Capítulo 26

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-Eres un tonto- le dije riendo pasando mis brazos por su cuello y poder unir nuestros labios, sin siquiera pedir autorización, adentró su carnoso y exquisito miembro en mi boca, tanto como su miembro y el mío debatían en una pequeña guerrilla, tan satisfactoria como las caricias que Michael proporcionaba sobre mi pierna.

-Te imaginas que tus padres llegaran y nos encontraran así- me dijo riendo después de separarse de mis labios.

-Creo que mi madre se desmallaría, mi padre se quedaría en shock y caro se reiría- le dije imaginando la escena. -Pero, están a kilómetros de aquí, así que no hay nada de qué preocuparse- le dije mordiendo mi labio inferior.

-Eso me agrada- dijo pícaramente atacando mis labios, lo tomaba de la nuca para dar mayor intensidad al beso y que no pudiera alejarse de mis labios, aunque estoy cien por ciento segura de que alejarse no estaba entre sus planes.

Se acomodó sobre mí, siempre cuidando no lastimarme, nuestros cuerpos se acoplaban perfectamente, tal como dos piezas de rompecabezas. Mientras el deleitante roce de nuestros labios seguía, comencé a jugar con el borde de su camisa, hasta que decidida introduje mis manos por debajo de esta y así poder tocar su suave y tibia piel, él no tardo en hacer lo mismo, sus manos paseaban de mi cintura a mi abdomen, nuestras respiraciones comenzaban a acelerarse, su pecho se contraía a causa de la dificultosa situación. El beso cada vez era más salvaje, comencé a subir su camisa, quería deshacerme de ella y poder sentir su piel en contacto con la mía, tuvo piedad de mi, y se separó de mis labios para sacar el pedazo de tela, -a estas alturas bastante incómoda- y la lanzó a un lado. Aproveché para cargar mis pulmones nuevamente con ese aire vital que el beso me había robado, su lengua recorría toda mi cavidad bucal dejando ese delicioso sabor, por donde quiera que pasara, comencé a levantarme, sin separarme de sus labios, para sentarme en la cama y poder cambiar de lugar con Michael, cuando logre que estuviera recostado, me senté sobre su cadera y sonreí victoriosa al verlo en el estado en cual estaba, su pecho se contraía rápidamente y me miraba expectante.

Devoré nuevamente esos labios que ahora habían adquirido un intenso color rojo y un grosor más antojable de lo común.

Subía mi blusa al mismo tiempo de que acariciaba mi piel que poco a poco iba siendo descubierta, dejó de subirla hasta que llegó al inicio de mi pecho, así que me separé de él y saqué mi blusa para lanzarla al mismo lugar donde estaba la de Michael.

Su mirada paseaba por mi torso semidesnudo, sonrojada me recosté sobre su pecho, solo que ahora mi víctima no fueron sus labios, si no su cuello. Lo besaba parsimoniosamente haciéndolo estremecer. Pasaba mi lengua e hincaba mis dientes, provocándolo soltar pequeños y sensuales gemidos, que me incitaban a continuar con mi labor. Baje dejando un rastro de besos, hasta su clavícula, donde en lugar de dar un beso, succione su piel para dejarle una marca, mientras que con mis manos acariciaba todo su bien marcado torso, escuché su risa mientras que me abrazaba pegando aun más nuestros cuerpos, era totalmente increíble sentir su tersa piel en contacto con la mía, giró haciéndome quedar nuevamente debajo de él.

-Sabes que soy tuyo, no necesitas dejarme marcas- dijo sensualmente en mis labios.

-Lo sé, pero me gusta hacerlo- le dije ladeando mi cabeza para hacer otra en su cuello y luego regresar mi mirada hacia la suya.

-Me encantas- me dijo mordiendo su labio inferior acentuando aun más el color rojo de estos.

-No hables- le dije sonriente atrayéndolo de nuevo a mis labios.

Los besos, caricias y miradas iban perdiendo inocencia, cada vez eran más intensas y extaciantes. Fue dejando un rastro de besos por mi mejilla y cuello.

Se entretuvo un buen rato en la loma de mis pechos y luego bajo hasta mi abdomen, pasaba su lengua con una lentitud que me hacia estremecer, permanecía con los ojos cerrados y mi espalda se encorvaba al sentirlo jugar con la boca, halando los cordones de mi short fijó su mirada a la mía, mientras comenzaba a sacar mi short, Cuando este no cubría mas mi piel, me hinqué en la cama tal y como él lo estaba, avance hacia él, paso una mano por mi cintura y así unirme lo más posible a su cuerpo, volvió a besarme de esa forma tan única, que me vuelve completamente loca, saqué mis brazos de su cuello y los dirige a mi espalda, donde desabroche mi sostén, sin alejarse de mis labios comenzó a jugar con los tirantes, los bajaba lentamente acariciando mi piel y luego los volvía a poner en su lugar, hasta que los dejó abajo, me alejé un poco y así poder lanzarlo junto con nuestra demás ropa. Me miraba sin pudor alguno, pero a mí me intimidaba un poco, así que lo atraje una vez más a mis labios, fue recostándome poco a poco, con una mano me tomaba de la nuca y la otra se encontraba en mi pierna, esta última fue reptando por mi cadera, pasando por mi cintura hasta llegar a mi pecho donde se apodero de una de las partes más sensibles de mi cuerpo. Masajeaba mis pechos de una increíble manera, bajos sus besos hasta estos, mientras que con su grande mano jugaba con uno, introdujo el otro a su boca, inundándome de una gran cantidad de placer, la cual tenía que salir de mi cuerpo de una forma u otra. Fue aquí cuando agradecí que estuviéramos completamente solos, y así no tener que retener los gemidos que Michael me producía.

Sentí como comenzaba a bajar la última prenda que cubría mi cuerpo ...

El niñeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora