Dos días habían pasado desde que Eris y Regulus estaban en casa de la abuela Potter y justo esa mañana, la mañana antes de Navidad, los merodeadores estaban cruzando la puerta con sus maletas en las manos.
-Buen día niños - les dijo la abuela Potter, que estaba sentada en el sofá.
James fue corriendo a saludarla con un fuerte abrazo, adoraba a su abuela, y pasar las navidades con ella era uno de sus recuerdos favoritos de años anteriores, estaba seguro de que este sería aún más maravilloso. Sirius fue el segundo en abrazarla, recibiendo un cariñoso beso en la mejilla, luego Remus y Peter se presentaron, siendo muy bien recibidos también.
Sirius llegó a su lado y la saludó con un beso y una sonrisa que Eris le devolvió forzosamente, no se encontraba del mejor humor, se había pasado toda la noche cuidando de su abuela, pues le había entrado fiebre y no habían dormido ninguna mucho, pero por la mañana se despertó mucho mejor, después de varias pociones y varios tés.
-¿Todo bien? - le pregunto bajito, y Eris se limitó a asentir con la cabeza.
Sirius lo dejó pasar, últimamente siempre le dejaba pasar las cosas que no quería contarle, aunque normalmente insistiría como un niño pequeño. James empezó a decirle a su abuela lo bonita que había quedado la casa ese año, y Eris miró a Regulus que salía de la cocina en esos momentos, sí que les había quedado muy bonita.
-Id a dejar las cosas y acomodaros, niños - les dijo la abuela Potter
La mañana y la tarde pasó rápido, los merodeadores estuvieron abajo con la abuela Potter, le contaban sobre sus bromas en Hogwarts y su abuela no hacía más que darles ánimos, por otro lado Regulus ayudó a Eris con la cena, era la víspera de Navidad, tras la media noche se darían los regalo. Sirius no paraba de mirar hacia la cocina, Eris y Regulus hablaban en un tono no muy alto, y aunque notaba a su novia más apagada que de costumbre, de vez en cuando se le escapaba una pequeña sonrisa, incluso cocinando ninguno perdía la compostura que le había recordado tanto a su familia desde el 1 de septiembre.
-¿Necesitáis ayuda? - dijo Sirius adentrándose en la cocina.
Parecía un mundo distinto del salón, donde solo se escuchaban las anécdotas de los merodeadores y se iban pisando al hablar cada uno más fuerte que el anterior.
-No te preocupes, la cena ya esta lista, voy a arreglarme que se me hace tarde - le dijo Eris tras meter en el horno la carne.
Eris subió hasta su habitación, que estaba un poco hecha un desastre, con un montón de libros desparramados por el suelo y la cama sin hacer, Sirius la siguió, al entrar no se esperaba la habitación así, pues ella siempre había sido desordenada pero no tanto. No vio sus manos ni sus ojos, pero una luz morada iluminó la habitación de repente, los libros se cerraron y ordenaron y la cama se hizo.
-Eris, ¿está todo bien? - le preguntó con cautela.
Eris se giró de golpe, sus ojos ya habían dejado ese morado intenso y volvían a ser azules, sus manos no reflejaban ninguna esfera morado, pero ella estaba tensa, como si la hubieran pillado haciendo algo que no debiera.
-Ey, no hace falta que me ocultes tus ojos morados, sabes que me encantan. - dijo Sirius acercándose.
Eris sonrió un poco, realmente aunque estuviera más distante Sirius siempre lograba sacarle una sonrisa de verdad, aunque Sirius no lo notara, esos pequeños y escasos momentos que compartían eran como oxigeno para Eris, un momento de paz y tranquilidad, aunque para Sirius cada vez eran un recordatorio constante de si sacaba el regalo que su madre le había hecho, o más bien les había hecho a ambos, volvería a ese círculo toxico que lo aterrorizaba, alejándose cada vez más y más.
-Solo estoy un poco cansada - respondió Eris a su primera pregunta.
-¿Quieres que durmamos un rato?
Eris asintió como una niña pequeña, y se tumbó junto a Sirius en la cama, mientras él la abrazaba, ella sintió un sentimiento de tristeza enorme, angustia, sin saber porqué, puede que de haberlo sabido simplemente se hubiera aferrado a Sirius un poco más fuerte en lugar de apartar sus emociones a un lado.
No durmió más de una hora, dejó a Sirius durmiendo y fue a ducharse para estar lista para esta noche, cuando salió, Sirius no estaba, la sensación de angustia vovió a su pecho, pero empezó a arreglarse intentando no pensar demasiado en ello. Se puso un vestido bastante simple ajustado de color negro, le dio un poco de volumen a su pelo y se maquilló un poco, se puso unos tacones y bajó. No había nadie, estaban todos preparándose, ella fue la que se dedicó a poner la mesa y terminar la comida, cuando los chicos empezaron a bajar se fue para ver a su abuela, la ayudó a terminar de arreglarse y ambas bajaron.
Sus padres ya estaban allí, Eris se repetía que solo era una noche, y si se sentaba alejada de Euphemia ni siquiera tendría que escuhcar su horrible voz.
Se sentaron todos a cenar, Eris estaba entre Sirius y Regulus, al otro lado de la mesa, Euphemia y Flemont, perfecto, no pasó gran cosa, todos cenaban comentando algunas cosas del colegio, una cena bastante tranquila.
-Bueno, me alegro de estar pasando esta noche con vosotros - dijo la abuela Potter levantándose - acompañada de estos jóvenes maravillosos, es un regalo de la vida, y aunque me duela decir estas palabras, no creo que reciba mejor regalo en lo poco que me queda.
Eris miró al plato, conteniendo las lágrimas, sus manos temblaban y todo el mundo estaba pendiente de las palabras de la abuela Potter.
-¿Qué quieres decir con eso, abuela? - le preguntó James querándose la voz.
-Estoy enferma, cariño, y no se puede hacer nada. - dijo con un tono dulce y dedicándole una sonrisa.
Debería ser ellos quienes la reconfortaran, se estaba muriendo, y aún así solo sabía regalarles sonrisas, Eris negó tras sus últimas palabras.
-Eris, cielo, necesito que aceptes que no se puede hacer nada - suplicó sin quitar la sonrisa.
Eris no lo aceptaba, se podría hacer algo, estaba segura solo necesiaba un poco más de tiempo, aunque corriera en su contra, levantó la vista de su plato hacia los ojos dulces de su abuela, se negaba rotundamente a dejarla ir, era muy pronto.
-Eris - volvió a llamarla.
- Se tiene que poder hacer algo - le dijo levántandose, pero no levantando la voz.
Todos los presentes miraban la escena, todos conscientes de la gran relación que tenían ambas, pero la abuela Potter sabía que su nieta no lo iba a aceptar.
-Eris - estaba vez le habló más seca- Me muero - soltó directa.
-NO TE VAS A MORIR - se exaltó Eris.
Sus ojos se volvieron morados, pero no fue eso lo que sorprendió a todo el mundo, fueron sus manos, aún cubiertas por ese humo morado,se notaban los dedos negros, un color que no solían tener, practicamente parecían muertos, Sirius se movió hacia un lado, James que estaba enfrente se echó para atrás, y aún cuando sus manos y ojos habían vuelto a la normalidad, todos estaban pálidos. Eris abandonó la casa prácticamente corriendo, por la puerta trasera hacia el jardín tratando de relajarse, pero no parecía que el mundo estuviera de acuerdo con eso.
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Chaos || S.Black
FanfictionEris significa caos, y ella personifica esa palabra a la perfección. Eris Potter vive rodeada del caos, y solo una persona es lo suficientemente valiente para adentrarse en él para salvarla