Capítulo 45

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Sin muchos ánimos subí a mi habitación. Había esquivado la comida con la escusa de que había comido en el colegio. Dejé caer mi bolso en el piso y lancé mi celular junto con mis llaves en la cama.

Entré al closet para buscar algo más cómodo. Terminaba de vestirme cuando escuché el muy leve sonido que crea mi celular al vibrar. Corrí hacia donde estaba este el cual no paraba de vibrar. Lo tomé y miré la pantalla. Michael.

Me debatía entre responder o no. Quería hacerlo. Aunque solo fuera por unos segundos, solo para escuchar su melodiosa voz pronunciar mi nombre. Después de diez segundos, dejó de vibrar.

Pasé todo el día haciendo las tareas del colegio, no era algo que disfrutara pero me distraía bastante.

Terminé con todos los trabajos, incluso algunos los había adelantado, pero ya no podía más. Por más deprimida que estaba, demasiada tarea digamos que no era 'sano' para mí.

Bajé a la cocina, miré televisión en la sala, salí al jardín, me senté en el comedor. Simplemente no me hallaba en la casa. Algo me hacía falta y sabía más que con exactitud lo que era.

Finalmente decidí llamar a Alexa y contarle. Ya me había 'asegurado' de que joseph no haría una estupidez.

-¿Si?- respondió Alex del otro lado de la bocina.

-Tengo algo que contarte- dije sin siquiera pensarlo.

-¿Pero ahora si me dirás la verdad?- me dijo riendo.

-¿Te dijo algo River?- le respondí con otra pregunta.

-Osea, ¿River sabe y yo no?- ahora ella respondió con otra pregunta.

-Es, es sobre Michael y yo- trataba de no hablar fuerte para que nadie me escuchara.

-¿Vienes o voy?- me preguntaba si iba a su casa o si ella venia a la mía.

-Voy para allá ¿sí?-

-Te espero- me dijo antes de colgar.

Tomé un pantalón de tela negro y una blusa verde de tirantes, ya en las noches comenzaba a disminuir la temperatura así que tomé una sudadera también verde pero de un verde más oscuro que la blusa, unos tenis y até mi cabello con una moña. Moví todos mis libros y cosas que estaban aun en mi cama y tomé las llaves, iba a tomar el celular pero preferí dejarlo. Después de avisar que iría a casa de Alex, subí a mi auto y partí hacia casa de mi amiga.

En menos de diez minutos ya estaba tocando el timbre de casa de Alex.

-¡Hey!- me saludó sonriente y yo solo forcé una sonrisa.

Subimos a su habitación y yo comencé a contarle la 'historia' y el motivo por el cual no le había querido decir nada.

-¿Entonces no me ibas a decir?- se hizo la ofendida.

-Si, solo que buscaba una forma de que River se controlara, pero cuando hable con él y no pude evitarlo y terminé contándole todo- expliqué.

-Bien- dijo sonriente. -Pero estoy de acuerdo con joseph, deberíamos de ir a decirle lo que se merece- frunció su rubio ceño.

-Oh no claro que no- le dije seria.

-Tan siquiera a la estúpida esa- dijo en tono de suplica.

-Ah por eso no te preocupes, tenlo por seguro que si la veo en la calle, no se la acaba- ambas reímos.

-¿Y no te ha llamado? o ¿algo?-

_En la mañana me mandó un mensaje, y cuando llegué a casa llamo- dije cabizbaja.

-Y ...- hizo que continúe.

-El mensaje lo eliminé sin siquiera leerlo y no le respondí cuando llamó- le conté.

-¿¡Por qué no leíste el mensaje!?- me reclamó poniéndose de pie.

-Alex ¡es que no! ¡no puedo!- le dije tomando con desespero mi cabeza. -No tienes una idea de cuánto llegué a quererlo y de pronto lo veo en esa situación- como era de esperarse o más bien ya se estaba haciendo costumbre que las lagrimas se acumularan en mis ojos. -Simplemente me destrozó-

Seguimos hablando por horas, hasta que creí que era hora de volver a casa.

La semana había pasado con una lentitud terrible, no salía de casa más que solo para ir al colegio, mis calificaciones eran buenas, pero a duras penas ingería algo de alimento, no estaba bien.

Recibía constantes llamadas de Michael, pero yo no hacía más que ignorarlas, al igual que los mensajes. No tenía el suficiente valor para leerlos.

-¿Segura que estás bien?- me preguntó mi madre algo preocupada. -Nunca habías rechazado una comida, pero desde que llegamos apenas y la tocas-

-Si estoy bien, solo que no tengo hambre ahorita- le dije tratando de sonreír.

-¿Segura?- insistió.

-Si, segura- sonreí.

-Bien- estaba por salir de la cocina cuando regresó. -Sabes, le prometí a Caro que la llevaría al centro comercial para que eligiera a su mascota, pero ni tu padre ni yo podemos ir llegaremos hasta tarde ¿la podrías llevar hoy?- me preguntó.

-Claro- le dije sonriente ...

El niñeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora