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Puede que al volver a Hogwarts a Eris se le empezara a borrar poco a poco la sonrisa, y no parecía la única, aunque los merodeadores seguían con sus bromas habituales, cuando Eris y Sirius estaban a solas no parecían los mismos que en verano, los ...

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Puede que al volver a Hogwarts a Eris se le empezara a borrar poco a poco la sonrisa, y no parecía la única, aunque los merodeadores seguían con sus bromas habituales, cuando Eris y Sirius estaban a solas no parecían los mismos que en verano, los secretos se estaban amontonando por ambos lados, y la relación no era la misma conforme pasaban los días

Sirius llevaba tiempo pensando si era la chica de sus sueños, no quería volver a la vida que tenía antes, atrapado en un apellido familiar que conllevaba muchas responsabilidades, algo en lo que Eris se movía muy bien ante los ojos de su madre, le aterraba la idea de volver al mismo circulo tóxico del que había salido,

Eris asistía de forma puntual a todas las reuniones que los alumnos de Hogwarts organizaban a escondidas sobre los intereses de unirse a los mortífagos, que cada vez eran más, pero debía hacerlo, se lo debía a sus chicos, también le ocultaba a absolutamente todo el mundo la enfermedad de su abuela, de la cual se había enterado poco antes de empezar el curso, ni siquiera Regulus lo sabía, ni James, había preferido guardárselo.

-¿Cómo está mi chica de ojos morados? - preguntó Sirius cuando la vio sentada en el alfeizar de la ventana

-No se beseis - suplicó James.

Sirius no le hizo mucho caso y saludó a su novia con un beso corto en los labios, Eris cerró el libro que estaba leyendo.

-¿Qué lees? - preguntó Remus cuando llegaron al lado de la pareja.

-Nada interesante, ejercicios básicos de mi magia - dijo con una sonrisa 

-Mañana nos vamos por Navidad - le recordó James - la abuela ha dicho que Remus y Peter pueden venir, a Sirius ya lo da por supuesto, creo que van a ser las mejores navidades, vamos a ir a la casa que tiene aqui en Escocia, en navidad siempre esta nevado y se esfuerza muchisimo por decorar la casa.

James lo decía con mucha ilusión, y Eris forzaba una sonrisa en su dirección, hacia tiempo que no veía a su abuela, esperaba que no tuviera mal aspecto, no estaba segura de si soportaría verlo, además de que era la única que conocía que estaba enferma, y no solo eso, sino que no había cura, dicho tanto por medimagos como medicos muggles, consultado en los mejores y ninguno le había dado una solución, Eris se sentía completamente frustrada.

- Regulus viene también - informó Eris.

-¿Y el baile de navidad?  - preguntó extrañado Sirius, ya que todos los años era un tema muy hablado.

-Tus padres tienen asuntos en Francia - explicó Eris.

El señor Black llevaba unas semanas encontrándose también mal, y Walburga había decidido que lo mejor era alejarse un poco de la ciudad y que les diera el aire , para su salud. Los merodeadores asintieron.

-Tengo que irme - dijo Eris al ver la hora.

Se despidió de ellos y se fue con rápidez en busca de Regulus y Severus, mientras que los merodeadores siguieron su camino de bromas, Eris siguió el camino contrario, adentrándose de la mano de Regulus en la oscuridad de las mazmorras.

Se sentía cada vez más lejos de todas las personas que quería, inlcuso se sentía lejos de ella misma, como si se estuviera cerrando por completo al resto, como si poco a poco se estuviera saboteándo a ella misma, a su felicidad, y aunque lo sentía era incapaz de ponerle una solución, solo avanzaba y avanzaba cada vez más, viendo el camino cada día más oscuro.

Sirius por su parte cada vez estaba más aferrado a sus amigos, sentía la lejanía de Eris igual que sentía la suya, pero se alejaban tan poco a poco que todavía no se daban cuenta de todo lo que estaban provocando, y no la harían hasta que puede que fuera demasiado tarde.

A la mañana siguiente, Eris se sentó junto a Severus y Regulus en el tren, no vio a los merodeadores hasta llegar a la estación y no fue más que una sonrisa lo que intercambiaron antes de dividirse de nuevo, los merodeadores pasarían los dos días antes de navidad en casa de los Potter, y Eris y Regulus irían directamente a Escocia.

Cuando aparecieron en el salón de aquella casa rural en Escocia gracias a la chimenea, no encontraron un salón decorado de Navidad, ni un árbol montado, nada. Eris se entristeció al verlo tan vacío, pero sabía que su abuela no tenía muchas fuerzas.

-¿Abuela? - la llamó, pero no obtuvo ninguna respuesta.

Subió rápido las esaleras y entró en su cuarto, encontrándose con su abuela durmiendo, suspiró aliviada y volvió a bajar para indicarle a Regulus donde se quedaría, sabía que los merodeadores quería compartir habitación así que les dejó la más grande, le dio a Regulus la que había al lado de su habitación para que no estuviera solo.

-Te van a encantar estas navidades, Reg - le aseguró con una sonrisa muy decaída.

-Por tu cara no lo parece, ¿estás bien ? - le preguntó preocupado - ¿y tu abuela ? 

-Durmiendo, últimamente está muy cansada - dijo quitándole importancia.

Regulus no indagó mucho más, simplemente la siguió por la casa, Eris insisitó en hacer la comida y decorar la casa, así que en eso se entretenieron . Mientras Eris leía la receta, Regulus la seguía paso a paso y no olía nada más 

-Regulus Black - dijeron a sus espaldas - Por fin puedo conocerte, cariño 

-Señora Potter - le dijo con educación, que fue sofocada por el abrazo de la abuela.

-Nada de señora Potter, a mi me dices abuela Potter, después de todo eres familia de mi niña, y estas cocinando algo que huele muy bien.

Regulus asintió con una sonrisa tímida, no estaba acostumbrado a este trato tan abierto, ni las muestras de amor tan seguidas, le pareció que la abuela Potter se parecía tanto a Eris que se sintió en casa al segundo, no tardó en acostumbrarse.

Comieron los tres juntos y Eris y Regulus se dedicaron por la tarde a decorar la casa con los discos de Eris sonando de fondo y la abuela Potter indicando donde tenían que colocar las cosas, fue entretenido, en su casa todo eso lo solía hacer Kreacher, él nunca había montado un árbol de navidad y estuvo encantado de hacerlo, de darle ese aspecto tan acogedor a toda la casa, no quedó ni una habitación sin decorar.

Regulus subió para descansar ya que estaba muy cansado y Eris se quedó a solas con su abuela.

- ¿Qué pasa? - le preguntó su abuela, Eris negó en respuesta - A mi no me puedes mentir, no te lo guardes, Eris.

-No pasa nada, abuela, todo va bien - aseguró Eris.

-No te mientas a ti misma tampoco, Eris, hay que afrontar las cosas que nos hacen daño, si es por mi, no pasa nada, ya he vivido mucho.

-Y vas a vivir más, abuela, todo va a salir bien.

-Que te repitas tanto esa frase no la va a convertir en realidad, Eris.

Eris lo sabía, debía dejar de asegurar que todo estaba bien, o que si no lo estaba iba a volver  a estar bien, pero no estaba preparada para hacerlo, no quería admitir ninguno de sus sentimientos que cada vez se hacían más tristes. Así que simplemente dio la conversación por terminada y se retiró a su habitación. En la oscuridad anhelaba unos brazos que hacía tiempo no sentía, su cabeza daba vueltas con frases que no querían subirle el ánimo, pero aún así consiguió quedarse dormida.

Chaos || S.BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora