la puerta y ya estaba ahí. Resignada regrese al lugar del copiloto ...

El niñeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora