Capítulo 11

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-Sí, que tú la sigues molestando- me explicó.

-¡Pero si yo no le he dicho nada!- me defendí.

-Lo sé- me dijo. -Pero la madre de Alejandra me pidió que hablara con tus padres, pero como no están hablare con tu tutor- me explicó. -Por eso llamé ayer en la tarde-

-¡Pero de qué va a hablar con él si ni siquiera hice nada!- volví a reclamar.

-Sólo le explicaré la situación, para que él hable contigo y que no causes problemas- me dijo sonriente.

En eso sonó el teléfono, así que respondió con el típico ‘Diga’ y sólo asentía seriamente, para finalizar con ‘Dile que pase’.

A los cinco segundos entro la secretaria seguida por Michael, la secretaria me fulminó con la mirada antes de salir. Solté una pequeña risita y el director negó con la cabeza tratando de no reír.

-Bueno yo me voy- dije poniéndome de pie sin siquiera mirar a Michael.

-Hey no tan rápido señorita- me llamó el director.

-¿Y Ahora?- Pregunté con fastidio volviéndome a sentar en la silla.

-Correr por los pasillos- dijo mientras sacaba una de las tablas para detención, y llenaba la hoja. -Ignorar indicaciones de autoridades- reí al escuchar eso ya que no sabía que la secretaria tenía tanta ‘autoridad’. -Y entrar a la oficina del director sin autorización-

-¡Hey yo creí que nos llevábamos mejor!- le dije riendo.

-Detención el sábado a las nueve de la mañana- me dijo mientras terminaba de firmar la hoja blanca. -Aquí tienes- me entregó la tabla.

-Pero ¿el sábado? ¿A las nueve?- le dije con mi cara de tristeza más convincente.

-Lo siento, son tres amonestaciones- me dijo serio. -No podrás desvelarte- soltó una carcajada. -Ahora sal por favor- me pidió señalando la puerta.

-No es justo- susurré a regañadientes mientras salía de la oficina.

Me quede detrás de la gran puerta de madera, volteé a ambos lados para asegurarme de que nadie me observara, ya que parecía desierto, debido a que todos estaban en clases, apegué mi oído para tratar de escuchar por la puerta, pero era totalmente inútil. Ya que solo escuchaba murmureos del director y luego unos de Michael, después nuevamente del director, pero no lograba descifrar lo que hablaban, tapaba mi otro oído con mi mano, o cambiaba de posición en la puerta, pero era imposible.

Me agache para tratar de escuchar por la pequeño espacio que quedaba entre la puerta y el piso, se escuchaban más claras las voces pero aún así era difícil, trataba de concentrarme cuando vi un par de zapatos negros, obviamente con dueño, o más bien, dueña. Volteé y me topé con la secretaria, me miraba molesta mientras que sus manos estaban en su cintura. Le sonreí torpemente mientras me levantaba.

-Eh, yo sólo- tartamudeé. -Yo, ¡Perdí un arete!- le dije mientras me volvía a agachar y fingía estar buscando un arete.

-¿Sólo uno?- me preguntó incrédula.

-Ehh- llevé mis manos a mis orejas y sentí que no traía aretes. -¡Hay no! ¡Perdí ambos!- mentí y me volví a poner de pie. -Creo que será mejor que me vaya a clases- le dije pero justo en ese momento se abrió la puerta.

El director y Michael me miraban extrañados mientras que la secretaria sonreía victoriosamente.

-Yo, si, ya me iba- dije nerviosa mientras tomaba mi bolso que estaba en el suelo y salí disparada de ahí. Me dirige a mi casillero ya que me faltaban los libros de la clase.

-¿Sabes? yo creo que necesitas clases de control de ira- me asustó por completo ya que yo estaba segura de que el pasillo estaba vacío-

-No te metas en lo que no te importa Michael- le dije cerrando de un golpe mi casillero.

-Si me meto porque eres mi responsabilidad, así que tú terapia será esta- sonrió victorioso. -No te regresaré el auto, no sales este fin de semana y dame tus tarjetas de crédito- me dijo mirándome fijamente.

-¡Já! ¡Já! No-no tengo tarjetas de crédito- mentí si las tenía, pero lo que no tenía era la menor idea de cómo se entero.

-Oh, claro que si las tienes o más bien tenías- tendió su mano esperando.

-No te las daré Michael- le dije y comencé a caminar al salón.

-Dámelas- me tomó del brazo evitando mi huida.

-¿¡Por qué!?- dije molesta. -Además tu dijiste que no me ibas a quitar el auto- le recordé nuestro ‘trato’.

-Y tú dijiste que no pelearías más conmigo y casi me dejas sin descendencia- me dijo aún con su mano tendida

-Eres un idiota- le dije ahora más que molesta.

-Pues mira como este idiota te quitó tu auto, dinero y permisos- me dijo mirándome con la misma furia con la que yo lo miraba a él.

Abrí mi bolso, saqué cuatro tarjetas y se las lance, pero increíblemente este atrapo las cuatro en el aire.

Me di media vuelta y camine hacia el salón, las clases pasaron rápido, quería hablar con Alexa pero tenía que esperar hasta el descanso, ya que tenía suficiente castigo por ahora.

-¿Qué pasó?- me preguntó cuando llegué a la mesa en la cafetería.

-Que la estúpida de Alejandra dice que yo la sigo molestando- le dije aún enojada.

-¡Pero!- dijo sorprendida. -Esa chica se está ganando que de verdad la ‘molestemos’- solté una carcajada, por el apoyo de mi amiga.

-Lo sé- le dije. -Pero eso no es lo peor- el enojo volvía a apoderarse de mi cuerpo. -Después viene Michael, me quita mi auto, mis tarjetas de crédito y me dijo que este fin de semana no saldré- Alexa soltó una carcajada, la miraba extrañada ya que yo no le encontraba nada de gracia a esa situación.

-¿Lo obedecerás?- me preguntó con una expresión de maldad en su rostro.

-¡Pues no me queda de otra! ¡Me dejó sin auto y sin dinero!- le dije resignada. -¿Qué más puedo hacer?- suspiré.

-¡Wow!- dijo sorprendida. -Hasta que Anasstasia Martinez se topó con la horma de su zapato- volvió a reír mientras que yo la fulminaba con la mirada.

-¿Sabes qué?- dije pensativa. -Saca tu celular- le dije mientras yo sacaba el mío.

-¿Para qué?- me preguntó extrañada.

-Tenemos muchos mensajes que enviar- le dije sonriendo malvadamente.

-¿Y qué le escribo y a quién?- me preguntó sin entender.

-‘Fiesta en casa de Anasstasia Martinez- le dije. -Y envíalo a todos tus contactos …

El niñeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora