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Daniela subía felizmente los peldaños de las escaleras. Detrás de ella un Sherlock cargando un sin fin de bolsas que Daniela había adquirido después de pasar casi 6 horas en el centro comercial.

Daniela corrió para sentarse en el enorme colchón de su habitación, Sherlock casi sin poder mirar el suelo, entro a la habitación dejando con cuidado los objetos sobre la alfombra gris.

-¿Necesitas tantas cosas? - pregunto el moreno, caminando en dirección a la enorme cama. La mujer sonrió con felicidad.

-Todo es para el bebé, quizá cuatro cosas para la boda. - respondió levantándose de la cama y tomando algunas bolsas.
Sherlock miro la figura de la morena, dejo de ser delgada, pero sabía que después de tener a la pequeña tendría un cuerpo más que envidiable.
No quería quitar la vista de la morena, odiaba tanto que su hermano tuviera esa mujer todos los días.

Sherlock puso sus ojos sobre el rostro de la mexicana y ella estaba sonriente.
Camino de nuevo a la cama y Daniela comenzó a sacar las cosas.

Daniela saco ropa de bebé, le hacía demasiada ilusión ser madre, se sentía tan feliz. La mayoría de la ropa era rosada o gris, no había duda de que la bebé sería la princesa de la familia.

Sherlock estaba ansioso por conocerla, de ver a quien se parecía más. El rizado la miraba con amor a la menor, quisiera ser el padre de esa pequeña, daría mucho por poder formar una familia con la mexicana.

-¿Que?- pregunto Daniela con una sonrisa, no entendía por qué la miraba tanto.
El sonrió negando divertido.

-Me encanta verte tan feliz - dijo sin pensarlo, ella suaviso su mirada y se acercó al mayor, paso su mano sobre los rizos negros de Sherlock.

-Sherlock...- susurró, estaban muy cerca de sus labios. El sonrió torpemente.

En esos momentos se dió cuenta de que realmente estaba rendido ante está mujer, por fin se había quitado la venda de los ojos, y pudo ver qué la mexicana era lo que más necesitaba en su vida para sentirse a salvó. No le importaba que estuviera con su hermano, se sentía feliz tan solo con abrazarla, tan solo con un beso en las mejillas, tratándose como debería de ser ante la sociedad.
Daría lo que fuera por qué las cosas hubieran sucedido de manera diferente, que la mexicana se hubiera enamorado de Sherlock primero, de poder casarse con ella, podría dar lo que fuera.

-Quiero que escojas un nombre para ella- dijo Daniela besándolo suavemente sobre los labios.

-¿No lo escogerá Mycroft, o tu?- pregunto desconcertado.

-Quiero seguir la tradición de los tres nombres- dijo divertida, separandose del rizado. El copio el gesto, se sentía extraño sentirse tan feliz.

-¿Mycroft está de acuerdo?- preguntó mirando la ropa de bebé.

-El sabe lo importante que esto es para ti, Sherlock- respondió Daniela, mientras se levantaba de la cama y caminaba por una de las bolsas más grandes, Sherlock de inmediato se levantó y le ayudo a cargar la bolsa. Era bastante pesada.

-¿Que es esto, rocas? Esto no lo compraste en el centro comercial- dijo Sherlock dejándolo caer sobre el colchón.

-Lo trajeron mientras estábamos fuera de casa - respondió sacando una enorme caja de la bolsa, era amarilla con detalles plateados. Sherlock podía notar que sus manos temblaban de emoción, y nuevamente se limito a sonreír.

Entre papel delgado de color amarillo, tarjetas de presentación de la tienda, por fin salió un poco de tela.
Un perfecto color champagne decoraba la tela. Daniela con delicadeza saco el vestido.

The Cold Coagula || Mycroft Holmes ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora