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Sirius había estado todo el rato disimulando sus nervios enfrente de James y Peter, pero la verdad que estaba deseando ir a su último castigo junto con Eris, estaba dispuesto a decirle todo lo que tenía que decir

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Sirius había estado todo el rato disimulando sus nervios enfrente de James y Peter, pero la verdad que estaba deseando ir a su último castigo junto con Eris, estaba dispuesto a decirle todo lo que tenía que decir.

La verdad es que al chico de ojos grises le daba miedo la respuesta de Eris, a pesar de mostrarse siempre seguro con las demás, la incertidumbre le comía por dentro al no saber la reacción que tendría en la pelirroja. Y también le daba miedo James, no sabía como decirle que le gustaba su hermana melliza con la que se lleva mal.

Sirius iba acompañado hasta el aula en la que recibía el castigo, siempre iba con sus tres amigos, en esos momentos, él y James iban hablando con ese aire de prepotencia y superioridad que ellos desprendían al andar.

- Menos mal que es tu último castigo - dijo aliviado James - Yo no lo soportaría.

- Eris es complicada, pero no insoportable - la defendió Sirius.

- No me hagas reír, Canuto - dijo soltando una carcajada.

Sirius no le siguió la risa y eso extrañó a James, que se giró a mirar a su amigo, Sirius lo miraba bastante serio para como era Sirius, y James frunció el ceño.

- Deberíais hablar las cosas - le recomendó - Intentar arreglaros.

- No sabes lo que pasó - saltó James a la defensiva.

- ¿No eráis unidos de pequeños? - le dejó caer Sirius.

James pensó en ello, es cierto que cuando eran pequeños era incapaz de imaginarse una vida sin estar al lado de su hermana, los mellizos Potter, no había vuelto a escuchar ese apodo que le tenían todos sus conocidos desde los nueve años, donde todos se separaron.

James recordaba ese día, al principio se había asustado porque era algo demasiado extraño, y lo dice alguien que hace magia, después se asustó por si eso podría ser malo para su hermana de alguna manera, estaba preocupado por ella, y eso lo llevó a avisar a sus padres, el pensamiento se quedó, James le echaba la culpa del cambio de actitud de Eris a sus poderes, y no a las constantes críticas que sufría en casa. Él solo tenía nueve años, y se preocupó por su hermana, solo que actuó de una manera demasiado impulsiva. Y Eris solo tenía nueve años cuando su madre la trató de bicho raro y su padre y hermano se empezaron a alejar de ella, quedándose sola con su magia.

James fue a contestarle a Sirius, decirle que no tenía ganas de hablar del tema, y vio a Eris llegar acompañada de Regulus Black. Los miró fijamente, o más bien la miró, se fijó en que venía riendo, en que sonreía, y se la notaba relajada y cómoda. Recordaba esa risa y recordaba esa sonrisa, hacia años que no la veía, y ver que quien se la sacaba era Regulus sintió que definitivamente había perdido todo lo que tuvieron en un determinado momento de sus vidas, esa en la que él conseguía entenderla a la perfección y donde ella era capaz de abrirse con él.

- Después hablamos - le hizo saber Sirius.

El pelinegro se acercó a la pareja de amigos con confianza, llevaba las manos en los bolsillos y andaba con su aire  de prepotente y arrogante que le salía tan natural. Eris en ese momento tenía las gafas quitadas porque las estaba limpiando, y Regulus para molestarla, porque sabía que a penas lograba ver sin gafas, le hacía cosquillas.

- Estate quieto, Black - dijo dándole en el brazo a Sirius

- No me he movido, pero estoy bajo tus órdenes, chica de ojos morados - respondió divertido Sirius.

- No me puedo creer que me hayas confundido con él - dijo Regulus divertido, ignorando a Sirius y centrándose en Eris - Yo soy mucho más guapo.

- Cómo tú digas, Reg - le dijo molestándolo - vamos, imbécil - le dijo a Sirius, que la siguió dentro del aula, sin antes sacarle la lengua a su hermano porque Eris le había dicho que era más guapo.

Eris hizo como siempre, se sentó y sacó su cuaderno de dibujo, tenían dos horas para hacer cualquier cosa excepto salir de allí. Eris se relajaba dibujando, porque aunque lo hubiera evitado, sabía muy bien que si no se podía olvidar de aquel beso era por algo, por lo que despejaba su mente.

Sirius por su parte no sabía como empezar una conversación con ella, algo muy raro, porque mientras ella se ponía a dibujar, él se sentaba a su lado y hablaba de todo lo que se le viniera  a la mente, sin filtros y sin cortarse ni un momento.

- Adivina quién ha tenido que denegar cinco invitaciones al baile de Navidad - empezó para romper el hielo.

- ¿James? - dijo para molestarlo.

- No, querida, yo - dice con aires de grandeza - Todas queriendo pasar tiempo conmigo, y tú lo obtienes sin decir ni una palabra - comenta egocéntrico.

- Nunca he necesitado hacer nada para llamar la atención - dijo ella con una sonrisa de lado - Es atractivo natural.

Sirius la miró, mientras que ella había sonreído de lado con suficiencia, pero estaba demasiado concentrada en el dibujo para mirarlo. Le parecía que estaba preciosa en esos momentos, tenía el pelo recogido en un moño, pero un mechón se había salido, cayendo encima de la mesa, las gafas se le resbalaban poco a poco por la nariz.

- Haz una foto que dura más - le comentó ella sin dejar de mirar nunca su dibujo.

Sirius sonrió divertido y se levantó para ir hasta donde había dejado su mochila, ahora sí había captado toda la atención de Eris, que dejó la pluma con la que estaba dibujando y se centró en él.

Sirius fue hacia ella con algo escondido detrás de la espalda, llegó a su lado y pasó uno de sus brazos por sus hombros, estiró el otro brazo con una cámara de fotos.

Eris se giró para protestar y decir que quitara su brazo de una vez, a la vez que Sirius se giraba porque su intención era darle un beso en la mejilla en la foto. No planearon muy bien y sus labios acabaron chocándose, Eris se apartó rápido y lo miró molesta, a punto de gritarle.

Pero se calló al ver la sonrisa de Sirius, que acababa de sacar la foto de la cámara, se la enseñó con la misma ilusión que un niño pequeño, se veía perfectamente como se daban ese pequeño beso.

- Es mi foto favorita - dijo ilusionado.

Eris continuó con su expresión molesta, pero le extendió la mano para que le diera la foto y poder verla ella, Sirius se la dio y esperó a su reacción, que involuntariamente fue una pequeña sonrisa, que hizo a nuestro canuto el chico más feliz de todo Hogwarts.

- No puedes ir besando a chicas así como así - le regañó Eris intentando mantener la fachada de indiferencia.

- No voy besando chicas así como así, eso solo lo hago contigo - dijo guiñándole un ojo.

Eris rodó los ojos lista para reprochar y decir algo más, necesitaba mantenerse tan fría como lo hacía con los demás, pero Sirius se lo impedía, siempre lo había hecho, con él la paciencia se esfumaba, el enfado era incontrolable, la risa le salía sola, y las sonrisas que le dedicaba se le escapaban sin pensarlo. 

Sirius se acercó antes de que pudiera hablar y la besó, la besó como debió haberlo hecho antes, como debía haberlo hecho en el momento en que sus labios chocaron, porque había echado de menos el sabor de sus labios con solo probarlos una vez, y no creía poder olvidarlos.

-Perdoname por haber sido un idiota, Eris Potter, y dejame ser tu idiota- susurró al separarse de ella - No debería haberme asustado tanto, ni ponerme celoso de Regulus, pero no dudes que solo quiero besarte, Eris Potter, hasta quedarme sin aliento.

Chaos || S.BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora