Capítulo 43

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Me desperté ante el sonido de mi despertador, esta vez no eran las caricias de Michael las que me despertaban. -¡Basta!- mi voz interna me reclamó. Yo sola me lastimaba recordándolo a cada momento.

Entré al baño y dejé correr el agua para que su temperatura se estabilizara, mientras eso sucedía me dirigí al closet, tomé lo primero que vi. No tenía ánimos de ponerme a buscar algún conjunto. Dejé mi ropa sobre la cama y regresé a la bañera. Si por mi fuera, me hubiera quedado por horas en la ducha, pero mi vida no había terminado solo porque Michael ya no estaría en ella.

Terminé de vestirme y tomé mi bolso, aún no muy segura, salí de mi habitación.

-¡Ya me voy!- avisé desde la puerta.

Salí de la casa y subí a mi auto, aun no había pensado en que diría, ya seguramente Alexa me preguntara sobre lo sucedió ayer, pero no podía contarle la verdad ya que si no le decía a joseph o ella misma iría a buscar a Michael para aniquilarlo.

-Michael Miller te mereces que le cuente a River- hablaba conmigo misma. -Pero no puedo hacerlo- suspiré profundamente.

Llegué al colegio, afortunadamente era algo tarde, por lo que todos estaban en los salones, así no me encontraría con River, y en el salón sería más fácil evitar las preguntas de Alexa.

Entré al edificio, los pasillos estaban vacíos. Así que sin dificultad alguna llegué a mi casillero, saqué mis libros para las siguientes clases y cerré este de un fuerte golpe, caminaba hacia el salón cuando mi celular comenzó a vibrar. Lo saqué de mi bolso y miré la pantalla. Era un mensaje de Michael. Sin siquiera abrirlo lo eliminé, no quería entrar llorando al salón.

Di dos golpes sobre la puerta de la aula y entre, todas las miradas se dirigían hacia mí.

-Martinez, llega tarde- me recordó el profesor.

-Lo siento- dije mientras caminaba hacia mi lugar, tratando de ignorar la extrañada mirada de Alexa.

Saqué rápidamente un par de bolígrafos, el cuaderno de la materia y comencé a escribir todo lo que estaba en el pizarrón. De pronto una pequeña bolita de papel golpeo mi mejilla derecha, volteé y Alex me dijo 'Léela' marcando los labios y sin sonido para que no nos descubrieran.

Tomé el pequeño papel y leí: '¿Qué te sucede?'. Reí nerviosamente y volteé a verla nuevamente y me miraba con detenimiento. Me conocía tan bien.

Respondí el papel: '¿Qué me sucede de qué?'. Aproveché que el profesor volteaba hacia el pizarrón para seguir escribiendo y lancé el papel hacia el asiento de Alexa, enseguida me regresó el papel: 'Sabes que no me puedes engañar, algo te sucede'. Bien a ella no podía mentirle sobre nada, sabía muy bien cuando algo me sucedía, si estaba triste, feliz, enojada. Le hice una seña indicándole que me esperara, asintió con la cabeza y cada una siguió escribiendo en su cuaderno.

-¡Estúpido timbre!- pensé molesta no podía retrasarlo más tenía que hablar con Alexa. Tomé mis libros, salí del salón y rápidamente Alexa me alcanzó.

-Habla ya- me dijo mirándome fijamente para asegurarse de que no le mintiera.

-Ayer llegaron mis padres- le conté sonriente.

-¿Enserio?- preguntó sonriendo igual.

-Si- le contesté.

-Pero no, a ti algo te pasa y no es eso- me dijo levantando una de sus cejas.

-Si, solo es eso- insistí. -Mis padres llegaron y Michael, y Michael se fue- después de todo no estaba mintiendo.

-¿Y les dirás sobre ustedes?- me preguntó mientras entrabamos al siguiente salón.

-No me senté en mi lugar.

-¿Por qué no?- me preguntó.

-No lo sé, creo que será mejor que lo mantengamos en secreto por un tiempo- dije no muy segura.

-¿Entonces por que tu cara de depresión?- rió.

-Solo estoy algo triste porque se fue, pero es todo- le tendría que decir la verdad pero no hasta que me encargara de River.

Las clases pasaron rápido, al igual que en el receso, hablábamos de cosas sin mucha importancia, y según lo que me contó Alex, joseph estaría en entrenamiento hasta pasando la salida, por una semana ya que se acercaban los torneos.

Salimos y Alex se tuvo que ir, su madre había pasado por ella. Yo tenía que ir a la biblioteca por unos libros para unos resúmenes que tenía que elaborar.

Me dirigía al estacionamiento, traía mi bolso, los 3 libros sumamente pesados y una botella de agua que recién había comprado en una de las maquinas distribuidas por el campus.

-Carga otra cosa más y apuesto que te desarmas- volteé y de pronto tenia a River a un lado.

-En vez de burlarte, deberías de ayudarme- le dije riendo por su tonto comentario.

-Dame- me dijo tomando los libros.

-¿Y Alex? ¿Ya se fue?- me preguntó.

-Si, su mamá vino por ella- le dije abriendo la botella de agua para poder beber de esta.

-Mmm- dijo asintiendo con la cabeza. -¿Y cómo te fue ayer?-

-¿Ayer?- lo miré extrañada.

-Si Alexa me dijo que cumplías dos meses con el idiota- me dijo.

-Sí- le dije sin muchos ánimos.

-¿Hey qué pasa?- preguntó extrañado.

-¿Que pasa de qué?- rápido cambié mi triste rostro por una sonrisa. -¡Ayer volvieron mis padres!- agregué aceleradamente, intentando cambiar el tema.

-¿Enserio?- sonrió. -Pasaré a saludarlos cuando no esté entrenando- ambos reímos. -Entonces quiere decir que Michael se fue de tu casa ¿No?- ¿por qué tenía que preguntarme por él? nunca lo hacía y cuando no quería hablar sobre él, aparecía en la conversación.

-Así es- afirmé. -¿Y por qué no estás entrenando ahora?- pregunté nuevamente cambiando rotundamente el tema, rogando por dentro que no se diera cuenta.

-A ver- dejó los libros sobre mi auto. -Nunca paras de hablar sobre el idiota ese, lo ofendo y no lo defiendes, te pregunto algo y cambias el tema ¿Qué te sucede?- se dio cuenta.

-No-no me sucede nada, solo sé que no te gusta que hable de él así que no lo hago- mentí, normalmente me divertía hacerlo enojar, caminé y me senté en el cofre del auto.

-Por favor Ana- dijo irónicamente.

-¡Enserio!- le dije.

-¿Es el idiota no?- me miraba fijamente.

-¡River!- alargue dije. -¡No solo porque estoy seria quiere decir que me hizo algo!- trataba de contenerme y no romper en llanto.

-Te conozco y lo sabes- se sentó a mi lado, ambas miradas se dirigían hacia el piso. -Tú tienes toda mi confianza, y siento que tú no confías en mí ni un poquito- volteó a verme, sus palabras me pusieron peor. No podía estar más sensible, así que las lágrimas no tardaron en hacer su aparición ...

El niñeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora